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Mannix: el mejor lechazo del mundo
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GASTRONOMÍA

Mannix: el mejor lechazo del mundo

La historia del actual Mannix se remonta a principios del siglo XX, cuando Andrés abre una carnicería y monta un horno para asar los lechazos. Alcanza

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Mannix: el mejor lechazo del mundo

La historia del actual Mannix se remonta a principios del siglo XX, cuando Andrés abre una carnicería y monta un horno para asar los lechazos. Alcanza mucha fama y enseña el oficio a su hija Irene, que se hace cargo del negocio al morir Andrés, dándole un gran impulso.

En los años 60, la hija de Irene, Rosaura, se casa con Eusebio, también hijo y nieto de asadores, que toman el relevo.

Tienen guardado un jarrillo de los que se utilizaban para el vino, fechado en 1964, con el nombre del establecimiento que era Carnicería Mesón de Irene y Usebiete.Este nombre duró hasta 1981, que es cuando hicieron una gran reforma y le bautizaron con el nombre de Mannix, que se corresponde con el del famoso detective de la serie de televisión. Me ha contado Marco Antonio que se lo puso porque el hermano pequeño jugaba con una pistola de plástico en la calle, emulando las aventuras del detective. A su padre le hizo gracia y decidieron nombrar así al nuevo restaurante. A la muerte de Eusebio en 1999, se hacen cargo del restaurante Marco Antonio y su hermana Carmen.

La decoración del gran salón es un tanto especial, no sabría definirla, me recuerda al clásico Casino de Provincias, con sus lámparas tipo araña, su escalera de piedra parecida a la de la película Lo que el viento se llevó, con cuadros de bodegones, estatuillas y paredes pintadas en rojo.

Tiene capacidad para 300 comensales, el salón es diáfano y se divide por medio de biombos. Como dice mi amigo Marcelo de Andrés, buen cliente y amigo de la casa, “aquí hacen el mejor lechazo del mundo”. Yo doy fe de que es uno de los mejores que se sirven por tierras castellanas.

Marco Antonio es el maestro asador y el punto que le da al lechazo es el de crujiente por fuera y esponjoso por dentro, se deshace con el tenedor. Con total merecimiento, ha recibido en 1999 el Blasón de Oro y del Turismo y al año siguiente el Premio al Mejor Empresario del Año en la Comunidad de Castilla León. Marco Antonio lleva con orgullo ser la tercera generación de maestros asadores, por parte de madre y padre.

Es un lugar al que va a comer lechazo y, para acompañarlo, como entradas, se pueden tomar: la morcillita frita, el pastel de lechazo, los riñones a la plancha o las mollejitas y, si hace mucho frío, la sopa castellana, que sienta de maravilla. Después un cuarto de cordero, que es una buena ración para dos personas, acompañado de ensalada de lechuga. También dispone en su carta de pescados y carnes.

A finales de noviembre, se celebra la ‘Semana del lechazo’, unas jornadas gastronómicas compuestas por una serie de entradas  como las asaduritas encebolladas, manitas, mollejas y alguna cosilla más. Siempre se termina con el lechazo, claro. Uno de los secretos es la buena materia prima. Ellos son carniceros y disponen de ganadería propia.

De postre, unas natillas y alguna tarta casera. La bodega es buena, dispone de grandes añadas de la Ribera del Duero. Además, celebran bodas, comuniones y todo tipo de eventos. Eso sí, siempre hay que reservar y fijar la hora de la comida.

Precio medio: 35 € con vino de la casa.
Felipe II, 30. Campaspero (Valladolid).
Teléfono: 98 3698018.

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