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De las 'pijo-chic' a las 'marquesonas' con perlas: poco lustre en la boda de Luis Martínez de Irujo y Adriana Martín

Este sábado, Luis Martínez de Irujo contrajo matrimonio con Adriana Martín y la madrileña calle Princesa -lugar donde sita el ducal palacio de Liria- se convirtió en

Desconocemos cuáles fueron los motivos que llevaron a esta dama a calzarse un repollo en bandeja en la cabeza y, lo que resulta aún peor, a sacar la austriaca de lana para tan aristocrático evento. No faltó el collar de perlas, rematado con un colgante en flor. Eso sí, por si el modelito no parecía suficiente, optó por completarlo con una cartera de mano de aires ‘hippies’. Un cóctel (fatídico) de estilo. Su acompañante, por su parte, se olvidó de que con traje no se llevan mocasines y de que el cinturón todavía está de moda.

Que la nieta de la duquesa de Alba es camaleónica y transgresora no es nada nuevo. Aunque este conjunto de tres piezas en azul cerúleo no resulta del todo apropiado ni para el entorno ni para alguien de su linaje. Pero Brianda es un espíritu libre. Como la gasa de este diseño.

De la 'party' nos vamos a Ibiza, o sea. Momento pijo-chic en una oda al vestido-pareo, la quincalla y el terciopelo-saco. Modernas a cualquier edad, en cualquier lugar. El caso es dar la nota.

Sombrerito amazona, perlas de tres vueltas, rosetón en la cintura... Un conjunto un tanto rancio para una invitada de esa edad. Tampoco acierta con el tono de las medias ni con esa sandalia de pulsera.

Muchos fotógrafos de boda creían que el sombrero canotier había muerto. Hasta que apareció esta invitada con su acompañante -en calidad de testigo con un chaqué impecable- que tocó su cabeza con uno negro y florido. Error. Porque si el remate a este conjunto en azul cielo son esos andamios a modo de sandalias, mal vamos. Un conjunto bastante desacertado.

Vestido de largo ‘midi’ con pequeña capa trasera y juego de pliegues. Este diseño en rosa empolvado con cartera de plumas y tocado a juego convirtió a Flavia Hohenlohe en otra de las invitadas estrella de la velada en Liria.

¿Quién dijo que lo cañí está reñido con la aristocracia? ¡Todo lo contrario! La esposa de Marcelino Oreja dio una lección de estilo con este vestido de (discreto) escote en uve de lunares grises con manga francesa. La cartera de mano y los zapatos a juego son todo un acierto.

Por más que los tocados con redecilla sean tendencia, en este caso los floripondios cobran excesivo protagonismo. La dama -con cierto aire a una Ana Pastor en platino- no acierta al apostar por este sobrio traje, que al menos intenta aportar algo de alegría en el juego de la manga. 

Mónica Abascal, livianos años 20 para este vestido en rosa empolvado con juego de estampado floral en la parte baja del mismo. Su ligero corte de campana estaba brillantemente resuelto con esos zapatos de punta redonda en charol rojo y discreto tocado de plumas. De José María Aznar Botella, nada que añadir. Un traje correcto e impecable.

Aires étnicos para el estampado de este vestido negro, rojo y blanco de escote Bardot lucido por Mónica Palazuelo. Sencillos (pero flamencos) recogido y pendientes que fueron el broche ideal a un conjunto sencillamente perfecto. ¡Cuántas invitadas deberían haberse inspirado en ella y hacer del paseíllo hacia Liria una verdadera pasarela! Impecables también esas sandalias de aires rockeros con cartera de mano a juego. El triunfo del menos es más.

Plumas, vestido de corte lápiz y mangas farol. El trinomio resulta impecable si se sabe aderezar con un camafeo a modo de broche. La gasa y la seda fueron, sin duda, las grandes aliadas para esta invitada al enlace del nieto de la duquesa.

En clave de azules y con corbata de lunares verdes y blancos. Luis Medina siempre acierta en la elección y en el corte de sus trajes. A este, en concreto, no se le puede poner ningún pero. O, quizá, sí. Se lo olvidó llevarlo con cinturón o tirantes. Aunque, por su estilo innato, pasa a formar parte de la lista de los que sí.

El veranillo de San Miguel salvó este estampado, arriesgado para una boda en octubre. Buena combinación con los zapatos, pero la capita-peinador desinfla el conjunto global

Interesante (y ceñido) vestido al que no ponemos objeciones, ni en el tono ni en ese acertado juego de manga larga con escote en V y abertura en la falda. El fallo viene en la elección de los complementos: ni el 'clutch' dorado ni el tocado encajan con el vestido.

Similar combinación de colores y complementos en esta otra invitada (las sandalias 'peep toes', de hecho, podrían ser las mismas). Resulta menos favorecedor el vestido, de escote desigual y flor en el hombro. No entendemos el echarpe de piel en una mañana tan cálida. Este tocado, mejor para Ascot.

No ha sido el mejor estilismo -tampoco el peor- de Pilar Medina Sidonia. Nos gustan el cuerpo, el cinturón ancho y los guantes. También el juego de grises de la cabeza a los pies. Pero la falda chirría y el (des)peinado también. 

Década tras década, Tessa de Baviera continúa luciendo un tipo envidiable, pero eso no significa que sea correcto embutirlo de este modo en una boda de tronío. Perfecto como traje cóctel, aquí estaba fuera de lugar. Eso sí, menudo collar. 

Los sobrevestidos de encaje triunfan en cualquier enlace de postín que se precie. Y resultan todo un acierto. Como en el caso de la señora de Goizueta, que optó por este diseño en azul noche por debajo de la rodilla. Sus zapatos y su cartera de mano con motivos geométricos devinieron en réplica perfecta a un conjunto muy acorde para una ceremonia de mañana.

¿Estaban de saldo los 'peep toes' color arena? Nos gustan el cuello y el broche de este diseño, pero un exceso de brillo del tejido le resta elegancia al conjunto. 

No es fácil llevar esta combinación de colores: un salmón casi 'nude' con un caldero y zapato azul noche. Tampoco ayuda la falda globo ni las mangas volanderas. Pero no suspende.

 

Este sábado, Luis Martínez de Irujo contrajo matrimonio con Adriana Martín y la madrileña calle Princesa -lugar donde sita el ducal palacio de Liria- se convirtió en pasarela improvisada para muchos de los invitados a tan aristocrática ceremonia. El duelo se torna interesante con un empate técnico entre los mejores y peores estilismos y entre los que ni fu ni fa. Con todo, el paseíllo de muchos de ellos es jugoso. Pasen y lean. 

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