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Marbella, el paraíso e infierno de Tita Cervera
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Marbella, el paraíso e infierno de Tita Cervera

Se llama Mata Mua (Érase una vez) y no es el cuadro de Paul Gauguin que lleva ese título, sino la casa marbellí, de 1.000 metros

Se llama Mata Mua (Érase una vez) y no es el cuadro de Paul Gauguin que lleva ese título, sino la casa marbellí, de 1.000 metros cuadrados, de Tita Cervera, que esta semana ha sobrepasado la barrera de los 70 años. Allí fue donde concedió una entrevista a ¡Hola! en 2009, para refugiarse de las incipientes disputas con su hijo. Décadas atrás, cuando el barón todavía vivía, Mata Mua era un auténtico paraíso en el que Tita disfrutaba de su papel de mecenas del arte y donde, en agosto de 1986, un año después de su  matrimonio con el barón, fue elegida Lady España. Dos fotógrafos y un periodista que la persiguieron durante años recuerdan para Vanitatis aquella noche del 10 de agosto y el día a día del barón y la baronesa en una Marbella dorada: “La del nombramiento de Lady España fue una noche impresionante. Iba vestida de blanco y llevaba un volante en la espalda. Además le regalaron un caballo y ella llegó incluso a bautizarlo”, recuerdan.

Aquel título de ‘guapa oficial’ no solo se convertía en un magnífico asentamiento de su status quo en la ciudad malagueña, sino también el principio de una persecución a la que se vio sometida por parte de los ‘paparazzi’, interesados en su vida y en el morbo que despertaba que la exmujer de un ‘Tarzán’ cinematográfico se hubiese convertido en una potencial mecenas del arte. “Era uno de los personajes más cotizados de Marbella. Se acababa de casar con el barón y eran muchas las veces que nos quedábamos horas y horas detrás de las rocas para ver si la veíamos en la playa”. En 2008, a Tita le dieron una estrella en el Boulevard de la Fama de la ciudad malagueña y declaró que Marbella “es la cosa más bonita que hay”. Sin embargo, no debía pensar lo mismo durante aquellos años.

En una ocasión, unos fotógrafos le hicieron unas instantáneas que a ella no le gustaban nada. Tita les pagó una cantidad para que las instantáneas no apareciesen. Cuando los paparazzi revisaron el carrete se dieron cuenta de que no aparecía absolutamente nada. Tita había pagado por unas fotos que, sencillamente, no existían. “La gente de Marbella quería saber cosas de ella pero lo de las persecuciones no era algo nuevo ni mucho menos. Estaba claro desde el principio que cuando se casó con Espartaco Santoni ya iban a por ella. Y mucho más con lo traumático que fue todo aquello, con deudas de él que casi la dejan en la ruina. Lo que me sorprende es que siempre fuese tan fría y educada a la hora de tratar con la prensa a pesar de que no la dejaban en paz”, asegura este periodista del entorno marbellí.

“Ella y ‘Heini’ no salían en exceso de Mata Mua pero cuando lo hacían daban lugar a momentos de lo más curiosos, saludando a la gente y caminando como si fuesen dos personas más. Parecía que ella lo había convertido en un hombre mucho más cercano, más accesible y con una imagen mucho más cálida que la de ese frío señor dedicado a coleccionar arte”, asegura un fotógrafo. Esa imagen se iría consolidando con el tiempo, ya que ella estaba segura de convencerle para que trajese a España su cuantiosa colección de arte. Inglaterra, Alemania, Francia y Japón la habían pretendido sin éxito. Seguramente, el encanto de Marbella tuvo bastante que ver a la hora de que el barón viese España como un marco perfecto para las obras que poseía.

Si Tita descubrió las mieles del arte, el barón descubrió, de su mano, las de los paisajes de una España que desconocía. “Eso también lo veíamos aquí en Marbella. Él era el serio y ella la risueña. Y a pesar de que muchos decían que el matrimonio era puro interés la gente de Marbella ignoraba todo eso. A la gente de aquí les caía muy bien”.  Marbella fue uno de esos descubrimientos del barón, y el amor a este particular ‘paraíso del famoseo’ el que también acabó llevando el Museo Thyssen a Málaga. “Ella casi se enemistó con los organismos de Sevilla por eso. Le habían pedido que llevase parte de la colección allí pero no quiso hacerlo. Finalmente le pudo su pasión por Málaga”, asegura otro de los periodistas que, un día y a pesar de llevar la cámara bien sujeta, casi se da de bruces contra un árbol llevándose consigo todo el equipo: “Era una locura perseguirla por todas partes y aquello casi me cuesta una caída grave. No veía lo que había detrás de mí y me acabé cayendo al suelo con la cámara y todos los cables desperdigados en la acera”.

Sin embargo, los periodistas y fotógrafos que la persiguieron entonces tienen claro quién es la baronesa Thyssen y cómo se la debe apartar, a la hora de hablar de ella, del resto de ‘famoseo’ que pulula por Marbella. “Ella simbolizaba el ‘glamour’, el mismo que nos trajeron Deborah Kerr y otras estrellas. Luego vinieron Gil, el ‘Malaya’ y la madre que los parió”, aseguran. Con ‘glamour’ o sin él, Tita Cervera sigue siendo un reclamo seguro para la ciudad y allí sigue acudiendo siempre que se lo piden. La última vez, esta misma Semana Santa, cuando recibió la Mantilla de Honor en Semana Santa en los Premios Cofrades 2013, entregados en el Palacio de Congresos de Marbella. Se mezcló  con los legionarios y demostró una vez más que Marbella es su refugio, su paraíso particular, el lugar donde, perseguida o no por los paparazzi, la baronesa Thyssen es más Carmen Cervera que nunca. 

Se llama Mata Mua (Érase una vez) y no es el cuadro de Paul Gauguin que lleva ese título, sino la casa marbellí, de 1.000 metros cuadrados, de Tita Cervera, que esta semana ha sobrepasado la barrera de los 70 años. Allí fue donde concedió una entrevista a ¡Hola! en 2009, para refugiarse de las incipientes disputas con su hijo. Décadas atrás, cuando el barón todavía vivía, Mata Mua era un auténtico paraíso en el que Tita disfrutaba de su papel de mecenas del arte y donde, en agosto de 1986, un año después de su  matrimonio con el barón, fue elegida Lady España. Dos fotógrafos y un periodista que la persiguieron durante años recuerdan para Vanitatis aquella noche del 10 de agosto y el día a día del barón y la baronesa en una Marbella dorada: “La del nombramiento de Lady España fue una noche impresionante. Iba vestida de blanco y llevaba un volante en la espalda. Además le regalaron un caballo y ella llegó incluso a bautizarlo”, recuerdan.

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