Salmorejo cordobés: Embrujo de sabores en la Capital Gastronómica de Iberoamérica

Por sus caños y pilas, sus fuentes encaladas, sus tabernas, sus patios floreados, el alcázar, la mezquita, la judería y los baños árabes. Una ciudad milenaria, con el centro urbano, Patrimonio de la Humanidad, más grande del mundo. Una ciudad de paisajes inundados por una luz especial que ha iluminado sus calles de historia y religiones trascendentes, de arquitectura monumental, sonidos, ritmos y “quejíos” de música profunda y “sentía”.

Sabores esenciales y olor a huerta y aromas de naranjos en flor. Una gastronomía rica y variada, de aceites, salmorejos, vinos y rabo de toro. Las Denominaciones de Origen, cuidan y miman los productos más básicos de nuestra cocina mediterránea: el aceite de oliva de Baena, el de Priego, o el de Montoro-Adamuz y Lucena; la del vino Montilla-Moriles; y la del ibérico de los Pedroches; la miel de Montoro y Hornachuelos; el membrillo de Puente Genil y la carne de monte de Sierra Morena, entre otros. No en vano y por todo ello, ha sido nombrada la primera Capital Gastronómica Iberoamericana.

Pero si existe un plato cordobés que sobresale por encima de cualquier otro, ese es, el salmorejo. De color naranja intenso, de textura un punto espesa, que llena la boca, pero que la toca suave, como un paño de seda y un sabor delicado con un punto agridulce.

Si quieres disfrutar del mejor salmorejo de Córdoba, te señalamos tres sitios especiales.

En La Taberna del Río, desde su maravillosa terraza-azotea, próximo al Guadalquivir. Antonio Jiménez, borda el salmorejo, al que acompaña de una suave confitura de pera, virutas de atún rojo, ahumado, y polvo de tomate, que lo hace exquisito. En la taberna también puedes probar un delicioso calabacín a la parrilla con queso de Zuheros, o un delicado carpaccio de presa ibérica del Valle de los Pedroches, ¡Fantástico!