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Noche de contrastes en los Premios Kapital
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Noche de contrastes en los Premios Kapital

Los polos opuestos se atraen. O, al menos, eso demuestran los Premios Kapital, celebrados este jueves en el Teatro Kapital de Madrid y capaces de mezclar,

Los polos opuestos se atraen. O, al menos, eso demuestran los Premios Kapital, celebrados este jueves en el Teatro Kapital de Madrid y capaces de mezclar, en un photocall, a Pablo Rivero con Ana Obregón, a Pitita Ridruejo con Paula Vázquez, a Agustín Bravo con un caballero de la Orden Imperial Británica. Frivolidad y profundidad, juventud y senectud; una curiosa mezcla de personalidades unidas en una cita que pocos quisieron perderse.

Ya en el populoso photocall la unión de opuestos era de lo más llamativa: la explosividad de una Ana Obregón embutida en un modelo de color crudo con la impecabilidad del modelo de color blanco que lucía Marina Danko. Obregón confesó a Vanitatis que, apenas unas horas antes, había recibido una gran noticia que la haría volar a Estados Unidos al día siguiente: “Me han llamado hoy de la televisión americana y me voy a presentar el Miami Fashion Week. Estoy encantada”, confesaba la ex bióloga minutos antes de recoger el premio a la Mejor Trayectoria profesional en el mundo artístico y de romper una lanza a favor de la creatividad: “No dejemos que esta crisis apague el talento” sentenció desde el escenario.

La Mejor Trayectoria Empresarial recayó en Marina Danko y en Beatriz de Orleans. La primera, elegante hasta en la forma de subir las escaleras que la conducían al escenario, dedicó el premio a su “alma, corazón y vida”, su hijo Andrés. Beatriz de Orleans, con un look y una melena que siembran dudas acerca de su edad, también comentó lo feliz que hacía el premio a sus hijos. Pero volvió la disparidad: de las madres orgullosas de ser premiadas a un joven que ya es todo un veterano, ya que otro de los premios, el de Mejor Trayectoria Profesional en el mundo de la comunicación, recayó en Christian Gálvez, que minutos antes comentó a este medio que un premio así, a sus 32 años, no le sonaba a “jubilación”. En su discurso de agradecimiento dedicó el premio a Almudena Cid, su chica, llamándola, ahí es nada, “el lienzo sobre el que me gustaría ser pintado”.

Más juego de disparidades: el mismo escenario que premió el libro de memorias de Pitita Ridruejo acogía con unos minutos de diferencia el premio al Mejor Director de cine para Fernando Muñoz Molina, el responsable de que Mario Casas le cogiese el gusto a quitarse la camiseta. Suyas son A tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti. ¿Y quién le entregó el premio? Alguien muy alejado del cine adolescente, el Alcántara Junior, un Pablo Rivero que cada día mira hacia más horizontes que la serie Cuéntame.

Paula Vázquez, con un vistoso moño y vestida de verde, fue otra de las premiadas y aprovechó la ocasión para apelar a la “ética” en el trabajo periodístico. Rafael Amargo fue premiado como Mejor Bailaor y unos minutos antes habló con Vanitatis de su reciente unión (se casaron en octubre) con Silvia Canet: “Ya llevo mucho tiempo casado. En estos meses me habría dado tiempo a juntarme, rejuntarme o separarme”, bromeó. “Estoy encantado con mi matrimonio” dijo después el también concursante de Expedición Imposible.

Sobre el escenario también se premió a Luis María Ansón, Iñaki Gabilondo, o Paco Arango. Sin embargo, el aplauso más sentido, el que pareció más sincero, fue para el veterano Javier de Montini. Curtido en las lides del periodismo que hoy se da en llamar ‘del corazón’ y toda una institución en la revista Lecturas, Montini fue galardonado por una trayectoria que también incluye varios libros publicados. Aseguró que si volviese a nacer “volvería a ser periodista”. Y a buen seguro que a él no le sorprendieron los contrastes y opuestos de una fiesta como esta. Los debe conocer muy bien.

Los polos opuestos se atraen. O, al menos, eso demuestran los Premios Kapital, celebrados este jueves en el Teatro Kapital de Madrid y capaces de mezclar, en un photocall, a Pablo Rivero con Ana Obregón, a Pitita Ridruejo con Paula Vázquez, a Agustín Bravo con un caballero de la Orden Imperial Británica. Frivolidad y profundidad, juventud y senectud; una curiosa mezcla de personalidades unidas en una cita que pocos quisieron perderse.