Ana Rodríguez y su novio, al son del 'tamborilero' de Raphael

A Raphael no le hace falta photocall. Sus conciertos se venden por sí mismos y el hecho de que haya o no caras conocidas no es fundamental para que se agoten las entradas. Aunque es innecesario  que le arropen socialmente, en el concierto que dio este sábado por la noche en el Palacio de los Deportes de Madrid sí quisieron estar sus amistades y las de sus hijos Jacobo, Alejandra y Manuel. Así es como se pudo ver a Blanca Suelves, Carla Royo y Kubrat de Bulgaria, María Fitz James, Fran Gordillo, Carmen y Soledad Jara o la viuda de Mingote. Y, por supuesto, no podían faltar Ana Rodríguez, ex mujer de Bono que acudió con su novio, el empresario Ernesto Manrique.

Desde que Ana decidió que no tenía por qué esconderse, la pareja acude a los actos sociales de la mano. En el concierto estuvieron de esa guisa y aprovecharon el momento en el que el suegro de su hija entonó El tamborilero para darse un cálido abrazo. Sus gestos y arrumacos demostraban claramente que la historia va viento en popa a pesar de aquellas pasadas complicaciones causadas por un capítulo afectivo que el empresario no había cerrado.

Ana, que pasará las fiestas con sus hijos y su ex como ya adelantó Vanitatis, tiene varias ofertas que pasarían por escribir o ser la imagen de una firma puntera. Durante el concierto, no tuvo mñas que buenas palabras para la figura de Raphael. "Es impresionante su capacidad de trabajo y como sigue entusiasmando a varias generaciones", aseguró.

El tirón de Raphael es único. Estel sábado colocó el cartel de ‘No hay entradas’. Hasta las primeras filas de pista estaban ya vendidas desde hace más de un mes a pesar de que esas entradas superaban los cien euros. Hubo lleno total y más de seis mil personas corearon sus temas de siempre, desde Yo soy aquel a Cantares, pasando por El tamborilero o Llegó Navidad (una versión de Happy Xmas - War is Over). Hubo tiempo también para lo que él denomina las " joyas de la corona" como Hablemos del amor, Desde aquel día, Naturaleza muerta o Maravilloso corazón.

En total, fueron tres horas y media de concierto que entusiasmaron a sus seguidores gracias a sus movimientos de caderas, de manos, a esos andares y esos tics habituales que son la esencia de su puesta en escena. A sus 69 años su voz sigue siendo impresionante a pesar de que en los últimos temas se resintió. Él explicó el motivo: acababa de llegar de actuar en el palacio del Kremlin de Moscú y que Madrid era el broche final de esta gira por medio mundo. Despues de este baño de multitudes, Raphael solo pudo saludar. La emocion le robó las palabras.