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Isabel Fluxá, la abogada 'rebelde' que sentará a los Ruiz-Mateos en el banquillo
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ISABEL FLUXÁ, EL 'AZOTE DE LA CORRUPCIÓN'

Isabel Fluxá, la abogada 'rebelde' que sentará a los Ruiz-Mateos en el banquillo

Creció escuchando decir a su padre que la niña les había salido 'rarita'. Isabel Fluxá es la única letrada en una familia que entronca con la saga familiar de los Fluxá, el imperio zapatero mallorquín. Así es el azote de la corrupción

Foto: Isabel Fluxá en una imagen de archivo (EFE)
Isabel Fluxá en una imagen de archivo (EFE)

Cuando la preguntaron si creía que José María Ruiz-Mateosdevolvería el dinero, Isabel Fluxá, directa y contundente, exclamó: “¿Usted que cree?”. La respuesta describe muy bien a esta letrada afable y de trato cercano que se considera “de pueblo”, aunque sus casos trasciendan las fronteras de Mallorca, la isla en la que creció y en la que ejerce de abogada.

Tras ocho años de batalla, Fluxá ha logrado que el caso no se duerma entre los papeles de los juzgados y salga adelante contra los seis hijos varones del fundador de Rumasa por un delito de estafa estimado en 13 millones de euros. Años en los que ha visto cómo Ruiz-Mateos, ya fallecido, se burlaba de las citaciones judiciales o protagonizaba escenas en el juzgado cuando era conducido por la Policía y acusaba a la juez de ser “un bicho y mala mujer”. “La juez tuvo un comportamiento ejemplar ante sus insultos. Cualquier quinqui que hubiera hecho lo que él delante de un magistrado hubiera ido de la sala al calabozo”, recuerda.

Fluxá es una habitual de los casos por corrupción. No busca a los medios, pero su imagen protagoniza fotografías en los casos más mediáticos de la isla. Despuntó como acusación en el célebre caso Andratx, todo un ejemplo de los escándalos por urbanismo salvaje y corrupción en la costa mallorquina con 70 piezas separadas que le proporcionó fama de ‘azote de la corrupción’. En este caso mostró ser una mujer de armas tomar. A ella le corresponde parte del mérito de la sentencia en la que el Tribunal Supremo confirmó de forma tajante que los ciudadanos habían sido víctimas de los despropósitos urbanísticos del exalcalde popular Eugenio Hidalgo (que se construyó un chalé en un terreno protegido) y Jaume Massot, responsable local de Urbanismo y después miembro del equipo de Jaume Matas, que ayudó a su amigo en el despropósito.

Fue encadenando un caso con otro desde su despacho en Inca que comparte con Josep Luis, compañero y amigo, otro célebre conocido de las togas por representar a los activistas en el juicio por la piscina del periodista Pedro J. Ramirez que acaba de finalizar por prescripción tras años de batalla judicial. Cuentan que cuando uno de ellos acepta la defensa o acusación de un caso que saben será mediático se inicia una batalla para ver quién será el más ‘googleado’. “Te voy a machacar en Google”, se retan entre risas. Y ahí queda esa rivalidad: en bromas de compañeros para edulcorar cientos y cientos de folios por corrupción.

La hija que ‘salió rana’ en los Fluxá

¿Cómo llegó hasta aquí? Nadie podía pensar que la única chica de tres hermanos iba a emprender camino en solitario por la senda jurídica. Isabel cuenta que, ya desde pequeña, su padre la repetía: “Nos has salido rarita”. Hija de Lorenzo Fluxá, empresario dedicado a la maquinaria para la industria del zapato y de una ama de casa de orígenes gaditanos criada en Mallorca gracias a la profesión de su padre militar. Ella resta importancia a su apellido. Sus primos pertenecen al célebre clan Fluxá, una familia de cuatro generaciones de empresarios de tradición zapatera, que fundaron la primera fábrica de calzado de Inca de la nada y han consolidado un imperio con marcas como Camper y Lotusse y los cimientos de Iberostar.

La saga se remonta al año 1877. Antonio, al que cariñosamente llamaban en Inca el Mestre, trajo de un viaje a Inglaterra los instrumentos necesarios para poner las bases de un imperio que en la actualidad engrosa la lista de las fortunas en la revista 'Forbes' y que ocupa algún sillón en los consejos del Ibex. La élite mallorquina se dio cita en la boda de Sabina Fluxá y Alfonso Fierro, un enlace que unía dos familias poderosas: los Fluxá y los Fierro March. También le ha tocado defender a su tío Jaime Fluxá, candidato a eurodiputado por Unió Mallorquina y responsable de la introducción en Catar de la banca Rothschild, detenido en el caso Bomsaipor el supuesto cobro de comisiones, aunque ella asegura que el caso está pendiente de sobreseimiento. Isabel no quiso hacer carrera en la empresa familiar. De hecho, solo uno de sus hermanos (Eduardo) se dedica a la empresa Fluxá Vending y el otro, Tomeu, es chef. Casada, sin hijos, no puede evitar el parecido con la rama paterna de la familia. Aún la paran por la calle para decirleque no se puede negar que sea la nieta de Constancio, el mote de su bisabuelo.

Se siente cómoda entre delincuentes

La abogada, que se considera una ‘Inca de bien’, dejó Mallorca para estudiar Derecho en Pamplona y Criminología en Granada. Después de terminar sus estudios, volvió a casa en 1998. Sus primeros pasos fueron en el área de protección de menores en el Consejo Insular. Después se inició como penalista en el despacho de Vicente Autonell con el abogado Antonio Alberti, al que considera ‘su maestro’. Cinco años más tarde quiso volar y montó despacho con compañeros y amigos.

Pisa con fuerza en el derecho penal: desde violencia doméstica, robos, usurpación de identidad, delitos electorales y, ya saben, prevaricación, estafas... Esta ‘inesperada fama’ no lehace desdeñar esa labor social que implica el turno de oficio al que sigue dedicando tiempo. Prefiere tratar con un delincuente de guante blanco o de ‘uñas negras’ (para ella ambos son iguales) que discutir por dos metros de una finca. Sabe moverse en este campo que aún algunos consideran ‘propiedad de los hombres’ y admite que guarda en casa un saco de boxeo que le regaló un cliente y un cuchillo en el despacho. No hubiera aceptado participar en el caso Nóosy la política, como los negocios familiares, prefiere observarlos de lejos. Cuando no está entre legajos, se va de cañas con los compañeros aunque asegura que los sumarios quedan allí en el despacho junto al cuchillo.

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Cuando la preguntaron si creía que José María Ruiz-Mateosdevolvería el dinero, Isabel Fluxá, directa y contundente, exclamó: “¿Usted que cree?”. La respuesta describe muy bien a esta letrada afable y de trato cercano que se considera “de pueblo”, aunque sus casos trasciendan las fronteras de Mallorca, la isla en la que creció y en la que ejerce de abogada.

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