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Los Globos de la cursilería de Clooney, el escotazo de JLo y las bromas sobre Cosby
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Los Globos de la cursilería de Clooney, el escotazo de JLo y las bromas sobre Cosby

La llamada antesala de los Oscar estuvo marcada por la locuacidad de las presentadoras, la declaración amorosa del protagonista de 'Syriana' y los escotes vertiginosos

Los Globos de Oro ya no son lo que eran. Desde que Jack Nicholson dejase sus gafas de sol aparcadas junto a su Alzheimer hay que confiar en que el verdadero anecdotario de esta mal llamada antesala de los Oscar lo den los conductores de la gala y no las comedidas estrellas que se sientan a unas mesas tan llenas de alcohol que serían la fantasía perfecta de Johnny Depp. Este domingo, Tina Fey y Amy Poehler cumplieron con creces su cometido de presentadoras gamberras y deslenguadas en una noche en la que la gloria se repartía entre BoyHood y Birdman, entre Linklater e Iñárritu, entre el esperado reconocimiento a Julianne Moore y el enésimo premio para Amy Adams. Teniendo en cuenta que hasta Billy Bob Thorton ha superado su fase gamberra de hace años, las conductoras fueron las verdaderas estrellas con una verborrea humorística que empezó con las referencias al hackeo de Corea del Norte.

Las bromas sobre el ataque de piratas informáticos a un estudio de Hollywood alcanzaron su punto álgido cuando una figurante vestida de soldado coreana se hizo una foto con Meryl Streep. El autor de la instantánea fue el espléndidamente recuperado Michael Keaton. Ni la animada foto relajó la cara de mala hostia de la soldado, que parecía una versión chunga y moderna de la Ninotchka de Lubistch. Sin restar más méritos a las estrellas, las presentadoras volvieron a dar en el clavo cuando hicieron alusión a las cada vez más frecuentes acusaciones de abusos sexuales hacia Bill Cosby. "La bella durmiente pensaba que solamente se iba a tomar un café con Bill Cosby", dijeron ante la cara de estupefacción de Jessica Chastain, cuya boca abierta tras la frase fue tan comentada en las redes sociales como su melena a lo Verónica Lake.

Y cómo iban a faltar las bromas referentes al omnipresente y recién casado George Clooney cuando compartía mesa con su flamante esposa, una delgadísima Amal Alamuddin. Tina y Amy fueron algo más benévolas y, en lugar de acordarse de aquel circo veneciano que fue la boda entre ambos, simplemente se limitaron a enumerar los muchos méritos profesionales de la abogada. Clooney se lo tomó con humor, incluso cuando subió a recoger su premio Cecil B. De Mille y se deshizo en elogios hacia su esposa aun a riesgo de que muchos y muchas lo tachasen de cursi. (Pinchar aquí para leer sus palabras)

Ante la falta de una Jennifer Lawrence que se volviese a estampar contra el suelo, hubo que confiar en que las estrellas engrosasen la lista de anécdotas, si no con su gracia, sí con su aspecto. Esta edición nos hizo entender mejor, por ejemplo, por qué Kate Hudson se tapa siempre las orejas y que Jack Black ya no es tan joven a la vista de las canas que pueblan su barba. Sin embargo, la que se llevó la palma fue Jennifer López. Su escotazo y el vestido con raja en medio centraron las miradas de todos. Incluso su compañero a la hora de presentar premio, Jeremy Renner, parecía algo desconcentrado ante esos pechos prominentes que sobresalían de un escote que dejaba poco espacio a la imaginación.

Imaginación fue la que tuvo Prince a la hora de presentar el Globo de Oro a la mejor canción. Su pelo afro y su camisa parecían más propias de una juerga del Studio 54 que del Beverly Hilton donde se celebraban los premios. Muchos fueron los que lo llegaron a confundir con el Disco Stu de Los Simpson. Los que no se confundieron fueron los que vieron por allí, ante su sorpresa, a Conchita Wurst. Como Mónica Lewinsky en otra edición, la ganadora de Eurovisión fue la invitada que hizo que el resto de invitados se preguntasen qué pintaba allí.

Ante lo dicho, parece que todo fue frivolidad en la primera gran gala de premios del cine, pero no fue así. El discurso del presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera que entrega los Globos giró alrededor de la libertad de expresión y de los atentados de París, a los que también hizo referencia el siempre comprometido George Clooney con un "Je suis Charlie". Estrellas como Helen Mirren mostraron su apoyo a la marcha que se había celebrado unas horas antes en Francia con llamativos símbolos en su vestuario. En el caso de la protagonista de La Reina fue una pluma enganchada en el escote de su vestido. Un buen emblema para una ceremonia ligera, competente y conectada, en cierta forma, con la amarga realidad de los últimos días; una realidad que es aligerada, precisamente, por entregas de premios como esta, que nos hacen ver que, entre película y película, entre tragedia y tragedia, todos pedimos a gritos nuestra pequeña dosis de frivolidad.

Los Globos de Oro ya no son lo que eran. Desde que Jack Nicholson dejase sus gafas de sol aparcadas junto a su Alzheimer hay que confiar en que el verdadero anecdotario de esta mal llamada antesala de los Oscar lo den los conductores de la gala y no las comedidas estrellas que se sientan a unas mesas tan llenas de alcohol que serían la fantasía perfecta de Johnny Depp. Este domingo, Tina Fey y Amy Poehler cumplieron con creces su cometido de presentadoras gamberras y deslenguadas en una noche en la que la gloria se repartía entre BoyHood y Birdman, entre Linklater e Iñárritu, entre el esperado reconocimiento a Julianne Moore y el enésimo premio para Amy Adams. Teniendo en cuenta que hasta Billy Bob Thorton ha superado su fase gamberra de hace años, las conductoras fueron las verdaderas estrellas con una verborrea humorística que empezó con las referencias al hackeo de Corea del Norte.

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