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Julio Iglesias e Isabel Preysler: 45 años de la boda que paralizó a la España de los años 70
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45 años del célebre enlace

Julio Iglesias e Isabel Preysler: 45 años de la boda que paralizó a la España de los años 70

Más de cuatro décadas antes de ser el cantante español más internacional y la sorprendente pareja de Mario Vargas Llosa ambos eran, respectivamente, un exfutbolista y la hija de una buena familia de Manila que estudiaba Secretariado Internacional

Foto: Julio Iglesias e Isabel Preysler el día de su boda
Julio Iglesias e Isabel Preysler el día de su boda

Eran jóvenes, guapos y tenían toda la vida por delante. El cliché se cumple cuando se habla de Julio Iglesias e Isabel Preysler, que se casaron un 29 de enero de hace ahora 45 años. Más de cuatro décadas antes de ser el cantante español más internacional y la sorprendente pareja de Mario Vargas Llosa ambos eran, respectivamente, un exfutbolista y la hija de una buena familia de Manila que estudiaba Secretariado Internacional. Vistas hoy las fotografías de la ceremonia en la que ambos se dieron el 'sí, quiero' resultan encantadoramente naif y decadentes; las imágenes del baladista predilecto de media España entroncando con una belleza oriental, la patilla castellana emparentando con la raya del ojo filipina, envueltas ambas en el aire plomizo y tristón de un día invernal de la lúgubre y estilísticamente excesiva España de los 70.

Al cantante y la filipina, como muchos españoles los conocían por entonces, los presentaron en una fiesta flamenca organizada por los Terry en 1970 y el flechazo fue instantáneo, ya que aquella misma noche nació el amor. Los que estaban por allí aseguran que a ella le ganó su labia y que a él le conquistó el misterio y el estilo de ella, que ya empezaba a ser tan certero como llamativo y que, a la postre, la convertiría en un emblema del saber estar y la contención estilística.

Para cuando quisieron casarse, ambos eligieron la localidad toledana de Illescas y, contrariamente a los enlaces contemporáneos, que siempre se desarrollan en primavera o verano, ellos optaron por un frío 29 de enero. En la mañana de aquel día, la Preysler de 19 años que se encaminaba hacia el altar no defraudó: dio toda una lección de elegancia cuando apareció en la iglesia con un vestido blanco de manga larga y volantes, cuello alto y el pelo recogido. Él optó por el clasicismo, llevando un chaqué con pantalón gris y una corbata a juego. La prueba de que ambos ya eran todo un reclamo para los medios de comunicación fue el reportaje y la crónica que se marcó sobre la boda Jaime Peñafiel, por aquel entonces redactor jefe de ¡Hola!

Entre los asistentes estaba la flor y la nata de la sociedad de la época pero había una ausencia destacable, la del padre de Preysler, que prefirió no asistir a la ceremonia e hizo así visible su oposición a la relación. Carlos Preysler Pérez de Tagle no quería ver cómo su hija adolescente acababa sellando su relación con un famoso cantante español. Durante la boda hubo anécdotas de todo tipo, pero reinó la discreción y prevaleció la publicación de lo más amable, como era común en la prensa que entonces lidiaba con los famosos. Una de las más repetidas fue aquella que asegura que los invitados pidieron que Julio Iglesias cantase 'Gwendolyn', canción de moda con la que había participado, sin fortuna, en el Festival de Eurovisión.

La vida de Isabel Preysler, en 'Regreso al futuro'

Un matrimonio de corto plazo

Tras cortar el procedente pastel nupcial lleno de los habituales cisnes y motivos florales, la pareja se marchó a una luna de miel que transcurrió en Gran Canaria. Todo parecía felicidad y con el tiempo llegaron los tres hijos, Chabeli (en 1971), Julio José (en 1973) y Enrique (en 1975). Sin embargo, la discordia tampoco tardó en aparecer. “Isabel comenzó a salir más cuando se dio cuenta de que su marido nunca estaba para ella ni para sus hijos. Hay que tener en cuenta que Julio viajaba continuamente por todo el mundo y yo creo que ella se hartó de que descuidase a sus hijos”, declaraba un amigo del cantante a Vanitatis. Preysler ya no podía soportar las prolongadas ausencias de su marido, las mismas que él parecería justificar años más tarde en 'Me olvidé de vivir'.

El divorcio llegó en 1978 y, según los allegados a la pareja, Julio no dejó de arrepentirse de haber pasado tanto tiempo fuera de su casa. Incluso al llevarse a sus hijos a Miami, a principios de los 80 y a causa del secuestro que sufrió su padre, el doctor Iglesias Puga, no dejó de sentirse responsable del resquebramiento familiar. Preysler siguió su vida con el marqués de Griñón, con el que se casó y con el que tan solo estuvo cinco años.

Ante el sorprendente y rápido divorcio, la boda quedaría como un resquicio lejano del glamour decadente del tardofranquismo, cuando España también se abría al mundo asumiendo como icono de estilo a una filipina, cuando la megalomanía no había infectado aún los enlaces de los famosos, cuando el matrimonio entre un cantante y una modelo todavía podía asombrar a un país ingenuo que, para bien y para mal, con Iglesias y Preysler fuera o dentro de él, ya no existe.

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Eran jóvenes, guapos y tenían toda la vida por delante. El cliché se cumple cuando se habla de Julio Iglesias e Isabel Preysler, que se casaron un 29 de enero de hace ahora 45 años. Más de cuatro décadas antes de ser el cantante español más internacional y la sorprendente pareja de Mario Vargas Llosa ambos eran, respectivamente, un exfutbolista y la hija de una buena familia de Manila que estudiaba Secretariado Internacional. Vistas hoy las fotografías de la ceremonia en la que ambos se dieron el 'sí, quiero' resultan encantadoramente naif y decadentes; las imágenes del baladista predilecto de media España entroncando con una belleza oriental, la patilla castellana emparentando con la raya del ojo filipina, envueltas ambas en el aire plomizo y tristón de un día invernal de la lúgubre y estilísticamente excesiva España de los 70.

Isabel Preysler
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