María Chávarri, una dama entre señores medievales en el castillo de su marido

Poco dados a prodigarse en actos públicos, María Chávarri y su esposo Javier Soto se han convertido en uno de los matrimonios más estables del panorama social. A pesar de que pocos apostaban por una boda en la que se unían dos de las ramas de la alta aristocracia del país, diez años después de darse el ‘sí quiero’ son una pareja que no repara en mostrar su afecto públicamente.

Durante todo el fin de semana pasado, el castillo del Belmonte (Cuenca) se convirtió en el escenario del primer campeonato mundial de lucha medieval. Javier Fitz-James de Soto, el nuevo gestor de una de las joyas arquitectónicas de nuestro país, se ha volcado en un evento que ha reunido a más de 10.000 espectadores y en el que han participado más de 500 luchadores de 19 países.

A pie de obra, desde primera hora de la mañana, supervisando todos los detalles, Javier Soto atendía a los medios, mientras María se convertía en la anfitriona perfecta de un gran número de amigos que no quisieron perderse la nueva aventura empresarial en la que se ha embarcado el matrimonio.

Desde que en el año 2010, Fitz-James Stuart de Soto decidiese acometer la obras de rehabilitación de una fortaleza que perteneció a Eugenia de Montijo y que con el paso de los años pasó a ser propiedad de la Casa Ducal de Peñaranda, de la que el abuelo de Javier fue duque, María Chávarri se ha convertido en el apoyo incondicional de su marido, hasta el punto de acompañarle en las visitas guiadas que hace dentro del castillo y compartir con entusiasmo los nuevos proyectos que tiene en mente, de cara a promocionar las actividades culturales que se llevarán a cabo próximamente en las instalaciones.

En un discreto segundo plano, la nieta del marqués de Santo Floro disfrutó durante todo el fin de semana de las peculiaridades del combate medieval, eso sí, muy pendiente de su marido con quien compartió charlas distendidas y muestras de cariño.

Diez años de amor

Tras un año de discreto noviazgo, Javier y María (hermana de Marta Chávarri, exmujer del marqués de Cubas que protagonizó un polémico affaire con Alberto Cortina) se casaban el 18 de octubre de 2003 en la finca El Guadalperal, propiedad que la familia del novio tiene en Extremadura. Una ceremonia íntima y familiar que daba por fin la estabilidad a Fitz-James Stuart de Soto, después de su misteriosa boda en Londres con Isabel Sartorius a finales de 1996, que tan solo duró unos meses y de la que nació su hija Mencía.

A pesar de la sorpresa inicial y de que pocos apostaban por la continuidad de esta relación, el tiempo y sus dos hijos, Sol y Álvaro, han demostrado que el suyo es un matrimonio estable.

Javier ha intentado inculcar a sus hijos su pasión por la historia y por sus antepasados y la familia al completo disfruta varios fines de semana al año del pequeño apartamento que ha instalado dentro de la fortaleza. “Ellos corren por ahí y lo pasan bomba. Les das una espada de madera y punto”, comentaba Javier hace unas semanas ante las cámaras de TVE durante un reportaje grabado dentro del castillo.