Operación Triunfo, entre el marujeo y el mercadillo

Martes cualquiera. Jesús Vázquez da comienzo a una nueva gala de Operación Triunfo. Para empezar una canción sobre la Comunidad Valenciana patrocinada por esta región. Al terminar, da paso a las primeras actuaciones de los concursantes, pero antes recuerda que para que éstos hayan podido prepararse las canciones de la gala, Sony les ha regalado un MP3.

El programa sigue y las actuaciones se mezclan con autopromociones. Repsol les ha regalado una pequeña moto a los chicos, Sony un ordenador. Y así hasta llegar al momento de la expulsión de un participante y la elección del favorito. El primero se lleva a su casa un Fiat y el segundo 1.000 euros en su cuenta de BBVA…

“Está claro que hay una teletienda aquí montada”, dijo en una ocasión Risto Mejide.Y no le falta razón. El otrora concurso musical se ha convertido en toda una teletienda y en un reality. “Es la peor edición de OT, con unos participantes más preocupados de perseguir faldas y pantalones que de la música", comentó el pasado miércoles.

Mantener enganchada a la audiencia durante siete ediciones no es cosa fácil. Una gala de OT le cuesta a Telecinco apróximadamente unos 600.000 euros, una cantidad que debe recuperar a toda cosa. Pero tras la pérdida de interés del público por descubrir nuevos cantantes, la cadena ha tenido que buscar nuevas fórmulas que atraigan a los espectadores y a los anunciantes.

El protagonismo de Risto

El jurado, y sobre todo Risto Mejide, ha cobrado tal protagonismo que incluso tiene más minutos que los propios participantes. La cadena de Fuencarral lo sabe y cada año le ha dado más minutos para que sus 'ristadas' enganchen a la audiencia. El publicista ha tenido vía libre para meterse con el presentador, el jurado, los profesores e incluso la productora, a la que acusó de manipulación. Todo un circo con tal de crear expectación gala tras gala.

Pero además, la vida de los participantes y sus relaciones personales son comentadas tanto en el programa como en otros programas de la cadena. "Habría que rebautizar el programa y llamarle El diario de Jesús", dijo Mejide.

Todo ello ha tenido sus frutos. El público ha seguido más o menos fiel al concurso hasta que lo cambiaron de la noche del miércoles al martes y las galas se han convertido en un mercadillo donde se promociona y/o se vende desde cuentas en bancos a MP3. Pero últimamente la audiencia no está respaldando el concurso e incluso ya se habla de que esta edición se verá recortada en una gala. ¿Supondrá esto el principio del fin de Operación Triunfo? Sólo usted tiene la última palabra.