Brianda Fitz-James: "¿Dos bandos en los Alba? No, bueno, yo no me entero de nada"

Brianda acaba de llegar de la Bienal de Venecia y dice venir inspiradísima de tanto arte como ha visto. Su empresa, Planet Palmer, está dedicada a la moda y, “en principio”, goza de buena salud, aventura. “La moda es complicada y se trata de una carrera de fondo. Son tiempos difíciles para todos, independientemente del apellido que una lleve. Un apellido que por un lado ayuda, pero por otro presiona, por eso de dar la talla”. Brianda Fitz-James, encargada de poner música en la inauguración del renovado establecimiento Häagen-Dazs en la Rambla de Catalunya de Barcelona, continúa echando de menos a Cayetana de Alba, su más famosa prescriptora: “Era muy moderna y fan de mis colores y estampados. La recuerdo con mucho cariño. Para todos nosotros fue muy emocionante ver cuánto la quería la gente”.

El ayuntamiento de Madrid acaba de darle la Medalla de Oro a la Casa de Alba, y su padre, Jacobo, fue el único que no asistió: “Ni me había enterado. Pero no hay ningún problema, ¿eh? Está todo perfectamente”. La frágil y espigada Brianda ha escogido mantenerse al margen del devenir de la casa nobiliaria más importante de España.

Con la guardia baja, es momento de preguntarle si existen dos bandos entre los hijos de la duquesa de Alba. “Mmm…. No. Bueno, yo, en realidad, como no me entero de nada… no vayas por ahí. No pregunto y no veo la televisión. Aunque si hubiese ocurrido algo importante, me enteraría, así que deduzco que no ha habido nada”. Prefiere no mentir a la prensa: si no se relaciona con Alfonso Díez es porque tampoco lo hizo en vida de su abuela y no cree que su tío Cayetano acabe sonriendo ante las preguntas de los periodistas. A la pregunta de si algún día el conde de Salvatierra dejará de exigir respeto, entre pertinaz y furioso, responde divertida: “Francamente, veo muy complicado que se lo tome con humor. A lo mejor es que es al que la prensa agobia más”.

La nieta moderna de Cayetana

Ella, que sueña con tocar un instrumento y profundizar en la pintura, complementa su negocio en la moda con pinchar electro allá donde la contraten. Nos confiesa que llegó a organizar una jam session en el palacio de Liria y dice sentirse tan equidistante de David Guetta como de Mario Vaquerizo o Kiko Rivera. “Tengo mi propio estilo”, conviene diplomáticamente. “Comencé de forma casual, un poco por diversión con mi amiga Miranda Makaroff. Y encantada. Aunque a mi novio no le gusta la electrónica; él prefiere lo indie”. La hija del conde de Siruela afirma que carece de relevancia comercial apellidarse Fitz-James o Martínez de Irujo a la hora de ponerse a los platos. “Brianda ya es bastante singular”, concede.