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Los 'espías', al servicio del 'cuore'
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Los 'espías', al servicio del 'cuore'

Empresarios, famosos, suegras desconfiadas y prensa ávida de información. Todos de una manera u otra han participado desde siempre en el juego del espionaje, que estos

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Los 'espías', al servicio del 'cuore'

Empresarios, famosos, suegras desconfiadas y prensa ávida de información. Todos de una manera u otra han participado desde siempre en el juego del espionaje, que estos días se ha tornado en un escándalo político a raíz de la publicación de los informes elaborados por la agencia Método 3.

Sin embargo, estos métodos son ya oficio viejo en el mundo del cuore. Algo de lo que no ha escapado ni la mismísima Letizia Ortiz. Según el libro publicado por Fernando Rueda, Las alcantarillas del poder, la princesa de Asturias fue espiada por los servicios del Centro Nacional de Inteligencia. Fruto de aquella investigación, se realizó un exhaustivo informe del que hoy no queda ni rastro. Según las palabras del autor, especialista en temas de espionaje, “en los meses en los que salieron juntos y acrecentaron su amor, Letizia tuvo que pasar, sin saberlo, la prueba más dura antes de casarse con el heredero a la Corona: la investigación del  CNI”. A pesar de que los detalles nunca trascendieron, otro autor, Isidre Cunill, ya especulaba en su libro Letizia Ortiz: Una republicana en la corte de Juan Carlos I con el contenido de dicho informe, en el que aparecería, según el autor de la obra, una presunta detención por posesión de hachís y un supuesto aborto que la princesa Letizia habría sufrido en un hospital de México. Datos nunca contrastados.

Años antes fue otra mujer, Bárbara Rey, quien se convirtió en el blanco del entonces denominado CESID. Según narra Rueda en su libro, los servicios secretos pudieron intervenir en el domicilio de la entonces vedette con el fin de sustraer un material “escabroso”, referido a una alta personalidad de país, a quien muchos pusieron  nombre y cargo. Sobre este asunto Bárbara, que no da puntada sin hijo, dejó entrever que si algo le sucedía una copia del material en cuestión que se encontraba a buen recaudo podría ver la luz. Años después, cuando sufrió un accidente de tráfico, mostró sus dudas sobre si este podría haber sido provocado y cuando fue despedida de Canal 9, donde presentaba un programa de cocina con gran éxito, no titubeó al asegurar que una mano negra se escondía tras la decisión de la retirada repentina del espacio. 

Años después de redactarse el informe de Letizia, su hermana Telma se convertía en una de las víctimas de la trama que traficaba con datos confidenciales que dio lugar a la ‘operación Pitiusa’. Un despacho de detectives se interesaba por el historial laboral de la hermana de la Princesa. En este caso, todo hacía suponer que el encargo lo hizo un medio de comunicación audiovisual, cuya finalidad era conocer su salario real en el Ayuntamiento de Barcelona como subdirectora de relaciones internacionales. A diferencia de otras víctimas, Telma no fue objeto de seguimientos, ni su correo fue interceptado.

Cuando los periodistas son los que investigan

Este solo sería un ejemplo de las muchas ocasiones en las que los periodistas han contado con la ayuda de espías profesionales para lograr localizar a alguien que voluntariamente se ha retirado de la circulación. Donde no llegan los paparazzi en ocasiones, llegan estas empresas, como fue el caso de Clara Suñer, heredera de Encarna Sánchez.  Un informe elaborado precisamente por método 3 proporcionaba datos relevantes sobre el paradero de la fortuna de la locutora desaparecida. De nada le sirvió a la amiga de Encarna retirarse a un recóndito lugar de la geografía, porque Clara fue localizada y sus cuentas y sociedades investigadas.

Particular contrata detective

Evitar una boda puede ser otra de las razones que lleven a alguien relativamente poderoso y con capacidad económica suficiente a solicitar un informe. Es el caso de la Baronesa Thyssen, aunque a ella la historia de espías de poco le sirvió y su hijo, desoyendo los consejos de mamá, se casó a escondidas no solo de la Baronesa, sino de la prensa, para salvaguardar la exclusiva. Las sospechas que Tita tenía sobre su futura nuera se agudizaron cuando a Blanca le robaron un móvil, última generación, en que existían fotos subidas de tono y que con el tiempo han corrido como la pólvora entre la prensa. La baronesa no solo estuvo interesada en saber si la novia de su hijo era fiel (recuerden que solicitó varias pruebas de paternidad en el primer embarazo de Blanca), sino si las cuentas de la futura señora Thyssen y las de su familia se habían visto incrementadas desde que inició su relación con Borja.

Como tampoco debió servirle de mucho al empresario que mantenía una relación con Mar Flores hace años contratar a un servicio de detectives que siguieran los pasos de la bella modelo. La prensa fue más rápida, al menos a la hora de hacer públicas unas fotos de Mar con Alesandro Lecquio en Roma.

El cazador cazado

En muchos casos no hay mayor espía que un buen paparazzi, aunque en ocasiones y sin proponérselo son ellos mismos los investigados, como le sucedió al periodista Antonio Montero, quien después de publicar un reportaje sobre el príncipe Felipe, confesó que averiguó cómo sus cuentas, sus datos y los de sus familiares, así como fotocopias de su DNI aparecían en unos papeles con membrete de la Casa Real. Y es que por mucho que la prensa juegue a policías y ladrones hay ciertas investigaciones que por su contenido convierten al periodista en el cazador cazado.

Empresarios, famosos, suegras desconfiadas y prensa ávida de información. Todos de una manera u otra han participado desde siempre en el juego del espionaje, que estos días se ha tornado en un escándalo político a raíz de la publicación de los informes elaborados por la agencia Método 3.