Es noticia
Menú
Mario Conde no consigue detener la subasta de Can Poleta, que se vende por 4,2 millones
  1. Noticias
solo hubo una oferta

Mario Conde no consigue detener la subasta de Can Poleta, que se vende por 4,2 millones

De nada le ha servido el recurso para quedarse con la residencia mallorquina embargada por la Audiencia. El exbanquero pierde el que fue el refugio de Lourdes Arroyo, su mujer

Foto: Mario Conde en un montaje realizado por Vanitatis.
Mario Conde en un montaje realizado por Vanitatis.

Mario Conde logró paralizar la subasta de Can Poleta, su querida residencia mallorquina, y otras tres fincas, a principios de julio de 2016, con un recurso en el que mostraba su intención de recomprar la que fue la residencia veraniega donde vivió la etapa más feliz de su vida con su primera mujer (y gran amor), Lourdes Arroyo. De nada sirvió la maniobra del exdirectivo de Banesto. La titular del juzgado de Primera Instancia Nº 18 de Palma denegó su pretensión haciendo suyo el término 'ficción' empleado por la Audiencia Nacional para describir cómo la propiedad ubicada en Pollensa seguía perteneciendo al entorno del exbanquero, a pesar de que su titularidad residía en una empresa con administradores alemanes. La venta pública de esta preciosa propiedad, situada en el término municipal de Pollensa, comenzó el pasado 22 de julio y se cerró el 8 de agosto, según ha podido confirmar Vanitatis, aunque hasta ahora no se ha hecho público. La puja más alta, y la única que se formalizó, fue de 4,2 millones de euros. Su propietario, según fuentes jurídicas, puede tener residencia en Suiza.

Casi 800 metros de vivienda y 91.600 de parcela

La finca ocupa una superficie de 91.614 metros cuadrados, según datos catastrales. De ellos, 792 corresponden a la vivienda de grandes soportales y típica construcción mallorquina que tantos buenos momentos dio a la familia Conde. E igualmente hay otra edificación de 355, que es la casa de invitados. La subasta de esta privilegiada propiedad se inició en vía de apremio, sin puja mínima. La cantidad reclamada por los inmuebles ascendía a 20.650.877,47 euros, aunque su importe era 4.175.000, y el monto del depósito a aportar por los licitadores se elevaba a 210.000 euros. "Fue una subasta celebrada en un tiempo récord", aseguran estas mismas fuentes.

Pollentia Mallorca Properties fue la encargada de las visitas de las cuatro fincas. Decía el anuncio: “Oportunidad de negocio en Pollensa. Subasta de 4 Fincas conocido como CAN POLETA”. Una de las parcelas, con más de 20.000 metros cuadrados en suelo rústico, era totalmente edificable. Decía también expresamente la oferta que el motivo de la operación era el embargo en garantía de responsabilidad pecuniaria del propietario del inmueble, la sociedad anónima GI Beteiligung. Hubo algunas visitas, pero ninguna pujó por las propiedades. La oferta definitiva llegó por vía electrónica.

El 'sitio' de Lourdes Arroyo

Mallorca fue la isla que cobijó a Mario Conde y a su familia durante 41 años. Fue su primera mujer, Lourdes Arroyo, quien abrió al exbanquero las puertas de la isla cuando Conde tenía 25 años, estaba recién casado y cada verano cumplía con la rutina de viajar a tierras gallegas, donde la había conocido. Pronto quedó rendido a sus encantos y a sus cálidos veranos. Él mismo relató con su prosa cuidada y sus pinitos poéticos esta querencia tan especial en el pregón que pronunció el 11 de julio de 2009 en las fiestas de Caimari en Mallorca: "Mi suegro gustaba de navegar y decía que en las aguas costeras de Mallorca no hay piedras ni bajos ni mareas ni corrientes. Mi mujer estaba de acuerdo y como yo soy muy obediente con los que mandan bien, y muy rebelde con los que mandan mal, que de estos hay bastantes, obedecí, porque mi mujer me mandaba muy bien". Así llegaron a Alcudia, a unos apartamentos cerca del hotel del Golf.

Fue su suegro quien compró Can Poleta aunque, años más tarde, en 1982, Conde se la compró a él. La propiedad es una tradicional y magnífica masía con vistas a la sierra de Tramontana formada por cuatro fincas rodeadas de olivos milenarios. Decía el exbanquero que entonces tenía posesiones más grandes y mejores, pero Lourdes decía que aquella era su sitio. "Por las mañanas se iba a Pollensa, temprano, paseaba por la plaza del pueblo, se sentaba en una mesa del casino, veía pasar a la gente, comía una tostada con aceite y regresaba a casa. Nunca me hablaba de eso. Lo guardaba para sus adentros, como hacen las personas que cultivan verdaderos sentimientos. Los amasan en soledad. Los acarician en sus almas", relató en el pregón.

Dijo también entonces que, salvo en sus periodos carcelarios, nunca ha faltado a su cita con la isla. Y con ella soñaba a través de un pequeño orificio de entrada de luz que había en el almacén en el que trabajaba para los presos. "Cuando se ponía el sol, me sentaba en una silla y miraba por aquel orificio la luz. Y soñaba con Mallorca. Imaginaba a mi familia, a mis amigos, las puestas de sol del poniente en Pollensa, las calas de la Costa Norte... ". Allí falleció Lourdes y Conde quedó vinculado para siempre con aquel rincón balear y de ahí, quizás, su intento de retenerla. El exbanquero sí ha intentado vender otras de sus propiedades, por ejemplo, la situada en la madrileña calle Triana 63, que salió a la venta en el portal Idealista por 3,7 millones de euros.

La pista de Can Poleta

Sin embargo, Can Poleta ha podido ser su perdición y la que dirima su futuro. Unos pagos de 550.249 euros efectuados entre 2004 y 2014 en una cuenta de La Caixa de una sucursal de Pollensa llevaron a su detención, acusado de blanqueo de capitales, delitos contra la Administración Pública, insolvencia punible y organización criminal. Con esos pagos el exbanquero abonaba el sueldo a su empleado y a su esposa o cumplía con los recibos del club náutico al que era tan aficionado.

Tras la condena a 20 años de cárcel que le impuso el Supremo en 2002 por el saqueo de Banesto, el exbanquero solo ha abonado voluntariamente algo más de 4,9 millones de euros de la indemnización de 22,4 millones que le impuso el alto tribunal, según el proceso de ejecución de la sentencia que aún sigue la Audiencia Nacional. Conde aseguró entonces carecer de patrimonio mientras mantuvo un alto ritmo de vida social y profesional. No tenía ninguna propiedad a su nombre (salvo el 50% de una vivienda en Madrid que estaba embargada) y se declaró insolvente. Logró que no le confiscaran las fincas que poseía en Sevilla o Toledo porque figuraban a nombre de su mujer y pleiteó hasta la extenuación para evitar su decomiso.

Con Can Poleta, según la Audiencia Nacional, el banquero cometió un delito de alzamiento de bienes para evitar el pago de las deudas. El 9 de abril de 2002 la vendió a la sociedad luxemburguesa GI Beteiligung, lo que ha impedido durante años la inscripción del embargo judicial en el registro de la propiedad. La Audiencia decidió no perseguir el delito al considerarlo prescrito, pero en 2012 el juez Pedraz estimó, a la luz de un informe de la UDEF, que la venta fue una 'operación simulada' para evitar el embargo y el pago de la indemnización. Detrás de esa empresa de nombre difícilmente pronunciable se hallaba el exbanquero y su círculo familiar. De hecho, el exbanquero seguía disfrutando de la propiedad hasta hace poco.

Lo ha dicho la Audiencia y la jueza de Palma en la misma resolución en la que confirmaba la subasta y el embargo de Can Poleta a pesar de que la sociedad luxemburguesa pretendía dejar sin efecto las certificaciones registrales en las que figuran anotaciones preventivas de prohibición de disponer de las fincas. Mario Conde, refugiado ahora en su propiedad gallega, el pazo de Chaguazoso, ha manifestado a este medio que no tiene nada que decir al respecto. El exbanquero sigue la actualidad política y económica del país desde su cuenta personal de Facebook en la que también cuelga las informaciones que le favorecen.

Foto: Can Poleta, finca de Mario Conde

¿Tienes un dispositivo móvil iOS o Android? Descarga la APP de Vanitatis en tu teléfono o tablet y no te pierdas la actualidad de nuestros famosos. Para iOS, pincha aquí, y para Android, aquí.

Mario Conde logró paralizar la subasta de Can Poleta, su querida residencia mallorquina, y otras tres fincas, a principios de julio de 2016, con un recurso en el que mostraba su intención de recomprar la que fue la residencia veraniega donde vivió la etapa más feliz de su vida con su primera mujer (y gran amor), Lourdes Arroyo. De nada sirvió la maniobra del exdirectivo de Banesto. La titular del juzgado de Primera Instancia Nº 18 de Palma denegó su pretensión haciendo suyo el término 'ficción' empleado por la Audiencia Nacional para describir cómo la propiedad ubicada en Pollensa seguía perteneciendo al entorno del exbanquero, a pesar de que su titularidad residía en una empresa con administradores alemanes. La venta pública de esta preciosa propiedad, situada en el término municipal de Pollensa, comenzó el pasado 22 de julio y se cerró el 8 de agosto, según ha podido confirmar Vanitatis, aunque hasta ahora no se ha hecho público. La puja más alta, y la única que se formalizó, fue de 4,2 millones de euros. Su propietario, según fuentes jurídicas, puede tener residencia en Suiza.

Mario Conde Subasta Blanqueo Palma de Mallorca Audiencia Nacional
El redactor recomienda