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El pasado oscuro de Lolita Flores: "Bebía muchísimo; probé la coca, la marihuana... pero lo superé"
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El pasado oscuro de Lolita Flores: "Bebía muchísimo; probé la coca, la marihuana... pero lo superé"

“Manda cojones que a estas alturas del partido, después de treinta y cinco añazos de carrera, no exista ningún libro de Lolita”, dice Javier Menéndez. Pues

“Manda cojones que a estas alturas del partido, después de treinta y cinco añazos de carrera, no exista ningún libro de Lolita”, dice Javier Menéndez. Pues aquí llega, más que un libro un tomo, sobre las andanzas de una ‘morena' de raza, “que ha conocido a infinidad de personas memorables, ha pisado cientos de escenarios y ha amado con la fuerza de un personaje de Corín Tellado”. Con ustedes, Dolores González Flores.

El periodista J. M. Flores se ha pinchado deshojando una flor, que como diría Borges “te desgarra y te puede matar una guitarra”. Lolita. Flores y alguna espina es el resultado de una catarsis del alma, donde la melodía, en este caso, la impone la palabra hablada. Precisamente, esta incursión hasta las profundidades de la esencia humana ha rescatado los aspectos más espinosos y oscuros de la vida de una artista que cuenta en su haber con un Goya a la mejor actriz revelación y el peso de un clan, el de los Flores, sobre su espalda.

Cuando todavía el acné no había decidió abandonar su rostro salvaje y étnico, por su boquita salían frases que, hoy en día, saben a chamusquina. Admiradora de Blas Piñar, fundador del partido de extrema derecha Fuerza Nueva, y defensora de Franco en la escena pública, la mayor de las Flores ha querido hablar alto y claro sobre su pasado y sus convicciones políticas de entonces. “Carmen Ordoñez tiró de mí para afiliarme a Fuerza Nueva, pero al final no lo hizo porque no llevaba el carné o porque no estaban los que se encargaban de eso... Carmen era de las camisas azules”, afirma en conversación con el autor.

“Conocí a Franco y era viva Franco y arriba Franco, pero cuando murió yo tenía dieciséis años y no sabía ni vestirme por los pies. Cuando conocí a Juanito Díaz, el Golosina, me contó que le metían preso por maricón y que le daban unas palizas tremendas. Me emocionaba con el Cara al Sol, porque para mí era el himno de mi país”, afirma, con la disculpa de la inocencia y la inmadurez de la pubertad.

Cantante, actriz y artista por definición, fue al colegio con Alberto Ruiz Gallardón, actual alcalde Madrid, de quien reconoce que "le faltan los cojones que le sobran a Esperanza Aguirre", con quien también ha compartido alguna que otra tertulia. Pero, a pesar de la imagen anclada en la derecha que bien sus declaraciones o sus actitudes de adolescente puedan predeterminar, en esta biografía Lolita, nunca Loliya, ha dejado bien clarito que de carca no tiene nada de nada. “Hay días que soy de izquierdas y otros que soy de derechas. A mí se me llena la boca cuando digo España. Y para mí entran también los vascos y los catalanes. ¿Por qué eso no va a pertenecer a España? A lo mejor se creen mejores que el resto de España. Quiero pensar que no es odio”.

Se siente defraudada con la Iglesia, “porque Dios es amor”, y no fue precisamente en la institución religiosa donde se refugió cuando ya hace quince años la vida le recordó la inexorabilidad del paso del tiempo. En dos semanas, se enfrentó a uno de los golpes más duros: la pérdida de su madre y su hermano Antonio.
 

Por primera vez, afirma que las drogas fueron su mayor consuelo. “Me volví loca. Muy loca en el sentido de que no dormía y comía muy poco”. “Bebía muchísimo, probé la coca, la marihuana... menos heroína y LSD, lo probé todo. Me ponía a llorar con la botella de whisky. Sola. A llorar y a beber y me daban las nueve de la mañana escuchando a Moncho”.

Ahora, aquellos episodios forman parte del pasado, el que todos tenemos y del que pocos presumen como Lolita. “Las hay mejores que yo. Pero como yo, ninguna”. Monárquica, apolítica y amiga de sus amigos. Se podrían aportar tantos otros adjetivos para definirla… pero ninguno como su apellido valdría para recomponer anécdota tras anécdota, confesión tras confesión, espina tras espina, cada uno de los pétalos de una rosa de mil colores.

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“Manda cojones que a estas alturas del partido, después de treinta y cinco añazos de carrera, no exista ningún libro de Lolita”, dice Javier Menéndez. Pues aquí llega, más que un libro un tomo, sobre las andanzas de una ‘morena' de raza, “que ha conocido a infinidad de personas memorables, ha pisado cientos de escenarios y ha amado con la fuerza de un personaje de Corín Tellado”. Con ustedes, Dolores González Flores.

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