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El sushi clandestino de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría
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LA VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO SACA TIEMPO

El sushi clandestino de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría

La vicepresidenta del Gobierno, gran entusiasta de la comida japonesa, acudió al club privado del restaurante Arzábal para degustar una de las especialidades del local, el sushi en todas su variedades

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en una imagen de archivo (Gtres)
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en una imagen de archivo (Gtres)

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría tiene poco tiempo libre, una característica común a la mayoría de las mujeres con cargos directivos o de responsabilidades como el suyo. Esto no quita para que procure conciliar trabajo con vida familiar y social. El asunto de la familia lo controla muy bien porque tiene un marido abogado del Estado como ella con un horario mucho más flexible que el suyo y, por lo tanto, puede encargarse de Iván, el hijo de cuatro años. Ahora incluso es más cómodo para los dos, porque el pequeño va a la guardería.

En cuanto a la vida social, también procura adecuarlo a sus obligaciones como segunda de Mariano Rajoy. "Ser vicepresidenta es un cargo sin horarios y con el teléfono siempre abierto, pero Soraya se administra muy bien y lo compagina perfectamente. Si hace tiempo que no ha visto a una amiga, la convoca a mediodía y se van a comer juntas. Y también lo hace con periodistas, solo con los que tiene más confianza, aunque sean críticos con las actuaciones públicas y decisiones políticas de su Gobierno", cuentan a Vanitatis personas cercanas a la vicepresidenta, quienes añaden que lo que no le gusta es llamar la atención o ir a restaurantes de moda donde la gente va para que la vean.

Soraya Sáenz de Santamaría es una entusiasta de la comida japonesa. De hecho, en ocasiones lo encarga para que se lo lleven directamente a su despacho de Presidencia si no tiene tiempo para salir a comer. Su gusto por la comida japonesa, además de con Felipe González, a quien es habitual verlo en Kabuki, la comparte con sus amistades cuando puede. Así ocurrió hace unos días, cuando acudió al club privado del restaurante Arzábal de la calle Antonio Acuña.

La vicepresidenta y otras dos personas más acudieron al local al que algunos críticos gastronómicos definen como "clandestino" por sus características. Es mitad bar de copas, mitad club privado, donde se puede acudir si se es socio o previa reserva. Si no se conoce el sitio, es difícil identificarlo porque no hay ventanas a la calle ni cartel que lo anuncie. Tan solo una puerta de metal y un interfono, ante el que uno se debe identificar o pasar la tarjeta de socio por una ranura. Una vez dentro se mantiene el misterio hasta que se llega al espacio lúdico propiamente dicho, con mesas bajas y sofás chéster.

El local dispone de una barra donde un cocinero japonés prepara en el momento las delicias orientales que tanto gustan a la vicepresidenta. Makis en todas su variedades, nigiris, sashimi, yakimeshi, teppanyaki… son algunas de las especialidades que degustó “la triple S”, como la denominan algunos de sus conocidos a Soraya Sáenz de Santamaría.

Por su especialísima manera de funcionar, este restaurante es uno de los establecimientos al que también han acudido en ocasiones los Reyes Felipe y Letizia cuando eran príncipes.

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría tiene poco tiempo libre, una característica común a la mayoría de las mujeres con cargos directivos o de responsabilidades como el suyo. Esto no quita para que procure conciliar trabajo con vida familiar y social. El asunto de la familia lo controla muy bien porque tiene un marido abogado del Estado como ella con un horario mucho más flexible que el suyo y, por lo tanto, puede encargarse de Iván, el hijo de cuatro años. Ahora incluso es más cómodo para los dos, porque el pequeño va a la guardería.

Soraya Sáenz de Santamaría
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