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Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, la boda que tendrá que esperar varios años
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DIVORCIO CONTENCIOSO

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, la boda que tendrá que esperar varios años

Patricia, la exmujer del escritor, no da su brazo a torcer. La justicia peruana exige acuerdo entre las partes y el proceso podría prolongarse en el tiempo perfectamente más de cuatro años

Foto: Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en un fotomontaje realizado en 'Vanitatis'
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en un fotomontaje realizado en 'Vanitatis'

Mientras que la relación afectiva y pública de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa va muy deprisa, y es probable que en breve el nobel se traslade a la mansión que tiene la 'reina de corazones' en Puerta de Hierro, los temas legales relacionados con el divorcio van para largo. Según confirman a Vanitatis fuentes del entorno del escritor, no hay contacto de ningún tipo con Patricia, su exmujer. Ni verbal ni epistolar. Y tampoco a través de correo electrónico o vía móvil, porque el escritor no maneja internet y hasta hace poco no tenía teléfono. Ahora parece que tiene uno de prepago que seguramente le ha gestionado Isabel, mucho más aclimatada a la tecnología.

Hay un acercamiento inicial por parte de los abogados, pero es más una cuestión testimonial que ejecutiva. El divorcio no lo contempla Patricia Llosa, y por lo tanto hay poco que resolver en este sentido, aunque la nueva pareja haya comentado a sus amigos respectivos que su idea es casarse en el futuro. “Mario tiene 80 años y no quiere perder el tiempo, pero lo tiene difícil, la cosa va para largo. Después de tanta exposición, Patricia se lo va a tomar con tranquilidad. Sabe que puede durar lo que ella quiera. La ley peruana exige acuerdo de partes. Y ese litigio puede durar de cuatro a seis años como mínimo. En este tipo de situaciones, donde uno se siente agraviado y humillado, y con mucho dinero de por medio, lo habitual es que se acabe pactando después de mucho tiempo”, explican fuentes cercanas al todavía matrimonio, que aseguran que por ahora no se ha iniciado ningún trámite.

La situación en la familia Vargas Llosa es de una gran inestabilidad emocional. Patricia reorganiza su vida e intenta que los daños colaterales afecten lo menos posible a los suyos, pero va a ser muy complicado. Los hijos están divididos y la nuera, Susana, casada con Álvaro, de parte de la suegra. Morgana y Gonzalo apoyan a su madre desde el momento en que su padre decidió dar el cambio radical y abandonar el domicilio familiar por la suite del hotel Eurobuilding donde cada vez pasa menos tiempo. Al nobel le cuesta mucho vivir solo, porque siempre le han organizado la vida doméstica, familiar y hasta económica. Por no tener no tenía ni tarjetas de crédito. Ahora sí. Pidió una a su secretaria y Patricia dio el visto bueno.

Según informaciones recabadas por Vanitatis, Álvaro ha sido la gran sorpresa, porque siempre ha sido el preferido de la madre. Una situación que aceptaban el resto de los hermanos. Hace unos años hubo un cierto descontento porque Patricia Llosa le compró la casa en la que vive en Georgetown por dos millones de dólares. Morgana, casada con un psiquiatra penal francés, pidió un trato similar y la estabilidad volvió a reinar en la familia donde la madre ha sido el hilo unificador. Y también quien ha controlado las finanzas y el patrimonio de su marido.

Las cenas en Horcher y en El Paraguas

Álvaro se gana muy bien la vida. Da conferencias y escribe artículos y reportajes para medios latinoamericanos. Durante unos años también en la prensa española. Fue colaborador de la revista Tiempo en la época en la que la dirigía Pepe Oneto. Y todos los conocidos coinciden en que era “el favorito” de Patricia. Incluso si se tuviera en cuenta el interés económico, tampoco se entiende el alejamiento. El matrimonio del nobel se realizó en régimen de gananciales porque hace 50 años no había nada que repartir, pero ahora hay mucho. El patrimonio inmobiliario constituido por las casas de París, Nueva York, Lima y Madrid está controlado por Patricia. Las cuentas corrientes también y hasta la fundación.

Y, efectivamente, desde que iniciaron su relación no han dejado de acudir a los mejores restaurantes como Horcher o recientemente El Paraguas, donde la pareja cenó en solitario. Poca conversación y mucho mirarse a los ojos, porque aún están en esa etapa donde las charlas intrascendentes no son necesarias. Isabel, que no es una gran aficionada a la lectura, se está iniciando en el mundo literario de su novio con La tía Julia y el escribidor, Pantaleón y las visitadoras y Travesuras de la niña mala.

Mientras que la relación afectiva y pública de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa va muy deprisa, y es probable que en breve el nobel se traslade a la mansión que tiene la 'reina de corazones' en Puerta de Hierro, los temas legales relacionados con el divorcio van para largo. Según confirman a Vanitatis fuentes del entorno del escritor, no hay contacto de ningún tipo con Patricia, su exmujer. Ni verbal ni epistolar. Y tampoco a través de correo electrónico o vía móvil, porque el escritor no maneja internet y hasta hace poco no tenía teléfono. Ahora parece que tiene uno de prepago que seguramente le ha gestionado Isabel, mucho más aclimatada a la tecnología.

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