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La soledad del duque viudo de Alba, Alfonso Díez
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SE CUMPLEN 6 MESES DESDE QUE FALLECIÓ CAYETANA

La soledad del duque viudo de Alba, Alfonso Díez

El viudo de la duquesa de Alba se ha quedado solo. Él cambió su vida cuando se casó con Cayetana y ahora que no está ella le está costando retomar su anterior vida. Los hijos ya se han olvidado de él

Foto: El duque viudo de Alba, Alfonso Díez, en una imagen de archivo (Gtres)
El duque viudo de Alba, Alfonso Díez, en una imagen de archivo (Gtres)

La vida de Alfonso Díez dio un giro total cuando se casó con la duquesa de Alba. Dejó su trabajo de funcionario, en el que cobraba 2.000 euros al mes, porque así se lo pidió doña Cayetana. Cambió Madrid por Sevilla y sus amigos de siempre por los de su mujer. Lo único que mantuvo fue su piso de Chamberí y algunas de sus costumbres, como almorzar con su sobrina Rocío cuando viajaba a la capital.

El trato con los hijos no era muy frecuente, pero sí lo suficiente como para establecer cierto vínculo. Sobre todo con Cayetano, que es ahora el único con el que mantiene una relación más directa. Al menos le llama por teléfono de vez en cuando, se interesa por su estado de ánimo y han quedado a comer un par de veces. Con el resto nada de nada. Incluso cuando se entregó la medalla a título póstumo a la duquesa en la fiesta de la Comunidad de Madrid se puso en contacto con él la secretaria, y no los hijos, que hubiera sido lo normal. Y claro, no fue”, explican desde el entorno cercano de Alfonso Díez, que sigue echando de menos a su mujer.

Alfonso Díez no ha vuelto a entrar en el palacio de Dueñas y cuando va a Sevilla quienes le apoyan y lo arropan son Carmen Tello, Curro Romero, el doctor Trujillo, las hermanas Cobo, Marta Talegón y los íntimos de Cayetana, que le siguen demostrando afecto y cariño. De hecho la semana que viene tiene intención de visitar su casa de Sanlúcar, que por ahora no quiere vender, aunque su situación económica tampoco es la mejor. Aunque tiene derecho a la cuota viudal hasta noviembre del 2014no es obligatorio que se reparta y por ahora los hijos Alba tampoco le han comunicado ninguna novedad.

En su día, como contó Vanitatis, un amigo abogado de Alfonso se entrevistó con los representantes legales de la familia de su mujer. Buenas palabras y anuncio de citas posteriores que nunca se repitieron. Alfonso tampoco tiene noticias sobre la venta del Renoir que forma parte de la herencia y que hay que repartir. Él tiene que dar el consentimiento.

El carácter de Alfonso no propicia sus derechos y por ahora solo recibe buenas palabras. Su vida es ahora más solitaria que antes de ser duque consorte. Por la mañana pasea con su perro Jonas, va al gimnasio y suele comer solo en su casa. Tiene una asistenta que le prepara la comida y a veces almuerza con su hermana y sus sobrinos. Por la tarde lee, pasea de nuevo con su fiel Jonas y una vez a la semana suele ir al cine. También solo. El cine le trae muy buenos recuerdos. Fue en el cine donde se reencontró con su “porcelana” (así llamaba a Cayetana) y por lo que empezaron su historia de amor que acabó en boda. Los fines de semana suele marcharse a Palencia para estar con su familia, que ahora es su verdadero centro de afecto.

La vida de Alfonso Díez dio un giro total cuando se casó con la duquesa de Alba. Dejó su trabajo de funcionario, en el que cobraba 2.000 euros al mes, porque así se lo pidió doña Cayetana. Cambió Madrid por Sevilla y sus amigos de siempre por los de su mujer. Lo único que mantuvo fue su piso de Chamberí y algunas de sus costumbres, como almorzar con su sobrina Rocío cuando viajaba a la capital.

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