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Las memorias más escandalosas de las folclóricas españolas descansan en un cajón
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Las memorias más escandalosas de las folclóricas españolas descansan en un cajón

El productor Luis Sanz murió en 2012 y dejó un escrito escandaloso en manos de su viudo, Paco Belinchón. La muerte de este hace dos semanas hace imposible que estas acaben viendo la luz

Foto: Lola Flores, Isabel Pantoja, Carmen Sevilla y Rocío Dúrcal (Vanitatis)
Lola Flores, Isabel Pantoja, Carmen Sevilla y Rocío Dúrcal (Vanitatis)

Imaginen un entierro que se celebra en un frío enero de 2012 en Marbella. El protagonista del sepelio se llama Luis Sanz Santiago. A la mayoría de la gente común ese nombre no les dice nada, pero sí a lo más granado del mundo del espectáculo español, el mismo que asiste ese día de invierno a dar el último adiós a un productor y creador cuya carrera fue decisiva en las de Rocío Dúrcal, Carmen Sevilla, Lola Flores o Isabel Pantoja. Esa mañana, marcada por las bajas temperaturas, también se enterraban, metafóricamente, las incendiarias memorias del difunto; de un hombre que también fue representante de Aurora Bautista o Jorge Mistral.

Descubridor de la Dúrcal y productor de películas como 'Yo soy esa', donde tuvo sus más y sus menos con Isabel Pantoja, Sanz era toda una institución. La autobiografía que dejó escrita y que jamás vio la luz “provocaría miles de demandas”, según reconoce Pilar Eyre, que también lo conoció, a Vanitatis. La posible publicación de un escrito que parece no dejar títere con cabeza se ha complicado desde entonces. El reciente fallecimiento del viudo del productor, Paco Belinchón, depositario de las mismas, ha hecho que el escrito esté en “manos desconocidas”, en las de su nueva pareja. Ironías del destino, Belinchón falleció el mismo día en el que se cumplía una década de la muerte de Rocío Dúrcal, el pasado 25 de marzo.

La historia de Sanz comienza en la España de Franco, cuando en plenos años 60 se convierte en un creador reputado y en un solicitado representante de actores. La de sus memorias comienza un día de 2010 en el que un editor coge un tren desde la capital y acude a su domicilio marbellí para rastrear, por encargo de una alta personalidad del mundo editorial español, qué se puede sacar del libro de Sanz; si se puede publicar o no, si será o no interesante para un público ávido de nostalgia ignominiosa. “Tuve en mis manos ese manuscrito. Llegué en AVE desde Madrid a Málaga y lo que pensaba que tardaría una hora en solucionar se acabó convirtiendo en un día entero”, asegura la última persona que intentó publicarlas y que prefiere permanecer en el anonimato. Durante años, Sanz fue un Dios todopoderoso del cine español, alguien que podía levantar o hundir carreras con un solo gesto. A pesar de tener amigos muy queridos, su fama no era, precisamente, la de simpático. “Me habían dicho que era una persona muy difícil, que debía tener cuidado en el trato, pero ese día fue absolutamente encantador”.

Sanz no tardó en ofrecer al librero una comida en la gran casa que compartía en Marbella con su marido, con el cual había contraído matrimonio gracias a la ley de Zapatero sobre el matrimonio homosexual. Aunque tardaron décadas en poder casarse, ambos habían convivido toda su vida. Nada más abrir el escrito, el editor se sorprendió de la cantidad de nombres que allí aparecían y de lo que se decía de ellos. “Él era todo un personaje. Estaba metido en todos los saraos, así que esperaba que la lista de nombres que aparecían fuese considerable. Pero lo que más me sorprendió fueron las barbaridades que contaba de muchas mujeres famosas. Y seguramente eran ciertas”, asegura. “A Carmen Sevilla, por ejemplo, la ponía a parir”. Entre las 'lindezas' que recuerda el editor de aquel enorme manuscrito se encontraban los chanchullos económicos de una pareja muy famosa conformada por una actriz y un empresario, el romance de un conocidísimo actor español con Cary Grant o los favores sexuales que muchas estrellas reconocidas habían ofrecido a cambio de conseguir papeles en películas de gran tirón en taquilla.

Afeitar” a la Pantoja

Isabel Pantoja: 'Yo soy esa'

“Yo presento esto y me lo echan para atrás”, fue la primera frase del editor nada más rastrear aquellas páginas. “Sin embargo, él no estaba dispuesto a cambiar una sola coma”, añade la persona que luchó por que esas memorias saliesen a la luz. Pilar Eyre sabe que las anécdotas de Sanz no solo se han quedado en el papel, sino también en la memoria de muchos de sus amigos. “Era un hombre que dormía poco. De repente levantaba el teléfono a las 4 de la mañana y les narraba muchas de esas anécdotas a sus más allegados. Llamaba a alguien laChina' en lugar de por su nombre real y también hablaba mucho del rodaje de 'Yo soy esa'. Dicen que cuando vio primeros planos de Pantoja exclamó: “¡Aquí hay que afeitar!” La finalista del Premio Planeta sabe que el manuscrito pasó por varias editoriales, pero que “no se podía publicar porque habría provocado una infinidad de demandas. Él fue productor de Lola Flores, de Isabel Pantoja...y en el libro no se cortaba nada a la hora de hablar de muchas de ellas”.

Lo mismo pensaron los dueños de un famoso grupo editorial cuando el editor que hizo el último intento de publicarlas volvió de regreso a Madrid. “Les parecían interesantes y yo apostaba por ellas porque nos habríamos forrado, pero cuando supieron de quiénes hablaba se negaron rotundamente a publicarlas”. A partir de entonces, la salud de Sanz se fue apagando y también la luz de su memoria, llena de secretos inconfesables. Su marido, Paco Belinchón, rehízo su vida y volvió a emparejarse, pero su retirada de la vida pública hace casi imposible identificar al nuevo hombre que ocupó su corazón en los últimos cuatro años, desde que muriese Sanz hasta este mes de marzo. Esa persona anónima puede haber heredado esta especie de Biblia escandalosa de lo más granado del 'show business' español. “Ahora mismo las posibilidades de que se publiquen son nulas”, asegura el editor a este medio. Lo que está claro es que la incontenible verborrea de Luis Sanz, trasladada a cientos de páginas con nombres y apellidos, no esperaba encontrarse un enemigo común en estos tiempos: el de lo políticamente correcto. Ese será el principal adversario que sepultará para siempre en el olvido los oscuros secretos de las grandes divas de la España cañí.

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Imaginen un entierro que se celebra en un frío enero de 2012 en Marbella. El protagonista del sepelio se llama Luis Sanz Santiago. A la mayoría de la gente común ese nombre no les dice nada, pero sí a lo más granado del mundo del espectáculo español, el mismo que asiste ese día de invierno a dar el último adiós a un productor y creador cuya carrera fue decisiva en las de Rocío Dúrcal, Carmen Sevilla, Lola Flores o Isabel Pantoja. Esa mañana, marcada por las bajas temperaturas, también se enterraban, metafóricamente, las incendiarias memorias del difunto; de un hombre que también fue representante de Aurora Bautista o Jorge Mistral.

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