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Mayra Gómez Kemp responde otra vez: “He sobrevivido a muchas cosas"
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publica sus memorias '¡y hasta aquí puedo leer!'

Mayra Gómez Kemp responde otra vez: “He sobrevivido a muchas cosas"

La primera mujer en presentar un cierto tipo de concurso y la primera en convertirse en un fenómeno sociológico presenta un libro de memorias

Si algo se puede decir de Mayra es que fue una pionera. Ahí van los datos: fue la primera mujer en presentar un cierto tipo de concurso y la primera en convertirse en un fenómeno sociológico más allá de la pequeña pantalla. Ahora también es una de las primeras en lanzar un libro sin trampa ni cartón, ¡Y hasta aquí puedo leer! (ed. Plaza y Janés),en el que cuenta no pocas verdades sobre su carrera y su vida. Pocas veces el lector que lee unas memorias sobre un personaje televisivo puede ir más allá del eterno tópico de ‘personaje querido de la pequeña pantalla’. Aquel que lea sus páginas podrá encontrar datos sobre sus ideas, sus amigables disputas con hombres en el mundo de la televisión o su optimismo a la hora de luchar contra el cáncer.

A la hora de enfrentarse a esta entrevista en la cafetería del Hotel de las Letras, Mayra también se sale de cualquier lugar común establecido sobre ella. “Por favor di que yo no soy la de ninguna red social, que hay gente que se hace pasar por mí en Facebook o en Twitter”, nos pide llegado cierto momento. La presentadora más emblemática del Un, dos, tres no se corta a la hora de opinar sobre la televisión de hoy en día, el aborto, la política en tiempos de crisis o la forma de encarar su cáncer de lengua. “Yo no sabía qué iban a encontrar hasta que no acabase la operación. Encima de lidiar con el cáncer, es duro verte desfigurada, sin poder hablar, sin poder tragar. Además, mi marido enfermó, yo tenía que ir a rehabilitación muchos días. Todo eso me dio tiempo a pensar. Me quedé mucho tiempo conmigo misma”, dice casi sin pestañear, con una vehemencia y una energía que dejan claro porque la Academia de la Televisión le acaba de otorgar el Premio Iris a Toda una Vida.

Nacida en La Habana de 1948 e hija de dos importantes artistas cubanos (su padre llegó a triunfar como poeta y cantante, además de dejarle una honda huella en su vida), Mayra fue una niña nómada a la que, llegada la primera juventud, le apeteció echar raíces tras su paso por Venezuela o la ciudad de Miami. “Aunque en principio vine a España pensando en un año sabático dedicado a conocer a la familia que tenía aquí, en el fondo de mi alma tuve un déja vu y pensé: “Yo ya conozco esta cultura y esta gente. Es la mía. Me quiero quedar aquí porque este es mi sitio. Estábamos al final de la Dictablanda, y a muy pocos años de la Transición. Soy de las pocas que pueden decir que he sobrevivido a Fidel, a Franco, a la Transición, a UCD, al PSOE y al PP y sigo aquí”, comenta divertida, ejemplificando ese sentido del humor que asegura que la ha hecho entenderse con mucha gente.

Tras una infancia “silvestre”, un amor a los 14 años y multitud de viajes, gran pasión que la sigue alimentando, España le dio la oportunidad de ser la Magenta de The Rocky Horror Show, la adaptación del célebre musical que supuso su primer golpe de suerte. El segundo vino a través del grupo Acuario, que nació prácticamente del plató del Un, dos, tres de los años 70, el de Kiko Ledgard. “Siendo honestos, el trío fue un invento para aprovechar el éxito del programa. Éramos tres chicas monas, sobre todo María y Beatriz que eran espectacularmente guapas, y salíamos en el momento en el que había vuelto el programa con gran éxito”. Rema, rema, marinero se convirtió en uno de sus grandes éxitos. Después, Mayra intentó seguir cantando en solitario canciones como No te dejan nacer, que no pueden estar más de actualidad pese a los años que han transcurrido. Viendo cómo se enfrenta a nosotros, a corazón abierto, es inevitable preguntarle qué opina ella sobre el aborto y sobre aquella lejana canción que parece salida de un himno próvida. “El aborto para una mujer es un drama, no es una frivolidad. Pero si hay una mujer que sabe en su fuero interno que no puede tener ese hijo, no la penalices encima. El cielo por narices a mí no me va. Además debe ser de un aburrido…”, remata.

En la parte positiva: la mujer más famosa de España

Pese a que no le ha faltado casi nada por hacer en el mundo artístico, la Mayra que ha perdurado y perdurará en el imaginario colectivo es aquella que sustituyó a Ledgard al frente del Un, dos tres, aquella por la que apostó un genio de la pequeña pantalla como Chicho Ibáñez Serrador, al que admira por encima de todo (“Viví los mejores y los peores momentos de aquel programa junto a él, pero me quedo con los mejores. Muchas veces veo en televisión algo y me digo: ‘Esto ya lo hizo Chicho”). En principio, la sustitución iba a durar unas semanas, pero finalmente se quedó al frente de un programa mítico en la que acabaría siendo su mejor etapa. El 20 de agosto de 1982 fue el inicio de una nueva vida para ella; una vida en la que ella iba a ser otra concursante más que se lo jugaba todo entre la Ruperta, las Tacañonas o humoristas como Los Morancos, que fueron ‘bautizados’ en ese plató.

Hasta la reina Sofía le dijo una vez que admiraba el programa pero ella nunca vivió aquella popularidad como un agobio o una presión: “Sería tonta del culo si en aquellos momentos hubiese pensado que no podía más o que era una lata ser famosa. La gente que dice eso es tonta. Te puede agobiar en algún momento porque también tienes malos días, como todo el mundo, y a lo mejor un día no estoy para que me reconozcan, para hacerme fotos o firmar autógrafos… La gente no se merece ni un mal gesto tuyo ni una mala palabra. Siempre he atendido a todo el mundo que se ha acercado con educación y respeto. Fíjate que no digo ni cariño, que en mi caso sí que lo recibo”.

En las páginas del libro el lector podrá encontrar, incluso, alguna que otra bronca con su admirado Chicho o lo poco que le gustaba el vestuario del programa, ese que la hacía “más mayor”. Sin embargo, el balance del espacio siempre será bueno, ya que el cariño que despertó en los telespectadores la llevó a protagonizar escenas insólitas. “Hubo una niña que llegó a la radio con su madre y mi secretaria salió a ver qué quería. La señora dijo: “Yo sólo quiero que vea a Mayra porque en el colegio le han dicho que no existe, que es un dibujo animado y la niña llora porque piensa que eso es cierto’. Salí inmediatamente y la niña no paraba de apretarme el brazo. Cuando me agaché a hablar con ella no decía nada y, al pasar un rato, se me tiró al cuello y me abrazó. Fue algo que me conmocionó”.

En la parte negativa: ¿la televisión de hoy?

Mayra también se sale de otro tópico: al contrario que muchas estrellas televisivas de su época, nunca esgrime la nostalgia como argumento para criticar la televisión que se hace ahora, aunque vivamos en la época en la que cualquiera puede asomarse a la ‘caja tonta’: “Defiendo los quince minutos de fama de todo el mundo, ¿por qué no? ¿Por qué tengo derecho yo y no otra persona? Eso me parece de una soberbia enorme”. Sin embargo, también ejerce la crítica y matiza las palabras anteriores: “Lo que define el éxito de una carrera es su longevidad. El burro puede soplar la flauta en cualquier momento, pero no puede escribir como Mozart, que ha sobrevivido siglos”. El término ‘telebasura’ tampoco es, precisamente, su favorito: “Sin embargo, también piensa que si algún día les dan la alternativa a los espectadores, que no tiene por qué ser un documental sobre los reyes godos, sino muchas cosas, a lo mejor cambian y ven otra cosa. Pese a todo, culpar a una cadena que tiene que sobrevivir con la publicidad de hacer ciertos programas, me parece mal. Yo cuando no quiero ver algo no lo veo”.

Tras su lucha contra el cáncer o contra la depresión que afrontó su marido como consecuencia de ese mal, Mayra sigue afrontando su día a día con optimismo y positividad, teniendo claro que la vida está hecha para participar en ella. “He hecho hasta circo. Tengo todavía mi carné de circo y variedades”. Y pese a haber hecho de todo, sigue quedando en el aire su viejo sueño de presentar documentales, aunque ella diga que ya está mayor para hacerlos. Puede que al leer este reportaje algún productor quiera cumplirlo. Un, dos, tres, responda otra vez.

Si algo se puede decir de Mayra es que fue una pionera. Ahí van los datos: fue la primera mujer en presentar un cierto tipo de concurso y la primera en convertirse en un fenómeno sociológico más allá de la pequeña pantalla. Ahora también es una de las primeras en lanzar un libro sin trampa ni cartón, ¡Y hasta aquí puedo leer! (ed. Plaza y Janés),en el que cuenta no pocas verdades sobre su carrera y su vida. Pocas veces el lector que lee unas memorias sobre un personaje televisivo puede ir más allá del eterno tópico de ‘personaje querido de la pequeña pantalla’. Aquel que lea sus páginas podrá encontrar datos sobre sus ideas, sus amigables disputas con hombres en el mundo de la televisión o su optimismo a la hora de luchar contra el cáncer.

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