Cuando La Condesa desfila, el rock empieza a sonar a ritmo de aguja y aristocracia. Y el desfile de su colección otoño-invierno 2018/19 no iba a ser menos. ¿Desde dónde llegaba la inspiración en esta ocasión? Pues directamente desde la mismísima Albión, que no pérfida, eso sí; es decir, de la Gran Bretaña, y para ser más específicos desde el corazón de Madchester, el centro de la movida de Manchester y su sonido tan especial. De nuevo, y por tercera vez en el mismo día, volvemos de viaje a los 80, esta vez al final de la década y el principio de los 90. Una duquesa imaginaria, la de Devonshire, que abandona su mansión familiar para ir a bailar cada noche, esa es nuestra musa. Y para este clubbing tan personal, Marina Conde ha contado con un casting de más de 40 modelos, entre las que se encontraban Alejandra Andreu, la modelo Madelaine Hjort o la actriz Ana Caldás.

Así que para demostrar que no solo de casacas militares vive La Condesa, el desfile se presentaba como un canto a esa aristocracia británica que rompe moldes y a la que le sobra estilo para marcar tendencia a medio mundo. Tejidos como el jacquard personalizado con estrellas, con el león y el unicornio en versión XL, estampados con una versión muy suya de los Pearly Queens & Kings con sus chaquetas repletas de perlas y botones, los cuadros escoceses, el príncipe de Gales mezclado con lentejuelas o el tweed, el terciopelo y las paillettes metalizadas como armaduras. Y todo en vestidos tipo 'wrap dress', trajes de chaqueta estampados, blazers de tweed o jacquard y abrigos largos y llenos de color. Cuando la aristocracia baila, no hay más que hablar.

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Fotos: Gtres. 

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