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NUEVA FINAL DEL CERTAMEN

Italia y Portugal, favoritas en Eurovisión ¿influirá su política exterior?

Es más la creencia popular que otra cosa, pero el festival es un buen termómetro para saber cómo están las relaciones entre los países

Foto: El representante de Italia, Francesco Gabbani, en una actuación durante la primera semifinal. (Reuters)
El representante de Italia, Francesco Gabbani, en una actuación durante la primera semifinal. (Reuters)

Si es de los que suelta aquello de “en Eurovisión siempre ganan los mismos porque se votan entre ellos”, “Eurovisión es política” o el ya clasiquérrimo “Grecia nos vota porque la reina Sofía es de allí”, quizá quiera leer este artículo para convencerse de que Eurovisión tiene más que ver con buenas propuestas musicales que con otra cosa. A lo mejor le convenza el dato de que este año los favoritos son Portugal e Italia, países que no pueden poner su victoria, precisamente, en manos de los países vecinos.

La política exterior existe en el certamen, pero más que a la hora de votar, los tejemanejes son patentes en otras cosas: vetos de unos contra otros, abandonos del concurso que pueden significar un rechazo más a Europa que al certamen en sí o una forma de escaparate para mostrar alguna reivindicación puntual. Esto es más anécdota de cara a la galería que otra cosa pero los países no desaprovechan la oportunidad de dar una puntada a su política internacional en un concurso que ven millones de espectadores.

Y si no se convencen de que la política no es tan determinante en Eurovisión, otro dato: Australia quedó segunda el año pasado. Para lo que sí vale el festival a nivel internacional es para saber en qué estado están las relaciones entre países, si las cosas están relajadas o la tensión aumenta en el termómetro. Así lo cree Antonio Obregón, profesor de Derecho en la Universidad de Comillas y experto en Eurovisión. No se sorprenda; aunque en España creamos que el certamen es la excusa perfecta para engacharnos a Twitter a criticar, en el resto de los países se lo toman en serio. La Universidad de Melbourne y Monash -ambas en Australia-, Belgrado, o Malta ofrecen estudios sobre el ‘casposo’ certamen.

placeholder Jamala de Ucrania en 2016. (EFE)
Jamala de Ucrania en 2016. (EFE)

Obregón es un eurofan declarado desde los 60 y asegura que “las relaciones internacionales influyen en Eurovisión y Eurovisión influye en las relaciones internacionales”. Y el ejemplo, dice, está entre Rusia y Ucrania. Ambos países sufren un conflicto internacional desde que Putin decidiera anexionarse Crimea en 2014. “El conflicto se ha agravado desde que Ucrania ganara el año pasado el Festival de Eurovisión”, apunta el profesor. Y no lo hizo con una canción cualquiera: la cantante Jamala se hizo con la victoria con ‘1944’ que hablaba de la deportación de los tártaros de Crimea por parte de la URSS. El reglamento del certamen especifica que no puede haber letras, discursos o gestos políticos y por eso estuvo a punto de no participar. Pero fueron flexibles.

El conflicto ha continuado este año. Ucrania ha vetado a Rusia porque la cantante rusa actuó en Crimea sin autorización de Ucrania. Y los rusos han decidido abandonar el concurso y presentar a su cantante en 2018. “Eurovisión también aumentó las tensiones en la antigua Yugoslavia cuando se debía decidir en qué ciudad se debía organizar el festival de 1990; evidentemente no fue determinante en la Guerra de los Balcanes pero sí hubo un enconamiento de las relaciones entre las regiones”.

Eurovisión no deja de ser una ventana más en el tablero de las relaciones internacionales y los gobierno los saben. “Los países que han querido formar parte de la Unión Europea se han apuntado primero a Eurovisión. Le pasó a Turquía, que ganó en 2003 y fue la época que más cerca estuvo de pertenecer a la UE. Ahora lleva desde 2013 sin participar en el certamen como protesta por el sistema de votación pero también dice mucho de en qué posición está ahora mismo el país con respecto a Europa”.

Dice Obregón que el signo político del que gobierna el país también influye a la hora de elegir candidato y canción. Portugal se bajó del carro del certamen el año pasado por problemas económicos; este año ha vuelto con una puesta en escena minimalista, austera.

El voto emigrante también tiene que ver. Los ciudadanos no pueden votar a su propio país pero sí pueden hacerlo los nacionales que estén viviendo en otro sitio. Si tienes muchos de tus compatriotas viviendo en Alemania, no es raro que en el televoto -votos emitidos por los telespectadores- te lleves algún regalo.

Sin embargo, como fan del festival, este profesor universitario reconoce que la política no es determinante para ganar. “Lo importante es una buena propuesta musical”. Jose García es de la misma opinión. Lleva asistiendo al festival en las diferentes sedes desde 2006. Es director y redactor jefe de Eurovision-Spain, la web de referencia de los eurofans, y añade un dato para comprender la importancia de la propuesta musical: “Todos los países que ha quedado en el top 5 ha recibido votos de, al menos, 30 países. Y nadie tiene 30 vecinos”.

García sabe que la geopolítica existe, “muchos países intenta instrumentalizar el festival y darle visibilidad a sus problema”, pero cree que siempre acaba teniendo más peso “la afinidad territorial, cultural y musical”. “El mercado del cantante sueco, por ejemplo, son los países nórdicos y lo mismo le pasa a la órbita socialista. Es normal que exista afinidad y se vea reflejado en las votaciones”. El presidente de Eurovisión Spain explica que el cantante de Bulgaria se dio a conocer en un ‘talent show’ en Rusia, por lo que los países de alrededor le reconocerán y es probable que apuesten por él.

Aquí un ejemplo bastante visual de cómo han votado los países en las diferentes ediciones de Eurovisión desde 1975 a 2015 elaborado por Datagraver.com. En el mapa, España, anda falta de afinidades.

“Al final gana lo que le gusta a la gente”, dice el profesor de la Universidad de Comillas. Y si no es Portugal, será Italia, que también es otra de las favoritas. “Su propuesta es buena, tiene aplomo y buena puesta en escena”. Es lo que le falta a España, “más inversión”, opina Obregón. “Hay que tomárselo en serio. Esto ni es antiguo ni es hortera. Tiene 200 millones de espectadores”.

Este año, por si no se han enterado, nuestro representante se llama Manel Navarro y su propuesta está basada en el colorido mundo del surf. Esta es la actuación que se ha podido ver en la primera semifinal del festival, aunque recuerden que España -junto a Alemania, Francia, Italia y Reino Unido- pasan directamente a la final al ser los países que más aportan a la Unión Europea de Radiodifusión (UER).

Si ha llegado hasta aquí quizá ya se haya convencido de la idea de que en Eurovision no todo es política. Pero si aún le faltan datos, quizá se fíe de Google, que ya ha hecho un pronóstico: Francia, Italia y Bulgaria.

Si es de los que suelta aquello de “en Eurovisión siempre ganan los mismos porque se votan entre ellos”, “Eurovisión es política” o el ya clasiquérrimo “Grecia nos vota porque la reina Sofía es de allí”, quizá quiera leer este artículo para convencerse de que Eurovisión tiene más que ver con buenas propuestas musicales que con otra cosa. A lo mejor le convenza el dato de que este año los favoritos son Portugal e Italia, países que no pueden poner su victoria, precisamente, en manos de los países vecinos.

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