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El bailarín Ángel Corella se va de España y deja de bailar
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NO ES PROFETA EN SU TIERRA

El bailarín Ángel Corella se va de España y deja de bailar

En los últimos años, la lucha a la que ha tenido que hacer frente el bailarín contra las principales instituciones españolas no ha servido de nada

Foto: El bailarín, en una imagen de archivo
El bailarín, en una imagen de archivo

Al final ganó Goliat y David ha decido colgar las zapatillas. En los últimos años, la lucha a la que ha tenido que hacer frente Ángel Corella contra las principales instituciones españolas no ha servido de nada. El bailarín está agotado, desilusionado, “pero aún así hemos intentado mantener la sonrisa, la cabeza bien alta y hemos seguido haciendo cosas de calidad. Ha quedado demostrado que en España el Gobierno no está interesado en culturizar a sus borregos”.

Y añade que “de todo se aprende y positivo mucho lo negativo. He aprendido de quién no me pudo fiar, cómo reacciona la gente ante determinas situaciones, voy con más cautela, no me fío muchas veces de lo que me dicen y siempre tengo la mosca detrás de la oreja”. Parece mentira que esto le ocurra a alguien que ha llegado a ser el primer bailarín del reconocido American Ballet del Metropolitan Opera House de Nueva York, el gran templo de la danza a nivel mundial. Con Ángel se demuestra, una vez más, que muy poca gente es profeta en su tierra.

Hace un año nos confesaba en exclusiva a Vanitatis que “tengo un gran sentimiento de frustración, pero no soy masoca. Después de diez años apostando por lo que creo, lo voy a tener que dejar. Me están echando a patadas de aquí”. Y parece ser que lo han conseguido. “Dentro de poco se acabó el Ángel Corella bailarín y se acabó el estar en España. Me voy al extranjero. Aún no puedo decir qué avión voy a coger, pero lo que está claro es que, finalmente, no me quedo. Rechacé ser el director de la compañía de danza de Nueva Zelanda porque al estar tan lejos era muy complicado ver a mi familia, pero ya he decidido que me voy a otro lugar. Y sí, me retiro de bailar. Cada vez que salgo al escenario el proceso de preparación es muy largo, uno ya tiene una edad –38 años– y hay que dejar sitio a la gente que viene detrás. Así que esta va a ser una de las últimas veces en las que me verán bailar en España”, señala el bailarín.

La Familia Real, entre sus mayores fans

La cosa tiene su miga. Porque aquí tiene unos fans muy especiales. “La infanta Elena nos apoyó, la reina doña Sofía también y Letizia ha venido a vernos en muchas ocasiones. De hecho, la última vez que representamos en Barcelona vino de incógnito, nos lo dijeron con quince minutos de antelación, se sentó por la cuarta fila y salió muy contenta. No nos hizo tanta gracia que le pillaran algunos fotógrafos”. A modo de consuelo, asegura: “Al menos hay alguna institución que te acoge, que te quiere y que te hace sentir español”.

Sobre la princesa de Asturias, que está continuamente en el punto de mira, el coreógrafo y bailarín aseguró que “es una persona muy agradable y encantadora, al igual que el Príncipe. Cada vez que les veo me dan un abrazo y me hacen sentir como un conocido de toda la vida. Por ellos sí que siento el respeto por quien soy hacia el mundo de la danza”.

Ha invertido mucho en un sueño

Ángel no puede evitar sentirse nostálgico. A principios de este año tuvo que disolver su compañía Barcelona Ballet porque ya no podía con todos los gastos. Y, con todo el dolor de su corazón, tuvo que despedir a gran parte de su gente. “Es una gran tristeza. Llegamos a ser hasta 70 personas, representamos completamente El lago de los Cisnes y ahora sólo somos 16 bailarines. Ya no tengo la presión de los sueldos porque ahora somos un grupo más manejable y podemos ir de un sitio a otro de una forma más fácil”.

No quiere volver a recordar todo lo que ha perdido para invertir en su sueño de crear una buena compañía de danza española: su apartamento de Nueva York, su casa de Sant Feliu de Guíxols donde era vecino de la baronesa Thyssen, su piso de Madrid, su propiedad en la Granja de Sant Ildefonso y así hasta centenares y centenares de miles de euros que han caído en saco roto. “Eso ya ha pasado y no me recreo en ello. Lo importante es seguir adelante y realizar los sueños que aún me quedan. Al menos, mi escuela de Barcelona, el Centro de Danza Ángel Corella, seguirá abierta porque tenemos más de doscientos y pico alumnos y mi hermana Carmen está y estará al frente de ella aunque yo me marche”.

Desde la cocina de su casa barcelonesa, de la que ha retirado todos los muebles del salón para darle una nueva capa de pintura –“es que soy un manitas, un chollazo. Nunca paro”–, sigue sin creerse lo que está ocurriendo en España con la danza, uno de los pocos países importantes que no tiene una compañía nacional. Sin ánimos de querer fardar ni de mostrar su ego –quienes le hemos tratado, podemos afirmar que es un ser tan humilde como encantador y cercano–, afirma que “cuando hablo con Hillary Clinton y le comento la situación no se la puede creer. Me escribió una carta de apoyo para que presentara al Gobierno de España, a la Generalitat de Cataluña y a la Diputación. Me puso en contacto con el director del Metropolitan de Nueva York, con el director de la Ópera de Paris, el del Kennedy Center, que también me escribieron otra carta… y no me han hecho ni caso. El ministro de Cultura, Wert, no me conoce y Ferran Mascarell –consejero de cultura de la Generalitat de Catalunya– nunca ha tenido tiempo para reunirse conmigo”, señala un Corella indignado.

Su nuevo espectáculo

Así nos lo aseguró durante la presentación en Barcelona de su nuevo espectáculo, A+A, que lo presenta en dos bloques; el primero, en el que actuará junto al virtuoso libanés del violín Aran Malikian, y en el segundo, en el que cinco bailarines compartirán escenarios con los cinco músicos de la orquesta, todo ello ambientado en un restaurante de Nueva Orleans en los años veinte. El primero estará en cartel del 4 al 8 de junio en el teatro Tívoli y el segundo del 11 al 15 de junio.

Para aliviar la tensión de la conversación, en la que Corella jamás pierde la sonrisa y el optimismo, nos comenta que “trabajar con Malikian es una maravilla. La energía y la pasión con la que toca el violín, cómo lo usa para transmitir la música, su particular estilo en el escenario, ese pelo… Es algo inolvidable. Una amiga mutua nos dijo que sería alucinante juntarnos y como siempre ando buscando proyectos originales y diferentes en la danza clásica para innovar y atraer públicos diferentes decidí probar la fórmula. El segundo espectáculo también es muy original”.

Al final ganó Goliat y David ha decido colgar las zapatillas. En los últimos años, la lucha a la que ha tenido que hacer frente Ángel Corella contra las principales instituciones españolas no ha servido de nada. El bailarín está agotado, desilusionado, “pero aún así hemos intentado mantener la sonrisa, la cabeza bien alta y hemos seguido haciendo cosas de calidad. Ha quedado demostrado que en España el Gobierno no está interesado en culturizar a sus borregos”.

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