El ministro José Ignacio Wert acude a los Goya del brazo de Montserrat Gomendio

Si el año pasado el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, prefirió no dar la cara en los Premios Goya para evitar que se la sonrojaran entre pulla y pulla, este año se ha armado de valor y se ha sentado frente a sus ‘enemigos’ en su correspondiente butaca del Centro de Congresos Príncipe Felipe de Madrid. A su lado, para calmarle los nervios entre las repetidas envestidas de los ‘obreros’ del cine, se encontraba su secretaria de Estado, Montserrat Gomendio Kindelan, quien además de su empleada es su pareja y fiel confidente, como así desveló en exclusiva Vanitatis en mayo del año 2013.

En esta ocasión, el ministro y su secretaria no se escondieron de los fotógrafos. De hecho se expusieron juntos a los flashes en el photocall como cualquier otra estrella convocada a la fiesta grande del cine español, a excepción de Pedro Almodóvar. No ocurrió así hace justo ahora un año, en febrero del 2014, en la Convención Nacional del Partido Popular, donde se celebró un foro bajo el título Educación para todos. Por aquel entonces su romance estaba recién vendido en el papel cuché y se mostraban más cautos a la hora de aparecer juntos en el mismo espacio, aunque fuese por motivos meramente profesionales.

Estaba en juego un divorcio que se antojaba millonario por las cifras que se manejaban -14,5 millones de euros estaban sobre el tapete- en el que finalmente Montserrat Gomendio no salió del todo bien parada. La secretaria de Estado perdió su primera batalla judicial frente a su exmarido, Eduardo Raúl Roldán, el pasado mes de noviembre. La Audiencia Provincial de Madrid atendió la demanda de divorcio que la propia Gomendio presentó contra su esposo y el resultado no le fue del todo favorable. Solicitaba una pensión de 1.000 y 1.250 euros para sus dos hijos mayores de edad, que viven y estudian en Inglaterra, así como el uso y disfrute del domicilio conyugal situado en la elitista urbanización de Somosaguas (Pozuelo de Alarcón). El juez finalmente consideró que no le correspondían tales peticiones y sentenció a favor de su marido, que trabaja como investigador del CSIC.