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En busca del tesoro (robado) del misterioso conde de la Real Piedad
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una figura, un mosaico y varias antigüedades

En busca del tesoro (robado) del misterioso conde de la Real Piedad

José Antonio Sandoval Puerta, conde de la Real Piedad desde 1956 hasta que murió, a los 84 años en 2008, era ingeniero agrónomo y a su funeral solo acudieron unos pocos amigos. Muchas de sus riquezas están perdidas

Foto: Fotomontaje de Vanitatis
Fotomontaje de Vanitatis

Amasó una de las mayores fortunas del país, pero casi nadie sabe muy bien quién fue. José Antonio Sandoval Puerta, conde de la Real Piedad desde 1956 hasta que murió, a los 84 años en 2008, era ingeniero agrónomo y a su funeral solo acudieron unos pocos amigos. Entre aquellos que lloraban llantos de verdad, como dice el poema, no se encontraba ningún familiar. Sandoval era un noble de Bullas (Murcia) que vivió en la más absoluta discreción y que, para más inri, no dejó herederos ni descendencia, lo cual llevó a la Administración Pública a hacerse con sus tesoros... o con parte de ellos.

Según publicaba este martes el diario 'La Verdad', gran parte de las reliquias que atesoraba el fallecido conde están, hoy por hoy, en paradero desconocido. Aunque se llegaron a recuperar objetos como tres esculturas romanas a través de un decomiso, todavía falta, por ejemplo, una cuarta que sería la más valiosa e importante. La operación para el rescate de esas piezas se llamó Lignum y en ella se detuvo a Benito Amor. Detrás de este apellido se escondía un sastre conocido por todo el pueblo. El hombre llamó la atención de los investigadores al poseer una gran cantidad de objetos valiosos de los que se desconocía su procedencia. Eso llevó a su detención, pero ni siquiera con la misma se resolvió el misterio.

Pese a la detención del sastre, hay reliquias que siguen en paradero desconocido y muchos se preguntan dónde estarán. Este medio se ponía en contacto con un importante miembro de la nobleza para rascar algo más sobre el caso. Sin embargo, no es vox populi entre la alta cuna de este país. "¿Ingeniero agrónomo y conde? Ni siquiera me suena su nombre", asegura esta persona a Vanitatis. Supuestamente, todas las propiedades deberían estar dentro de los dos inmuebles más valiosos del conde: una casona en Bullas y un piso en Madrid que ya fueron subastados. La última de estas subastas tuvo lugar en 2014. Es este piso madrileño del conde el que, actualmente, ha vuelto a ser investigado para hallar pistas de un mosaico romano que los convecinos de Bullas aseguran que se encontraba dentro del inmueble de la capital madrileña.

El misterioso noble fue un hombre de grandes bienes. Algunos de ellos son tan grandes que era imposible que nadie se hiciese con ellos. Por ejemplo, era dueño y señor de unos terrenos en Ayora (Valencia), que también fueron subastados por el Estado. Sin embargo, aquella no fue una subasta fácil. Las 26 parcelas rústicas que ocupaban nada menos que 162 hectáreas salieron a subasta por 841.168 euros. Sin embargo, no hubo compradores, lo cual llevó a una segunda puja el pasado 30 de noviembre que tampoco fue excesivamente exitosa. Los habitantes del lugar, de hecho, recordaban en varios medios locales que el conde ni siquiera aparecía por allí y que ni siquiera sabían que este existiese. Cosas de la nobleza. Hoy por hoy, la policía continúa investigando el lugar que guarda los tesoros de un hombre que, pese a la importancia de sus bienes, no quiso depositarlos en ningún nombre concreto, dejando sin dueño una serie de antigüedades que pueden haber hecho rico a alguien. La pregunta es... ¿a quién?

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Amasó una de las mayores fortunas del país, pero casi nadie sabe muy bien quién fue. José Antonio Sandoval Puerta, conde de la Real Piedad desde 1956 hasta que murió, a los 84 años en 2008, era ingeniero agrónomo y a su funeral solo acudieron unos pocos amigos. Entre aquellos que lloraban llantos de verdad, como dice el poema, no se encontraba ningún familiar. Sandoval era un noble de Bullas (Murcia) que vivió en la más absoluta discreción y que, para más inri, no dejó herederos ni descendencia, lo cual llevó a la Administración Pública a hacerse con sus tesoros... o con parte de ellos.

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