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Guerra interna en el mundo del 'cuore'
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Guerra interna en el mundo del 'cuore'

“Somos los que buscamos las noticia, las generamos y las fabricamos y, sin embrago, somos los menos valorados”. Esta es la queja general del colectivo de

Foto: Guerra interna en el mundo del 'cuore'
Guerra interna en el mundo del 'cuore'

“Somos los que buscamos las noticia, las generamos y las fabricamos y, sin embrago, somos los menos valorados”. Esta es la queja general del colectivo de fotógrafos españoles de prensa del corazón, que la pasada semana se reunía en Madrid para analizar la crisis del sector y tomar medidas conjuntas. La idea es crear una asociación de reporteros de prensa social que vele por los intereses comunes de un sector amenazado entre otras cosas por la competencia de la televisión y los medios digitales. Redactarán unos estatutos y estipularán unos precios mínimos de venta en tiempos en los que la crisis ha supuesto una caída desorbitada de sus ingresos, ya que las revistas cada vez pagan menos por el material. Ellos entienden que su relación con las portadas a las que abastecen está basada en el “abuso”.

“Mientras en otros países los derechos de los fotógrafos están regulados, en España cada uno va a lo suyo, queremos firmar nuestros trabajos, como se hace en el Reino Unido, de manera que si una foto se vuelve a publicar, podamos reclamar la parte que nos corresponde. Si en otros países se hace, no entendemos por qué en España, con la cantidad de material que se genera, no es posible”, señala uno de los reporteros de los que ha partido esta propuesta en conversación con Vanitatis. “No es normal que si yo hago una foto de Halle Berry, la cobre ahora, pero si esa misma foto se publica dentro de tres meses en Australia, no perciba ni un euro. Nuestro trabajo se convierte así en un archivo gratis para algunos medios y esto es lo que intentaremos impedir, firmando nuestros trabajos”, comenta un paparazzi.

Otro de los temas abordados en la reunión de hace unos días fue el concerniente a los precios de las fotografías que cada semana salen al mercado. Hasta la fecha no existe ningún órgano regulador que estipule los precios por imagen, lo que ha provocado que en época de crisis los trabajos prácticamente se regalen con tal de ser vendidos, algo que ahora con la creación de esta asociación se evitaría. Para ello, los fotógrafos se comprometen por el bien de la información a "no saturar el mercado en detrimento del valor del material" a la vez que prometen "informar de una forma responsable y trabajar siempre respetando las leyes y las buenas maneras".

“Cada uno ha hecho la guerra por su lado, pero ahora con unos estatutos, unos derechos y unas obligaciones, iremos todos juntos de la mano”, aseguran los paparazzi. El problema para ellos es que grandes reportajes que hace un año costaban 20.000 euros, ahora se están pagando por menos de la mitad. La mayor parte de las revistas no puede hacer frente a estos gastos y el resultado ha sido muy negativo para ellos, ya que las fotos se han llegado a vender hasta por 20 euros la unidad.

Las revistas se defienden. “No somos hermanitas de la caridad. Si este modelo no les gusta, quizá otro no sea imposible, porque la caída de la publicidad ha sido bestial, y no podemos hacer frente a gastos superiores”, declara el responsable de una de las cabeceras del kiosco rosa. “Nosotros solemos negociar con las agencias, no con los fotógrafos. Entendemos que si tienen un problema es con las agencias, no con nosotros. Entendemos que consideren la republicación de imágenes como un abuso, pero ellos también tienen sus tretas para engordar el precio de sus reportajes”, asegura otro.

“No somos profesionales de 2ª clase”

Otra de las quejas de los fotógrafos es la mala reputación que tienen dentro del sector de la prensa, que en numerosas ocasiones no solo menosprecia su trabajo, sino que se les pone impedimentos para realizarlo. “Un paparazzi va a una gala con el carné de fotógrafo oficial y no se le permite entrar. Sin embrago, un periodista de otro medio considerado serio sí, esto no es justo, todos somos prensa y nosotros no somos profesionales de segunda”, asegura uno de ellos.

Ante lo que consideran un abuso de ciertos personajes que a la hora de fotografiarles o perseguirles utilizan a las fuerzas de seguridad del Estado para impedir que ellos realicen su trabajo, los paparazzi están dispuestos a formalizar una defensa jurídica común. Hasta el momento, las escasas denuncias interpuestas por algunos fotógrafos agredidos, se han llevado de manera individual. “Los famosos se quejan de que son perseguidos por terroristas. La pionera fue Isabel Pantoja y desde entonces con este pretexto se nos ha impedido hacer nuestro trabajo. Estamos dispuestos a reunirnos con el Ministerio del Interior de cara a que no se vulneren nuestros derechos. Una vez que estemos asociados será más sencillo evitar el abuso y ejercer nuestra defensa ante los tribunales en casos como los de Cayetano Martínez de Irujo, al que un juez ha condenado por una falta de lesiones”.      

Por último, los fotógrafos hacen autocrítica porque son conscientes del intrusismo reinante en su sector, algo que ha afectado a aquellos que llevan años dedicados a esta actividad. “La falta de profesionalizad de algunos trabajadores ha llevado a que paguemos justos por pecadores. Los fotógrafos somos un grupo preparado, con larga experiencia y conocedores del mercado en el que nos movemos. Desde la asociación se intentará impedir que cualquiera realice fotos en sus ratos libres. Solo así será posible mejorar la actividad de nuestro sector”, concluyen. 

“Somos los que buscamos las noticia, las generamos y las fabricamos y, sin embrago, somos los menos valorados”. Esta es la queja general del colectivo de fotógrafos españoles de prensa del corazón, que la pasada semana se reunía en Madrid para analizar la crisis del sector y tomar medidas conjuntas. La idea es crear una asociación de reporteros de prensa social que vele por los intereses comunes de un sector amenazado entre otras cosas por la competencia de la televisión y los medios digitales. Redactarán unos estatutos y estipularán unos precios mínimos de venta en tiempos en los que la crisis ha supuesto una caída desorbitada de sus ingresos, ya que las revistas cada vez pagan menos por el material. Ellos entienden que su relación con las portadas a las que abastecen está basada en el “abuso”.