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Kiko Rivera protege la exclusiva: registros en maleteros y mantas para cubrir a la Pantoja
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DE SU BODA CON IRENE ROSALES

Kiko Rivera protege la exclusiva: registros en maleteros y mantas para cubrir a la Pantoja

Para acceder era necesario parar ante tres vigilantes y uno de ellos cotejaba rigurosamente la identidad de los invitados

Foto: Isabel Pantoja llegando a la boda de Francisco Rivera Pantoja e Irene Rosales en Sevilla
Isabel Pantoja llegando a la boda de Francisco Rivera Pantoja e Irene Rosales en Sevilla

Que Kiko Rivera iba a salvaguardar la exclusiva de su boda con Irene Rosales como si de su propia vida se tratase no era ningún secreto. Los reporteros que llevaban prácticamente desde que amaneció haciendo guardia en la puerta de la hacienda Los Parrales (Sanlúcar la Mayor) se resignaban porque tal vez su madrugón había sido en vano. "Si no nos van a decir nada...", se lamentaban. No iban desencaminados. Ni los invitados posaron para los medios ni los más educados quisieron explayarse con sus comentarios. "Mucha felicidad", solían desear aquellos que se dignaban a bajar la ventanilla. Un gesto que, por cierto, era recriminado por los miembros de seguridad, que les advertían que debían continuar y no podían detenerse.

Y es que si algo ha habido en la boda de Kiko Rivera e Irene Rosales, ha sido seguridad. Para acceder era necesario parar ante tres vigilantes y uno de ellos cotejaba rigurosamente la identidad de los invitados con la lista, mientras los otros pedían que abrieran el maletero para comprobar que en él no se albergaban ni cámaras, ni drones, ni personas.

Todos los detalles debían ser mimados para proteger la exclusiva de la boda que verá la luz el próximo lunes. Quizá la imagen que vale su peso en oro es la de la madrina del enlace, Isabel Pantoja, a la que ningún astuto reportero (y había decenas de ellos) ha logrado ver. ¿El truco? El coche que la trasladaba del hotel Alcora en Tomares hasta Sanlúcar la Mayor estaba protegido con mantas, de modo que ni el más potente de los 'flashes' pudiese captar el rostro de la tonadillera.

Agustín Pantoja, también tapado

Tanto han intentado que la cantante no salgaque hasta el hueco que existe entre el asiento del piloto y el copiloto se ha protegido con otra sábana. Curiosamente, el mismo 'modus operandi' se ha llevado a cabo con Agustín Pantoja y doña Ana, la abuela. Si hay otro protagonista en esta boda ese es el tío del novio y él lo sabe bien. Una imagen de Agustín también cotiza al alza debido al enfrentamiento que mantiene con su sobrina Chabelita y, cómo no, por la influencia que ejerce sobre su hermana Isabel, excesiva para muchos.

Por su parte, Chabelita, a la que solo 24 horas antes de la boda veíamos hablar sobre el enlace sin ningún problema, también ha pasado como una exhalación ante los reporteros. Un visto y no visto. Además de todas estas férreas medidas de seguridad, la organización de la ceremonia también colocó carpas en una parte de la finca que podía ser avistada por vecinos de edificios colindantes e hicieron volar drones para supervisar que todo esté en orden.

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Que Kiko Rivera iba a salvaguardar la exclusiva de su boda con Irene Rosales como si de su propia vida se tratase no era ningún secreto. Los reporteros que llevaban prácticamente desde que amaneció haciendo guardia en la puerta de la hacienda Los Parrales (Sanlúcar la Mayor) se resignaban porque tal vez su madrugón había sido en vano. "Si no nos van a decir nada...", se lamentaban. No iban desencaminados. Ni los invitados posaron para los medios ni los más educados quisieron explayarse con sus comentarios. "Mucha felicidad", solían desear aquellos que se dignaban a bajar la ventanilla. Un gesto que, por cierto, era recriminado por los miembros de seguridad, que les advertían que debían continuar y no podían detenerse.

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