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Isabel Preysler, ‘al desnudo’ y sin Photoshop
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la 'reina de corazones' se reinventa

Isabel Preysler, ‘al desnudo’ y sin Photoshop

Isabel Preysler ha vuelto a primera línea informativa por decisión propia. El motivo de este salto cuantitativo entre la privacidad y su reciente multiaparición pública tiene como fin la promoción

Foto: Isabel Preysler en la reciente presentación de su línea cosmética (Gtres)
Isabel Preysler en la reciente presentación de su línea cosmética (Gtres)

Hace unos días Isabel Preysler sorprendía a propios y extraños al asegurar que no le gusta que utilicen el Photoshop en sus fotos. "A mi no me gusta. Estoy en contra de él", declaraba en la presentación de sus cremas. Ahora, Vanitatisle quita el Photoshop también a su vida.

Isabel Preysler ha vuelto a primera línea informativa por decisión propia. El motivo de este salto cuantitativo entre la privacidad que mantuvo desde la enfermedad de Miguel Boyer hasta su muerte y su reciente multiaparición pública en los medios tiene como fin promocionar una línea cosmética que acaba de lanzar. Durante estas últimas semanas ha demostrado que su nombre sigue vendiendo. Dicen los entendidos en marketing que por sí misma ya es una marca y que lo raro es que hasta ahora no hubiera utilizado ese tirón como empresaria y sí como personaje al que las firmas contratan.

Ahora lo hace a los 64 años. Lo cierto es que tiene una vida llena de capítulos cerrados desde que llegó a España recién cumplidos los 18 años. Atrás dejaba una familia numerosa de cinco hermanos y un novio ‘picaflor’ poco recomendable del que había que alejarla como fuera. La mejor decisión que tomaron los padres ante lo que podía convertirse en una tragedia fue enviar a su hija a la casa de su tía Tessy Arrastía en Madrid. Lo anecdótico de esa situación era que esta dama había abandonado años atrás Manila también por cuestiones sentimentales.

La sobrina por desamor y la tía por todo lo contrario siguiendo al hombre de su vida como la letra de una habanera. Sus antepasados también podrían haber servido de inspiración para Isabel Allende y sus libros de sagas. Por parte paterna, los bisabuelos Natalia y Joaquín fueron campesinos españoles que emigraron en busca de un horizonte y los maternos, salvo el bisabuelo Valentín Arastía, que era de origen navarro, fueron indígenas que cultivaban la caña de azúcar en Lubao, un provincia al norte de Manila. Arrastía solo dio el apellido a un hijo varón que a su vez se casó con Teodorica Ramos y con la que tuvo una numerosa prole; entre ellos Beatriz, la madre de Isabel.

Reina de corazones

La “reina de corazones”, que así la denominó la prensa, ha sido capaz de reinventarse a lo largo de su vida. Incluso llegó a escribir unos recuerdos propios en forma de capítulos de memoria en la revista ¡Hola! que a veces no coincidían con la realidad. Nunca tuvo buena relación con su suegra Charo y no por su culpa, sino porque la madre de Julio, una mujer ultra conservadora y religiosa, aceptó de mala gana el embarazo prematrimonial de su futura nuera. Muchos años después sí contaría la tragedia que supuso la drogadicción de uno de sus hermanos . “Algunos desalmados vendían drogas a las puertas de los colegios. Con 16 años mis padres se enteraron que era un adicto, pero ya era demasiado tarde”, contaba ella.

El punto de inflexión de la fama fue su divorcio de Julio Iglesias. A partir de ahí, Isabel Preysler dejó de ser la “mujer del cantante que las enamoraba” para convertirse en unidad independiente. De aquellos años una de las situaciones que más le incomodaban era que, cuando acudían a una casa como invitados, a Julio le pedían que cantara. Una actuación gratis en un entorno de poder económico y social del que, con el tiempo, Isabel sería el eje central.

Después del primer marido llegó el marqués de Griñón, un hombre afable, educado y absolutamente enamorado. El 23 de marzo de 1980, ciento veinte años después de que los bisabuelos campesinos salieran precariamente de España, la bisnieta se convertía en marquesa consorte y se casaba con un Grande de España. En aquel momento, “la reina de corazones” empezaba a convertirse en marca propia aunque ella aún no era plenamente consciente de ese poder.

La guinda a esa popularidad fue el segundo divorcio y el noviazgo con Miguel Boyer, el mejor y más poderoso ministro de economía que tuvo Felipe González. En aquellos años, no existían las televisiones privadas y, por lo tanto, la repercusión mediática fue infinitamente menor. De haber sido en la actualidad, la historia amorosa de Isabel Preysler habría dado para horas y horas de debates, encuestas y seguramente hasta especiales. Boyer estabilizó la vida de Isabel cuyas salidas promocionales se fueron espaciando hasta ahora que ha vuelto a tomar las riendas de su faceta más pública. A sus 64 años, Preysler ya tiene su copyright.

Hace unos días Isabel Preysler sorprendía a propios y extraños al asegurar que no le gusta que utilicen el Photoshop en sus fotos. "A mi no me gusta. Estoy en contra de él", declaraba en la presentación de sus cremas. Ahora, Vanitatisle quita el Photoshop también a su vida.

Isabel Preysler Miguel Boyer
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