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El castillo que tiene enfrentados a los herederos del último 'señor feudal'
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EN ARGUIJUELA DE ARRIBA (EXTREMADURA)

El castillo que tiene enfrentados a los herederos del último 'señor feudal'

A tan solo doce kilómetros de Cáceres se alza una fortaleza que tuvo puesto el cartel de ‘Se vende’ y cuyos herederos andan en los tribunales para sacar algún provecho a la propiedad

Foto: Fotomontaje del castillo Arguijuela de Arriba realizado en Vanitatis
Fotomontaje del castillo Arguijuela de Arriba realizado en Vanitatis

Imaginen que andan buscando una casa en el campo extremeño y se topan con un castillo del siglo XVI en venta por unos 8,2 millones de euros. Un total de 1.000 metros cuadrados rodeados de 50 hectáreas, incluido un coto de caza mayor y menor. Tiene 35 habitaciones, 6 cuartos de baño, cocina de leña, algunas mazmorras y torres vigía… Así se publicitaba la venta del castillo Arguijuela de Arriba en una web que ya está inoperativa cuando los siete herederos de Manuel Márquez de la Plata y Carvajal Angioletti y López Montenegro, caballero de la Orden de Alcántara y maestrante de Zaragoza, intentaron venderlo. Lo intentaron casi todo. Tras la web, lo publicitaron en prensa nacional, pero no lograron ‘deshacerse’ de él. Cuentan que, incluso, intentaron vendérselo a Emilio Botín. Un capricho o una inversión que ellos no podían mantener y que producía más gastos que otra cosa, aunque aún continua la explotación ganadera en la finca.

Fue el propio Manuel Márquez en 2003 quien explicaba a un periodista del diario 'Hoy de Extremadura' mientras paseaban entre aquellas mazmorras y demás estancias de la fortaleza cómo había invertido casi todo en aquella propiedad. “En este castillo me he dejado mi vida”, decía. Márquez había invertido mucho dinero en rehabilitarlo y decorarlo para convertirlo en una casa rural, aunque no pudo por un informe técnico.

El castillo, junto al de Arguijuela de Abajo, se ha convertido en un paso obligado de la Ruta de la Plata. Fue Diego de Ovando de Cáceres quien comenzó, en la década de 1510, a fortificar la construcción, junto a su mujer, Teresa Rol de la Cerda, con parte de la dote de su mujer. Desde entonces el castillo ha tenido como propietarios a los marqueses del Reyno y condes de la Encina, a quienes sucedieron los marqueses de Camarena la Vieja. Lo heredó de su padre García de Arce y Aponte, el famoso marqués del Reyno. Era, dicen los estudios de la época, su propiedad favorita y en el castillo tuvo su gran amor con la gitana Carmen Campos que se convirtió en el guión principal de leyendas y cuentos populares que escandalizaron la sociedad en aquellos tiempos. Él fue quien “modernizó” el castillo, diseñó un jardín romántico y crió cuervos en semilibertad. Del marqués del Reyno heredó el castillo su primo hermano Gonzalo de Carvajal y Arce, IX marqués de Camarena la Vieja. Su hija María Justa de Carvajal y López-Montenegro, VIII condesa de los Corbos, se lo dejó a su segundo hijo varón, Manuel Márquez de la Plata y Carvajal, uno de los últimos señores.

Un asunto de familia

Ahora está en manos de sus herederos (Adela, María Justa, Manuel, Pilar, Francisco, María y Tomás) y parece que no llegan a un acuerdo sobre qué hacer con el castillo y andan inmersos en desavenencias que han llegado a los tribunales. De todos los herederos en el castillo, como si fuera un caballero, vivía uno de ellos. Él fue quien recibió en mayo de 2013 un escrito de sus hermanos en el que le invitaban a desalojar en tres meses la que era su casa, ya que, según dicen, había alquilado el castillo a uno de sus sobrinos para la celebración de bodas y otro tipo de eventos. Pero en el citado contrato faltaba una firma: la suya. Esta ausencia le posibilitó anular el acuerdo en un juzgado de Cáceres y aplazar el desalojo. El objetivo de los herederos era emular lo que han hecho los propietarios de un castillo situado a escasos kilómetros del suyo; el de Arguijuela de Abajo, destinado hace años a eventos de todo tipo bajo la batuta del restaurador César Ráez.

Así sería tu boda en el castillo de Arguijuela de Arriba

El Juzgado confirmó que aquel contrato era nulo “por simulación de negocio jurídico motivado por las discrepancias entre los copropietarios en la gestión del inmueble”. Los indicios no dejaban lugar a las dudas. Ni se había pedido autorización para la realización de cualquier actividad de hostelería y restauración (teniendo en cuenta que el castillo está catalogado como un inmueble de Bien de Interés Cultural y sujeto a especial control por la Administración) ni el supuesto arrendatario había entregado fianza u otra mensualidad del alquiler. Tampoco dio credibilidad el órgano judicial a las supuestas obras realizadas en el jardín aducidas por los herederos porque en realidad, dicen, fueron acometidas para la celebración de la boda de uno de ellos.

La resolución del juzgado fue llevada por el resto de los herederos a la Audiencia Provincial de Cáceres que hace unos días ha resuelto con una sentencia que confirma lo que ya dijo el juzgado: no existe tal contrato. En la nueva sentencia la Audiencia considera además contradictorio que se firmara el contrato de arrendamiento sobre el castillo por un plazo de seis años al mismo tiempo que se firmaba un encargo de vender el castillo. Vanitatis ha intentado ponerse en contacto con alguno de los herederos que ha declinado realizar ninguna declaración al respecto ya que, según dicen, no se trata más que de “un asunto de familia”.

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Imaginen que andan buscando una casa en el campo extremeño y se topan con un castillo del siglo XVI en venta por unos 8,2 millones de euros. Un total de 1.000 metros cuadrados rodeados de 50 hectáreas, incluido un coto de caza mayor y menor. Tiene 35 habitaciones, 6 cuartos de baño, cocina de leña, algunas mazmorras y torres vigía… Así se publicitaba la venta del castillo Arguijuela de Arriba en una web que ya está inoperativa cuando los siete herederos de Manuel Márquez de la Plata y Carvajal Angioletti y López Montenegro, caballero de la Orden de Alcántara y maestrante de Zaragoza, intentaron venderlo. Lo intentaron casi todo. Tras la web, lo publicitaron en prensa nacional, pero no lograron ‘deshacerse’ de él. Cuentan que, incluso, intentaron vendérselo a Emilio Botín. Un capricho o una inversión que ellos no podían mantener y que producía más gastos que otra cosa, aunque aún continua la explotación ganadera en la finca.

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