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Hubertus de Hohenlohe, amigo de Schumacher: “Michael mejora rápido”
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Los Hohenlohe inauguran El Patio en Marbella Club

Hubertus de Hohenlohe, amigo de Schumacher: “Michael mejora rápido”

"Espero tenerlo aquí pronto tomando algo", dice el aristócrata de quien se dijo que esquiaba con él cuando ocurrió el fatídico accidente que le mantiene en cama

Foto: Hubertus Hohenlohe
Hubertus Hohenlohe

Marbella recuperó por unas horas ese aire chic que sólo saben darle los Hohenlohe atrayendo a ese minúsculo reducto a aristócratas sedientos de luz y buena vida. El motivo de concentrar en la casa de Alfonso de Hohenlohe tanta belleza centroeuropea fue la inauguración de El Patio, un nuevo concepto inventado por el heredero del imperio, Hubertus. “Hemos querido recuperar lo que fue la historia de este hotel con un concepto muy cool. He decorado las mesas, los tapetes, las fotografías y Simona, mi mujer, ha abierto una tienda. Quiero que la gente se sienta como si aún estuviese aquí mi padre”, dice Hubertus. Y lo consiguió.

Sin políticos, sin nuevos ricos que pretenden envilecer la ciudad. Hubertus ha heredado esa especie de radar que tenía su padre para detectar a los horteras y neutralizarlos por el efecto buganvilla.

Por unas horas la decadencia de la ciudad se ancló en el olvido y, aunque sólo fuese a través de proyecciones en sus inmaculadas paredes, se pudieron ver los últimos vestigios de la aristocracia centroeuropea que echó raíces en Marbella casi en tiempo real. Allí estaban los burritos deambulando por la Finca Santa Margarita al lado de esos aristócratas que no necesitaban cordones en los zapatos para tener entidad propia. Al acto acudieron Gunilla Von Bismarck, que acaba de ser abuela otra vez de “un pequeño Luisito” como su abuelo, y también Philippe Junot y el conde Rudy.

La familia del Príncipe “Olé, olé” (como rebautizaron a los Hohenlohe en Marbella) y los íntimos se reunieron en el Marbella Club, ese núcleo por antonomasia de la historia de Marbella, para celebrar el nuevo concepto low cost que hará posible que gente de todas las clases sociales puedan asomar su cabeza por este santuario de la jet para tomar un piscolabis asequible a cualquier bolsillo. El Patio cuenta con una carta perfectamente diseñada con precios de tapas a 5 euros o cócteles de supervivencia de aloe vera a 10. Los tiempos están cambiando y los aristócratas pioneros de esta costa son conscientes de ello.

A Hubertus von Hohenlohe se le situó de manera errónea en el grupo de amigos que esquiaba con Michael Schumacher cuando sufrió el accidente en la estación francesa de Méribel. Este portal desmintió en su día que Hubertus estuviese allí, algo que las portadas europeas daban como noticia: “Es cierto que compartí jornadas de nieve con él hace algunos años. Puedo decir que es un magnífico esquiador, elegante, con feeling sobre las tablas y con muy buena técnica. Es muy prudente y no alguien capaz de jugarse la vida por ganar un puñado de segundos antes de llegar abajo, pero no estuve con él cuando se accidentó”. El aristócrata explica: “Hace poco hablé con la familia de Schumi y me dijeron que sigue recuperándose de las graves lesiones sufridas en su accidente. Eso es muy bueno. Mejora rápido y espero tenerle pronto aquí tomando algo”.

Carolina de Mónaco ‘la complicada’

Philippe Junot estaba más animado que nunca en el evento de su casta. No ha ido al cine a ver la película de Grace Kelly, pero promete verla. En El Patio hizo muy buenas migas con María José Santiago, que le cantó alguna coplilla al oído y le contó que su exsuegro Raniero tiene antepasados en Cádiz y que también eran familia de ella. En fin, una buena simbiosis.

Allí le preguntamos qué le separó realmente de su exmujer, Carolina de Mónaco, con la que estuvo casado cinco años, y contestó: “La tentación me alejó de ella. Tantas fiestas, tanto ir y venir… Es difícil luchar contra las tentaciones en la vida”. También explicó que “el carácter de Carolina no es fácil y, aunque no lo parece, no es tan fuerte como ha aparentado”. ¿Nostalgia? “No, nunca he sentido la nostalgia de Mónaco. Creo que el término nostalgia es más femenino que masculino”, dice Junot.

Gunilla no quiere una “nietecita que se llame Guni” ni que la saquen en selfies que salgan en Facebook. Cuando alguien se le acercaba para una foto decía: “No, no, que luego las ponéis en Face”. La aristócrata acaba de ser abuela otra vez. El nieto lleva el nombre de Luis. “No paran de hacerme abuela, Francisco esta aquí con sus dos pequeños y pasamos el verano juntos”, dice mientras Luís Ortiz pasea con orgullo la instantánea de su “pequeño chori”.

Y como denominador común todos hablaban de la que será la Gala del Verano: La Concordia, con la princesa Maria Luisa de Prusia y el conde Rudy como anfitriones. “Este año se hará en la finca de La Concepción”, apunta a Vanitatis el aristócrata alemán. “La casita del Príncipe donde siempre lo hacemos en Marbella Club esta alquilada por dos familias de África, así que estrenamos espacio nuevo”, prosigue. Hace unos días, Shopie, su hija y ahijada a su vez de la reina Sofía, estuvo en Zarzuela invitada al evento de proclamación. “La Reina está ahora con más tiempo y quién sabe si puede haber sorpresas”, dice el aristócrata.

Mientras tanto, el presente se agazapa en el pasado y la elegancia de la sencillez se impone por un rato en Marbella, esa que conquistó a la sociedad internacional más exquisita y de la que Alfonso de Hohenlohe se llevó merecidamente los honores.

Marbella recuperó por unas horas ese aire chic que sólo saben darle los Hohenlohe atrayendo a ese minúsculo reducto a aristócratas sedientos de luz y buena vida. El motivo de concentrar en la casa de Alfonso de Hohenlohe tanta belleza centroeuropea fue la inauguración de El Patio, un nuevo concepto inventado por el heredero del imperio, Hubertus. “Hemos querido recuperar lo que fue la historia de este hotel con un concepto muy cool. He decorado las mesas, los tapetes, las fotografías y Simona, mi mujer, ha abierto una tienda. Quiero que la gente se sienta como si aún estuviese aquí mi padre”, dice Hubertus. Y lo consiguió.

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