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Alberto Chicote: Pesadilla después de Navidad
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Alberto Chicote: Pesadilla después de Navidad

La pesadilla llegó antes de Navidad, pero promete prolongarse varias fiestas más. Fue poco antes de este mes de belenes y villancicos cuando los telespectadores descubrieron

La pesadilla llegó antes de Navidad, pero promete prolongarse varias fiestas más. Fue poco antes de este mes de belenes y villancicos cuando los telespectadores descubrieron un programa llamado Pesadilla en la cocina y a su peculiar protagonista, ese Alberto Chicote que ya no es el adolescente que comenzó a estudiar cocina o el hombre que abrió el restaurante 'Pandelujo' y está considerado uno de los quince mejores cocineros del país. Ahora es un fenómeno de masas que conduce el programa de La Sexta, que congrega a millones de espectadores que ven cómo intenta reflotar restaurantes en quiebra. Vanitatis se coló en la sesión de fotografías promocionales para anunciar a este hombre orondo y de mirada desafiante como el presentador, junto a Sandra Sabatés, de las campanadas de fin de año en La Sexta. Primera impresión: no es tan fiero el león como lo pintan.

Para muestra de su docilidad, un ejemplo: aunque nos disculpemos por distraerle mientras los fotógrafos lo registran al lado de Sabatés y un enorme árbol de Navidad, su respuesta es un notorio: “No os preocupéis, de verdad”. Frente al hombre que provoca la ira de algunos chefs y reacciones encontradas ante sus métodos como salvador de restaurantes, considerados por algunos poco ortodoxos, Alberto Chicote parece un ser afable y educado que responde lo que tiene que responder en cada momento. “A alguien le tiene que tocar ese sanbenito. Estoy feliz de que se me considere el personaje del momento. Son cosas que no me creo”, asegura con cierta humildad sin saber ( o sin parecer saberlo)  todo el fenómeno que se ha montado a su alrededor.

Al hablar de él y del programa, no podemos evitar preguntarle por 'La Reina del Arenal', el restaurante bilbaíno que denunció su comportamiento cuando acudió a intervenir en él. Los dueños del local intentaron sin éxito que el programa en el que aparecían e incluso definieron a Chicote como “homófobo” y acusaron al programa de “manipulación y farsa”. Cualquiera esperaría una respuesta airada de un hombre como él, pero Chicote vuelve a contestar con una inesperada corrección: “Todo el equipo de ‘Pesadilla’ fuimos allí para ayudar a gente que nos estaba reclamando una ayuda. Fuimos, creo que hicimos un gran trabajo y lo único que les deseo a sus dueños es que tengan aquello lleno como está según me llegan las últimas noticias”.

Personaje sin trampa ni cartón

Aunque en el momento de la sesión de fotos está vestido con pajarita y chaqué, Chicote no sería Chicote sin esas coloridas camisas que muestra en televisión. Pero también eso tiene una explicación lógica, alejada de especulaciones o de suposiciones que hablan de un premeditado personaje televisivo: “Hace años la Comunidad de Madrid puso en marcha una iniciativa en la que varios cocineros, tantos como diseñadores tuviese la pasarela Cibeles, hiciéramos un plato basándonos en el diseñador que nos tocase”. A Chicote le tocó Agatha Ruiz de la Prada y ella “me quiso hacer una chaquetilla. Me hizo una que saqué en un programa y después me hizo muchas más. Desde entonces  visto de colores. Después de vestir de blanco muchos años me apetecía y me parecía divertido”. Esa diversión se ha convertido en una de sus señas de identidad, aunque confiese respetar como el que más la chaquetilla blanca.

Otra pista más acerca de este emblema de la fusión entre cocina y televisión para certificar que no es un personaje prefabricado: asegura que sus amigos de siempre reconocen al mismo Chicote del día a día delante de las cámaras de televisión. “Cuando me contrataron para hacer este trabajo me pareció bien porque me gusta lo que hago. Que luego haya una cámara al lado y la gente se divierta viéndolo me parece fantástico. En realidad lo que se ve en televisión es lo que yo hago cualquier día cuando estoy en una cocina. Me lo tomo muy en serio”.

¿Y qué es lo primero que piensa Alberto Chicote cuando llega a un restaurante con el equipo de Pesadilla en la cocina? “Pensar que ese restaurante podría ser mío”, asegura. “No podría inventarme a Alberto Chicote porque no sé. Yo soy cocinero, no soy actor. Solo sé hacer de Alberto Chicote porque es lo que soy y lo hago muy bien. Soy lo que lo que ven”.

¿Es agresivo en sus formas? Según él hay gente que piensa que debería dar “más caña” a los miembros de los restaurantes que visita. “La cocina no es elitista. Hay mucha gente que dice que determinados restaurantes son para un tipo de gente, pues como determinadas casas o determinados coches. Cualquier cosa de las que te rodean puede ser elitista”, afirma cuando se le habla de la consecuencia indirecta de su programa: quitarle a la cocina ese tufo elitista que siempre ha tenido y al que seguían contribuyendo muchos de los cocineros que aparecen en televisión.

Y justamente cuando se habla de elitismo es cuando asoma un rastro del Chicote políticamente incorrecto, del hombre vehemente que todos vemos en televisión. También a la hora de subir la copa de champán con la que va a brindar con Sandra Sabatés. El fotógrafo le dice que la suba y él exclama: “¡Si la subo más parece que la estoy adorando!”, provocando la risa de todos los presentes. La vehemencia que aparece por fin, la que hace que podamos reconocerle, sigue presente a la hora de decir la comida que no le gusta: “Aborrezco los huevos. No puedo con ellos. Si me pones un huevo frito, me lo como y monto un espectáculo que no veas”.

Sin embargo, con vehemencia o sin ella, cuando se acaba la entrevista la impresión sigue siendo la misma: el lobo sigue sin ser tan fiero. Hasta las encargadas de vigilar que la sesión de fotos salga bien se asombran con su aguante, tras horas posando. “Es un encanto, todo le parece siempre bien”. Y en Nochevieja seguro que a muchos telespectadores también les va a parecer bien verle en televisión. Al fin y al cabo, lo que para muchos es una 'pesadilla en la cocina' o fuera de ella, para este hombre es un sueño: el sueño de un cocinero que, desde ya, podría ser proclamado como el gran personaje televisivo del 2013. Y parece que por ahora, entre entrevistas, polémicas y atención mediática, tiene estómago para aguantarlo.

La pesadilla llegó antes de Navidad, pero promete prolongarse varias fiestas más. Fue poco antes de este mes de belenes y villancicos cuando los telespectadores descubrieron un programa llamado Pesadilla en la cocina y a su peculiar protagonista, ese Alberto Chicote que ya no es el adolescente que comenzó a estudiar cocina o el hombre que abrió el restaurante 'Pandelujo' y está considerado uno de los quince mejores cocineros del país. Ahora es un fenómeno de masas que conduce el programa de La Sexta, que congrega a millones de espectadores que ven cómo intenta reflotar restaurantes en quiebra. Vanitatis se coló en la sesión de fotografías promocionales para anunciar a este hombre orondo y de mirada desafiante como el presentador, junto a Sandra Sabatés, de las campanadas de fin de año en La Sexta. Primera impresión: no es tan fiero el león como lo pintan.