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Los políticos que dijeron adiós a su carrera por culpa de los escándalos sexuales
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Los políticos que dijeron adiós a su carrera por culpa de los escándalos sexuales

Siempre les ha acompañado cierto halo de misterio, de fascinación y encanto personal. Hasta que un escándalo sexual se cruzó en su camino y dio al

Siempre les ha acompañado cierto halo de misterio, de fascinación y encanto personal. Hasta que un escándalo sexual se cruzó en su camino y dio al traste con su carrera política. Puede que el sentimiento de culpa les acompañe siempre, como al exgobernador de Nueva York, Eliot Splitzer, o que se reinventen y regresen a la primera plana de la actualidad de su país reconvertidos en consortes, como Bill Clinton. Otros, sin embargo, han tenido más suerte y, pese a que los escándalos han marcado su trayectoria, no han logrado desbancarles de sus tronos gubernamentales. Es el caso de Silvio Berlusconi.

El de Eliot Splitzer sorprendió a propios y extraños porque, si bien no es el primer ni último escándalo que ha sacudido al pueblo estadounidense, el que fuera gobernador de Nueva York había basado en la ética su anterior carrera profesional de Fiscal General del Estado, siguiendo la pista a importantes casos financieros e incluso actuando, una vez entró en la política, contra dos redes de prostitución cuando dirigió la unidad contra el crimen organizado del Estado.

Fue en marzo de 2008. Entoces se desvelaba que Splitzer estaba siendo investigado por el FBI por el uso de un servicio de prostitución de lujo dirigido a un grupo de clientes internacionales especialmente selectos. El escándalo sexual provocó su dimisión y marcó el inicio de una nueva etapa para el político: hasta este mismo mes de julio, Splitzer ha estado al frente de un programa de la CNN, In the Arena, un espacio informativo que comenzó a contar con el exgobernador hace ahora un año.

Estados Unidos, a la cabeza de los escándalos

Estados Unidos parece estar acostumbrado a este tipo de escándalos. No en vano, acaba de ser testigo del último, surgido en el mismo Capitolio: David Wu, legislador demócrata de Oregon, ha dimitido esta misma semana tras ser acusado por una joven, hija de un amigo suyo, de haberla forzado a mantener relaciones no deseadas con él. La presión que ha padecido el que fue el primer estadounidense de origen chino en acceder al Congreso estadounidense ha sido tal, que tras asegurar a sus colaboradores que las relaciones fueron consentidas, renunció a su puesto sólo tres días después de que el escándalo saliera a la luz.

Quizá influyó el hecho de que no era la primera vez que Wu era acusado de acoso sexual. Ya en 1976, su entonces pareja, que no llegó finalmente a denunciarle, le acusó de haberla forzado.

Algo similar le ocurrió al congresista demócrata por Nueva York Anthony Weiner, quien el pasado mes de junio abandonó su escaño tras admitir los errores que cometió al enviar diversas fotografías y mensajes de alto contenido sexual a varias mujeres, a través de Twitter. La presión de Obama, del Congreso, y de su propia mujer, embarazada de pocos meses, provocaron la renuncia de Weiner quien, como el exsenador John Edwards, vio cómo su carrera política tocaba a su fin. 

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Uno de los casos más mediáticos y con mayor resonancia, que marcó sin duda una verdadera conmoción, fue el protagonizado por el expresidente de EEUU Bill Clinton, que salió a la luz en 1997. El carismático marido de Hillary tuvo un affaire con una de las becarias de la Casa Blanca, Monica Lewinsky, que derivó en acusaciones varias y en la destitución de Clinton, aunque posteriormente fue absuelto de todos los cargos.

El exvicepresidente Al Gore se vio implicado, asimismo, en una situación similar. Hace un año la policía reabría el caso que le implicaba en un escándalo de conducta sexual indebida hacia una masajista, cuyos servicios contrató presuntamente en un hotel en octubre de 2006. 

Muy reciente es también el escándalo de Arnold Schwarzenegger. El actor y gobernador de California confesó el pasado mes de mayo -cuatro meses después de dejar la administración gubernamental de California- que tuvo un hijo fuera del matrimonio con una exempleada doméstica. La infidelidad, que tuvo lugar hace años, le costó el divorcio.

No son los únicos en Estados Unidos. Los casos del gobernador de Carolina del Sur Mark Sanford -que desapareció de su país y le encontraron días después con su amante- , los exsenadores David Vitter y John Ensign, el exgobernador de Nueva Jersey Jim Mc Creevey, el expresidente de la Cámara Newt Gingrich y hasta varios miembros del clan Kennedy se han visto implicados en escándalos sexuales.

La Vieja Europa no se libra

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En Europa también proliferan los líos sexuales. El último en provocar un tornado mediático ha sido el político francés Dominique Strauss-Kahn. El expresidente del Fondo Monetario Internacional vio cómo su trabajo al frente del organismo y su fulgurante carrera presidencial al gobierno francés tocaban a su fin después de ser acusado de acoso sexual por parte de una empleada del hotel en el que se hospedaba.

No es la primera vez que se ve envuelto en un escándalo de estas características, pues ya ha sido acusado, en otras ocasiones, de agresión sexual, e incluso desde su entorno aseguran que es muy dado a las relaciones extramatrimoniales con mujeres casadas.

El de Iris Robinson es, quizá, uno de los pocos casos protagonizados por mujeres. Su marido, el Primer Ministro de Irlanda del Norte, el integrista protestante Peter Robinson, aceptó abandonar el cargo durante varias semanas después de confesar que su esposa le había sido infiel con un joven 40 años más joven que ella y al que había ayudado a montar un café con fondos conseguidos de unos empresarios. La primera dama del Ulster fue destituida de sus cargos -era asesora y diputada de la Asamblea de Stormont y del Parlamento de Westminster-.

Pero quizá el caso más conocido del Viejo Continente, por su volumen de escándalos y por la trascendencia mediática de su protagonista, es el del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Sus fiestas privadas -marcadas por el alcohol y el sexo con algunas mujeres menores de edad- y el caso de la joven Ruby, con la que mantuvo relaciones sexuales cuando ésta aún no había cumplido los 18, no han logrado que el poder de il Cavaliere se vea mermado, aunque su popularidad y sus posibilidades de renovar el cargo se han reducido ostensiblemente.

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Siempre les ha acompañado cierto halo de misterio, de fascinación y encanto personal. Hasta que un escándalo sexual se cruzó en su camino y dio al traste con su carrera política. Puede que el sentimiento de culpa les acompañe siempre, como al exgobernador de Nueva York, Eliot Splitzer, o que se reinventen y regresen a la primera plana de la actualidad de su país reconvertidos en consortes, como Bill Clinton. Otros, sin embargo, han tenido más suerte y, pese a que los escándalos han marcado su trayectoria, no han logrado desbancarles de sus tronos gubernamentales. Es el caso de Silvio Berlusconi.

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