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Matador, el club madrileño de los 100 ricos
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Matador, el club madrileño de los 100 ricos

Es uno de los rincones más selectos. Punto de encuentro de reconocidos empresarios, banqueros, miembros de la aristocracia y personalidades de la alta sociedad patria

Es uno de los rincones más selectos de España. Un punto de encuentro de grandes y reconocidos empresarios, banqueros, miembros de la aristocracia, personalidades del arte y la cultura y representantes de la alta sociedad madrileña. Un lugar exclusivo donde la máxima es la discreción. De hecho, para acceder a él hay que traspasar una puerta cuya llave de acceso es la huella dactilar.

Se trata del Club Matador, que cumple ahora un año. Un lugar reservado únicamente para unos pocos privilegiados que, además de tener una abultada cartera, tienen que contar con una importante agenda de contactos y mucha influencia social. Un espacio creado para moverse en un ambiente privado y cercado. Allí, Alicia Koplowitz, por ejemplo, entre otros muchos, se siente como en casa, todos ellosajenos a los voyeurs y las miradas indiscretas.

Desde el exterior no se intuye su existencia. El acceso se encuentra ‘oculto’ en el paso de carruajes de la calle Jorge Juan número 5 de Madrid. Desde allí, previa lectura de la huella dactilar, se accede a unas escaleras que conducen a la puerta del club, donde una vez más hace falta tirar de dedo. Una vez dentro, un piso de mediados del siglo XIX de 800 metros cuadrados recibe a sus exclusivos socios, portadores del Financial Times y el Herald Tribune. En sus paredes cuelgan varios Picasso, algún Barceló, algún Antonio López… obras que han sido cedidas por sus propios socios, pues periódicamente organizan exposiciones con las obras de arte que poseen sus miembros.

Matador está constituido por 100 socios fundadores que satisficieron los 10.000 euros necesarios para formar parte de esta sociedad. Entre ellos se encuentran muchas de las personas que protagonizan a diario las noticias de economía, cultura y crónica social. A ellos se suman los socios generales, que deben ser presentados por un socio fundador o bien por otros dos socios generales y pasar por una comisión que acepte, o no, su solicitud de ingreso. Estos, además de realizar un pago inicial de 300 euros a modo de registro, abonan una cuota anual de 1.200 euros.

Un club diseñado para que sus socios se olviden del trabajo

Cantantes famosos, productores de cine, editores, empresarios, abogados y algún que otro político frecuentan esta sociedad creada a imagen y semejanza de los clubs privados británicos. Entre sus fundadores se encuentraAlicia Koplowitz; Juan Várez, consejero delegado de Christie's España; Juan Manuel Urgoiti, expresidente de Pescanova y de Banco Gallego; Francisco Celma, socio director de Deloitte; el empresario sueco Niklas Gustafson,el arquitecto y escultor Arturo Berned,el artista Fernando Bellver, yel enólogo Telmo Rodríguez, considerado el enfant terrible del vino español.

El club está pensado para que sus socios disfruten de su tiempo de ocio. “Aquí las copas no se beben, se disfrutan. En poco sitios se puede encontrar un ambiente tan íntegro y relajado como aquí”, comenta a Vanitatis unode sus socios fundadores. No hay dress code como ocurre en clubs privados de otras partes del mundo, pero sí se pide decoro en el vestir. “Está prohibido la ropa deportiva y los pantalones cortos, aunque nunca hemos tenido que recordárselo a nadie pues forma parte del sentido común”, explica Pau Andrés, director del club. Esta es una de las pocas normas que tienen. Otra es que está prohibido hablar por teléfono, para eso hay una sala, y mucho menos hacer fotografías –es parte de la privacidad que se ofrece–. Tampoco pueden acceder menores de edad.

placeholder Ilustración de Fernando Bellver (Matador)

Es uno de los rincones más selectos de España. Un punto de encuentro de grandes y reconocidos empresarios, banqueros, miembros de la aristocracia, personalidades del arte y la cultura y representantes de la alta sociedad madrileña. Un lugar exclusivo donde la máxima es la discreción. De hecho, para acceder a él hay que traspasar una puerta cuya llave de acceso es la huella dactilar.

Pescanova Alicia Koplowitz
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