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Vargas Llosa e Isabel Preysler: así se gestó el romance
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todo empezó en 1989

Vargas Llosa e Isabel Preysler: así se gestó el romance

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa se conocían desde la época de Boyer, y ya en 1989 hubo rumores de cierto entendimiento aunque, según se ha sabido ahora, no fue más que un tonteo

Foto: Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa (Fotomontaje de 'Vanitatis')
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa (Fotomontaje de 'Vanitatis')

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa se conocían desde la época de Boyer, y ya en 1989 hubo rumores de cierto entendimiento aunque, según se ha sabido ahora, no fue más que un tonteo. No llegó a más porque Patricia Llosa, la mujer del Nobel, se percató del peligro que suponía en su matrimonio la aparición de la mujer que ostentaba entonces, y ostentará, el título de Reina de Corazones. Ha sido público y notorio que Isabel nunca ha cortado su matrimonio anterior hasta que estuviese segura de sus sentimientos. Sucedió con Julio Iglesias, cuya relación matrimonial solapó con Griñón, y con el propio marqués, al que hizo lo mismo con el 'megaministro' de Economía del Gobierno de Felipe González, Miguel Boyer. De ahí que ahora no extrañe la aparición del nuevo hombre en su vida.

Por parte del Nobel, Patricia estaba acostumbrada a que su marido se tomase ciertas licencias amorosas. Por supuesto que le importaban, pero no lo suficiente como para divorciarse. “Siempre volvía a casa, Patricia le perdonaba y vuelta a empezar”, cuentan las amistades a Vanitatis. Parece que a la única mujer en la que vio cierto peligro fue en la señora de Boyer. La esposa del Nobel le dio un toque de atención ante el rumor que circulaba en los ambientes sociales: “No tienes que estar en boca de chismosos”, le dijo y la historia se quedó ahí.

Los dos matrimonios mantenían por entonces relación y cuando viajaban a España solían cenar o almorzar juntos igual que en Marbella. “A Mario le daba igual que Miguel fuese su amigo. Él funciona de otra manera y no considera que haga mal porque se lie con una señora casada y el marido forme parte de su ambiente. Lo que es cierto es que Patricia nunca intimó con Isabel. Seguramente por ese sexto sentido que tienen las mujeres cuando ven que la competencia es real”.

Después del Nobel...

A raíz de recibir el Nobel, Vargas Llosa, aparentemente, cambió su vida familiar y volvió al redil. La relación del escritor con sus hijos ha sido regular, sobre todo con Álvaro, que vive en Washington y al que le dolían profundamente las escapadas de su padre. Cada vez que volvía a las andadas lo pasaba muy mal.

“En una ocasión mantuvo un idilio durante un año. Salía, entraba, pero siempre volvía y pedía perdón. Cuando se convirtió en Premio Nobel, la situación matrimonial cambió. Patricia lo acompañaba a todas partes. Era sus ojos, sus manos, su brazo ejecutor. “Yo me encargo de todo porque Mario lo que tiene que hacer es escribir y yo hacerle la vida cómoda”.

Las aventuras extraconyugales se espaciaron pero Patricia sabía que el 'Casanova' que llevaba dentro podía resurgir en cualquier momento. De ahí, como insisten los amigos, que casi nunca estuviese solo. “Fiorella, la secretaria de ambos, lleva temas menores. Patricia hace lo mismo con su agenda personal, sus horarios, sus conferencias, las cuentas corrientes, el patrimonio, el vestuario, su alimentación y todo el control financiero. Mario no sabe hacer nada, ni comprar un billete de avión. Por no tener no tiene (hasta ahora) teléfono móvil, ni correo personal, ni tarjetas de crédito porque todo lo manejaba Patricia. El lío económico va a ser morrocotudo porque cuando se casaron hace 50 años los hicieron en gananciales. Mario es un hombre muy rico y parte de esa riqueza se la debe a su mujer”, cuentan.

El matrimonio pasaba parte del año fuera de Lima entre Paris, donde aún tienen casa, Madrid y Londres, aunque este domicilio se vendió hace tiempo. Siempre estaban juntos, salvo este invierno, en que la mujer se quedó más tiempo en Lima con su hija y sus nietos. Y es entonces, en enero, cuando surgió un reencuentro que al parecer estaba propiciado por Isabel. Al morir Boyer, quedaron en verse y Vargas Llosa no perdió el tiempo mientras Patricia se dedicaba a la familia. Durante este tiempo, la relación se intensificó hasta que la revista de cabecera de la familia Preysler los unió. La protagonista, midiendo los tiempos como siempre.

Salida pública

Hubo una primera salida pública en Londres con hijos y famosos, patrocinada por Porcelanosa y donde Vargas Llosa aparecía formando parte de ese grupo al que recibía en su palacio Carlos de Inglaterra. Los periodistas que habían vivido ese inicio de romance en 1989 malpensaron pero ahí quedo la historia hasta que, dos semanas después, dieron el campanazo. La pareja se hacía visible con el consiguiente disgusto para los hijos: “Papá volvía a las andadas y esta vez los daños colaterales eran enormes”, decían.

Cuentan que fue el propio Vargas Llosa el que avisó a su mujer de lo que se le venía encima. “La llamó y le explicó lo que iba a suceder. Patricia respondió que si la historia sentimental se quedaba ahí le perdonaba y si no, que se fuese de casa”, explican a Vanitatis. Ante la sorpresa de su mujer, abandonó el hogar conyugal de Madrid y se instaló en el hotel Eurobuilding, donde sigue hasta que, suponemos, pueda vivir en Puerta de Hierro.

Los amigos íntimos no dan crédito: “Estamos asombrados. El 30 de mayo nos reunimos en Nueva York para celebrar sus bodas de oro y después en Miami”. No dan crédito e incluso van más allá criticando al amigo y no a la viuda “El comportamiento público de Mario no es de caballeros”, afirman.

Dicen que, hace un tiempo, la pareja viajó a París para vivir su romance de valentía aunque no está confirmado que se instalaran en el apartamento familiar situado cerca de la iglesia San Sulpicio. Todo un mensaje subliminal. Quien sí lo ha visitado esta semana ha sido su todavía mujer, Patricia, con su hija Morgana. El culebrón del romance entre el Nobel y la reina viuda de corazones no ha hecho más que empezar…

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa se conocían desde la época de Boyer, y ya en 1989 hubo rumores de cierto entendimiento aunque, según se ha sabido ahora, no fue más que un tonteo. No llegó a más porque Patricia Llosa, la mujer del Nobel, se percató del peligro que suponía en su matrimonio la aparición de la mujer que ostentaba entonces, y ostentará, el título de Reina de Corazones. Ha sido público y notorio que Isabel nunca ha cortado su matrimonio anterior hasta que estuviese segura de sus sentimientos. Sucedió con Julio Iglesias, cuya relación matrimonial solapó con Griñón, y con el propio marqués, al que hizo lo mismo con el 'megaministro' de Economía del Gobierno de Felipe González, Miguel Boyer. De ahí que ahora no extrañe la aparición del nuevo hombre en su vida.

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