La dulce Tamara, toda una experta en jugar al despiste con la prensa

Se confirma lo que era un secreto a voces. Entre Tamara Falcó y Enrique Solís hay algo más que una simple amistad a juzgar por las imágenes que publicaba la revista ¡Hola! este miércoles. En las fotografías los dos jóvenes delatan que si no son pareja, están muy cerca de serlo.

No ha sido fácil captar las citadas imágenes. Ellos son los cachorros con más pedigrí del panorama social -ella es hija de Isabel Preysler y el Marqués de Griñón y él hijo del Marqués de la Motilla y de la socialite sevillana Carmen Tello-, y, por eso, los fotógrafos no dudaron en hacer guardia en casa de Tamara desde que se iniciaron las primeras sospechas.

Paparazzi consultados por este portal lo confirman: “Cuando saltó la noticia toda la profesión pasó por la casa de Tamara. A piñón. Día y noche. Se les intentó captar una foto juntos, pero fue imposible. Felicito a quien lo haya hecho finalmente porque se habrá llevado un buen pellizco”.

La más cándida de todas las Preysler es un hueso duro de roer. Tras esa imagen dulce e inocente se esconde una mujer que domina y conoce a la perfección el negocio del corazón. No le ha temblado el pulso a la hora de perder a los paparazzi costara lo que costara. Célebres son sus más y sus menos con el volante y, por lo menos esta vez, el tópico es cierto: Tamara, con tal de perder a los fotógrafos ha salido escondida de su casa, ha conducido en dirección prohibida e incluso llegó a meter su coche en un parking para luego coger un taxi y así no ser vista junto a Solís. Sin ir más lejos, y en una maniobra más para jugar al despiste, en la fiesta de la revista Hoy Corazón “Corazones solidarios” la pareja llegó por separado, se evitó mientras duró el evento y más tarde salieron a cenar juntos logrando evitar cualquier foto comprometedora.

La hija del marqués de Griñón se ha dejado ver, incluso, en compañía de otros jóvenes con tal de calmar las aguas y que, de esta forma, se dejara de especular con su posible noviazgo con Enrique. Tal es el caso, que hace escasas semanas, se le pudo ver en la portada de la revista Love, en compañía de un gran amigo, Igor de la Sota, un vasco afincado en Madrid y perteneciente a una de las familias más acaudaladas de Bilbao.

Sin embargo, y tras marear mucho la perdiz, “la pareja de amigos” ha bajado la guardia y por fin se les ha podido captar en una forma más cercana al amor que a la amistad. Si bien también es cierto que no hace mucho la joven dijo que su director espiritual no le dejaba tener una noche loca con él, declaraciones de las que Vanitatis se hizo eco, no menos cierto es que las imágenes evidencian, más que locura o pasión, amor y ternura. Como diría Tamara, que sea lo que Dios quiera.