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Fallece la condesa de Montarco, musa de Elio Berhanyer y madre de Alejandra Rojas
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hacía tiempo que su salud no era buena

Fallece la condesa de Montarco, musa de Elio Berhanyer y madre de Alejandra Rojas

Charo Palacios no se recuperó del todo de un accidente doméstico que sufrió en 2003. Sus amistades sabían que ya no era la misma, pero aun así seguía siendo el adorno elegante de todas las fiestas y reuniones familiares

Foto: La condesa de Montarco en un fotomontaje realizado en Vanitatis
La condesa de Montarco en un fotomontaje realizado en Vanitatis

Charo Palacios, condesa viuda de Montarco, falleció este viernes de madrugada. Hacia tiempo que su salud no era buena y empeoró estas últimas semanas. Los amigos más íntimos eran los únicos que conocían la situación y arropaban a Alejandra de Rojas, la hija más querida y la que vivía con ella. Julio, el mayor, prefería la casa de Galicia donde la familia pasaba los veranos. Un refugio en Sanxenxo con vistas al mar en un lugar llamado Punta Palacio. Se llamaba así por su padre, el matemático y físico Julio Palacios, que cuestionó en su tiempo la teoría de la relatividad de Einstein. Por parte, de madre era hija de los vizcondes de Canagide, un título de origen portugués.

[Leer aquí: Ana de Rojas: hija de falangista, republicana, 'ciudadana' y ecologista​]


Charo Palacios en una imagen de archivo (Gtres)Hasta que tuvo el accidente doméstico que casi le cuesta la vida en el 2003, bajaba por unas escaleras empinadas en la roca y se bañaba muy de mañana en el mar. Después ya no pudo y cambio el acantilado por la playa. Para Charo Palacios hubo un antes y un después tras aquel incidente, que nunca se aclaró del todo, y que la dejó fuera de juego durante un tiempo. Esa noche, tras celebrar su 60 cumpleaños, la princesa de Orleans y Jacob Bendahan se despidieron de ella en la puerta de su casa. A partir de ese momento se desconoce qué sucedió hasta las seis de la madrugada cuando la encontraron inconsciente en el porche de su residencia y con un golpe en la cabeza.

"Nunca se recuperó del todo y siguió haciendo su vida, aunque todos nos dábamos cuenta de que ya no era la misma. Tenía ese punto naif que producía mucha ternura, porque decía todo lo que se la pasaba por la cabeza", recuerdan sus amigos.

En la casa del acantilado tenía gardenias que cuidaba personalmente. Eso decía ella. A veces las regalaba con maceta incluida y daba las instrucciones como una jardinera experta: "Nada de sol directo y no encharques la tierra". El problema era si la planta no sobrevivía, porque al cabo del tiempo, si te volvía a ver decía: "Eso es que no tienes pulgares verdes", ante esa falta de tacto natural que ella sí tenía.



Era divertida, generosa y con un punto irónico que utilizaba contra los advenedizos. Lo que más le podía molestar eran los cursis que se daban aires de grandeza. Se casó en Portugal en 1968 con Eduardo de Rojas, el quinto conde de Montarco, viudo y con hijos mayores con los que no mantuvo mucho trato, porque ellos tenían su vida hecha. Él tenía 59 años y ella era treintañera. Tuvo dos hijos con el conde, Julio y Alejandra, a los que quería con locura. Fue una condesa consorte diferente que utilizaba poco el título en su vida privada. En cambio, su presencia suponía un adorno elegante en las fiestas y reuniones sociales. Musa del modisto de alta costura Elio Berhanyer, desfiló para él, aunque a la familia no le gustaba demasiado. Formaba parte de la lista de elegantes oficiales, hasta que decidió retirarse.

Durante un tiempo la condesa viuda de Montarco trabajó con Mari Cruz Soriano. La periodista organizaba unos cruceros con barcos rusos por el Mediterráneo con clientes de firmas comerciales y proveedores para que, entre ellos, hicieran negocios. Una iniciativa que dio muy buenos resultados. También se embarcaban periodistas que hacían panda con Charo hasta la madrugada. Al día siguiente estaba como una rosa y daba la fórmula secreta para que el champán o los 'gin-tonics' no produjeran resaca: "Beber mucha agua antes de dormir y un vaso con Alka-Seltzer".



Charo era una mujer que recibía como nadie, estaba pendiente de que todos lo que pasaban por su casa estuvieran cómodos. Durante muchos años organizaba almuerzos los domingos y la sobremesa se podía alargar hasta la noche. La infanta Margarita era fija de estas reuniones a las que acudían amistades con perfiles de todo tipo.

Los amigos sabían que la enfermedad era irreversible y lo único que se podía hacer por ella era que estuviera bien atendida. Y lo estuvo hasta el último momento.
El velatorio tiene lugar en su domicilio del El Viso, donde se celebrará una liturgia religiosa.

Nota: Aquí toda la información sobre quién tiene actualmente el título de Conde de Montarco y la persona que renunció al mismo.

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Charo Palacios, condesa viuda de Montarco, falleció este viernes de madrugada. Hacia tiempo que su salud no era buena y empeoró estas últimas semanas. Los amigos más íntimos eran los únicos que conocían la situación y arropaban a Alejandra de Rojas, la hija más querida y la que vivía con ella. Julio, el mayor, prefería la casa de Galicia donde la familia pasaba los veranos. Un refugio en Sanxenxo con vistas al mar en un lugar llamado Punta Palacio. Se llamaba así por su padre, el matemático y físico Julio Palacios, que cuestionó en su tiempo la teoría de la relatividad de Einstein. Por parte, de madre era hija de los vizcondes de Canagide, un título de origen portugués.

Alejandra Rojas
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