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Adolfo Suárez, de los días de vino y rosas a los años de desdicha
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REPASO A LA VIDA FAMILIAR DEL EXPRESIDENTE

Adolfo Suárez, de los días de vino y rosas a los años de desdicha

Guapo, con buena planta y con ese punto chuleta de chico de barrio que entusiasmaba a las madres. Tenía una familia de cinco hijos que los españoles vieron crecer hasta que ellos mismos decidieron pasar a la clandestinidad. Luego llegaron sus bodas. Eran

Adolfo Suárez fue el primer político que se percató de la importancia de la familia en la vida pública. Una manera indirecta de llegar a los ciudadanos, que utilizaba con gran éxito en Estados Unidos el clan Kennedy. Sorprendió aquel reportaje en ¡Hola! donde se veía al primer presidente de la democracia posando con su mujer Amparo y los cinco hijos en un ambiente totalmente familiar. Como era algo inusual, fue un éxito y tuvo gran repercusión en la calle. Cuenta la leyenda que eso le hizo ganar muchos votos e incluso ganar las elecciones. Aunque en realidad la idea no partió de Suárez ni de ningún asesor, sino de su mujer. No tenía que ver con temas propagandísticos, se lo había pedido Eduardo Sánchez, propietario de la publicación, que era un lince con este tipo de noticias. Ese posado sería el precursor de otros muchos que después imitaron Calvo Sotelo, primero, y Felipe González, después. Actores, cantantes nacionales e internacionales empezaban a compartir portadas con presidentes y líderes de partidos políticos.

Adolfo Suárez (I.C.)En aquel momento, Adolfo Suárez presentaba la imagen de triunfador. Guapo, con buena planta y con ese punto chuleta de chico de barrio que entusiasmaba a las madres. Una familia de cinco hijos que los españoles vieron crecer hasta que ellos mismos decidieron pasar a la clandestinidad. Las fiestas familiares se organizaban en torno a los cumpleaños, donde cada hijo podía pedir su menú preferido, y resto de fechas señaladas como Navidad, Nochebuena y 6 de enero, cuando aparecían los Reyes Magos en vivo y en directo. No había mayores conflictos en la casa de los Suárez y, salvo los problemas relacionados con la jefatura de Gobierno, la tranquilidad era la norma de un hogar que no funcionaba a golpe de corneta, pero donde Amparo era muy estricta con los horarios. Rara era la vez en que cuando el Presidente terminaba su jornada sus hijos estaban despiertos. Durante años se recordaba en casa el 23-F y cómo el padre y esposo se había enfrentado públicamente a los golpistas.

Los hijos volvieron a ser personajes públicos por temas muy diferentes. Adolfo y Sonsoles por sus bodas. El primogénito de los varones se casó con la hija de Samuel Flores y la pequeña de la casa con Pocholo Martínez-Bordiú. Una ceremonia que dio para mucho y donde el padre y padrino sabía desde el instante que se dieron el “sí, quiero” que eso no iba a ninguna parte, como así fue. Su rostro aquel día era un poema. Pero como los hijos tienen que equivocarse, no dijo nada. En este aspecto el Presidente fue muy cauto y sobre todo se dejaba aconsejar en los temas internos por su esposa.

Amparo fue una mujer fuerte en sus emociones que nunca dejó que ciertos rumores hicieran mella en su vida conyugal. Cuando supo que estaba enferma organizó un cónclave para que todos supieran los pasos que iba a dar, empezando por el traslado hasta la Clínica Universitaria de Navarra. Murió en mayo de 2001. En la familia Suárez, los asuntos relacionados con el cáncer no han modificado el carácter positivo de todos ellos. Cuando a Mariam, la primogénita, se lo diagnosticaron, se repitió el protocolo de la madre. Cuando sufrió la recaída, ya embarazada de su segundo hijo, prefirió esperar a que naciera para darse la quimioterapia. Hubo apoyo total a la decisión que como madre había tomado para no interferir en la evolución del futuro bebé. Cuando murió en el 2004, Adolfo Suárez ya había empezado a vivir en su mundo interior. Y cuando llegó el tercer aviso de tragedia, con la enfermedad de la pequeña Sonsoles, también afectada, el padre ya no estaba en la realidad. El Alzheimer hacía ya estragos en su memoria. Quizá habían sido demasiados golpes en tan poco tiempo.

placeholder Adolfo Suárez y su mujer Amparo Illana (I.C.)

Mientras fue político ejerciente, vivió para y por su compromiso con los ciudadanos que le habían votado. La familia fue su soporte y Amparo su compañera de viaje, a la que dedicó por completo sus últimos siete años de vida. Antes de perderse en su interior, justo después del acto de presentación de su hijo Adolfo como candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha en el 2003, contaba en una charla distendida: “He sido y soy un privilegiado con una familia que ha sido el motor de mi vida”. Dos años después, Adolfo Suárez Illana contaba en una entrevista que su padre padecía una demencia senil degenerativa. Tenía 71 años.

Adolfo Suárez fue el primer político que se percató de la importancia de la familia en la vida pública. Una manera indirecta de llegar a los ciudadanos, que utilizaba con gran éxito en Estados Unidos el clan Kennedy. Sorprendió aquel reportaje en ¡Hola! donde se veía al primer presidente de la democracia posando con su mujer Amparo y los cinco hijos en un ambiente totalmente familiar. Como era algo inusual, fue un éxito y tuvo gran repercusión en la calle. Cuenta la leyenda que eso le hizo ganar muchos votos e incluso ganar las elecciones. Aunque en realidad la idea no partió de Suárez ni de ningún asesor, sino de su mujer. No tenía que ver con temas propagandísticos, se lo había pedido Eduardo Sánchez, propietario de la publicación, que era un lince con este tipo de noticias. Ese posado sería el precursor de otros muchos que después imitaron Calvo Sotelo, primero, y Felipe González, después. Actores, cantantes nacionales e internacionales empezaban a compartir portadas con presidentes y líderes de partidos políticos.

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