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El acto de reconciliación de los hijos de la duquesa en la capilla de Dueñas
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MUERTE DE CAYETANA ALBA

El acto de reconciliación de los hijos de la duquesa en la capilla de Dueñas

Se reunieron los seis hijos. Rotos por el dolor le rindieron homenaje a la madre perdonando sus errores, a la vez que la madre, les perdonaba a ellos por lo mismo

Foto: Los hijos y los nietos de la duquesa de Alba, durante su funeral en Sevilla (Gtres)
Los hijos y los nietos de la duquesa de Alba, durante su funeral en Sevilla (Gtres)

La duquesa de Alba no fue una madre al uso en el sentido de mantener una relación maternal estrecha con cada uno de sus hijos, como sucede en las familias estructuradas. La de Alba no lo fue y así se ha contado públicamente en reportajes y biografías de la titular de la Casa, que mostraban una cara B con demasiados altibajos y claroscuros. De ahí que la historia maternofilial se llenara de leyendas, medias verdades y mentiras que afectaron a los hijos y les hicieron sufrir más de lo necesario.

La muerte de la duquesa cerró ese capítulo de incomprensiones y ha servido para que los hijos estuvieran más unidos. Una vez que el estado físico de la duquesa era irreversible se latrasladó a su domicilio, donde fallecería horas después. Y fue entonces cuando se produjo el acto de reconciliación en la capilla del palacio de Dueñas y donde después se le dedicarían a la duquesa las primeras oraciones.

Se reunieron los seis hijos. Rotos por el dolor le rindieron el último homenaje a la madre perdonando suserrores y equivocaciones, y a la vez la madre por boca del sacerdote les perdonaba a ellos también por lo mismo. Una ceremonia de una gran emoción, donde los hermanos sellaron también ese pacto no escrito de permanecer unidos, aunque aparentemente cada uno vaya a su aire. El perdón recíproco como una manera de saldar cuentas afectivas.

Tenso pasado en palacio

Cayetana era la institución y como tal funcionaba, y dejó en manos de amas de llaves, mozos de cuadra y personal de servicio el día a día de sus hijos. Lo que en cualquier hogar resultaría habitual, como es bañar a los pequeños, darles de cenar y ayudarles con los deberes escolares, en Liria no sucedía. Esa tarea era cosa del servicio.

Esa carencia afectiva y falta de calor familiar ha sido una constante en la vida familiar, incluso lo ha contado en varias ocasiones Cayetano. Aseguraba que había recibido una educación muy fría por parte de las nannies; una educación que era difícil de entender para un niño. “Tuve una educación bastante fría”, aseguró textualmente. Cuando murió su padre, él tenía nueve años y la relación con él era muy intensa, igual que con el resto de hijos, aunque la diferencia de edad entre ellos hizo que cada uno lo procesara de mejor o peor manera. Carlos, Alfonso y Jacobo ya eran mayores de edad, con 24, 22 y 18 años. Fernando, un adolescente de 13, y Eugenia, una niñita de 4 que no se enteró de lo que sucedía en casa.

Cuando llegó Jesús Aguirre, en cambio, fue la que más sufrió porque dormía con su madre y este segundo matrimonio trastocó esa costumbre. Cayetano se enfrentó en varias ocasiones al marido de su madre. Fernando prefería el silencio y los otros tres evitaron los combates directos con la jefa del clan. Todos estos malos rollos se fueron acumulando. El tiempo, que todo lo cura, suavizó los vínculos familiares y este último acto de reconciliación ha sido el remate afectivo.

La duquesa de Alba no fue una madre al uso en el sentido de mantener una relación maternal estrecha con cada uno de sus hijos, como sucede en las familias estructuradas. La de Alba no lo fue y así se ha contado públicamente en reportajes y biografías de la titular de la Casa, que mostraban una cara B con demasiados altibajos y claroscuros. De ahí que la historia maternofilial se llenara de leyendas, medias verdades y mentiras que afectaron a los hijos y les hicieron sufrir más de lo necesario.

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