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EXPOSICIÓN DE 'CUARTO MILENIO' LLEGA A BARCELONA

Iker Jiménez y Carmen Porter: "Nuestra hija juega con cabezas reducidas de los jíbaros"

Los presentadores son tal para cual y la hija que tienen en común va por el mismo camino. Han hecho del misterio su modo de vida y en ella participa la pequeña Alma

¿Saben lo difícil que puede ser hallar en la vida a alguien a quien le apasionen tanto como a uno mismo las muñecas malditas? Que tu media naranja disfrute tanto como tú consultando la grabadora tras dejarla en un sanatorio abandonado. O que sueñe con que le pidas la mano a la luz del OVNI. Todo eso les ocurre, en público y en privado, a Iker Jiménez y Carmen Porter. Son un equipo perfecto, en el salón de casa y en el plató de Cuarto Milenio, el programa más veterano de Cuatro.

Tras Madrid y Gijón, la nave del misterio lleva su inefable exposición a Barcelona: visitantes del espacio, animales perdidos, muñecos endemoniados, momias, objetos fuera del tiempo, torturas inquisitoriales, las caras de Bélmez y la vampira de Barcelona. “La exposición está pensada poniéndonos en el lugar de un niño, porque los dos fuimos niños amantes del misterio”, explica Jiménez. Parte de sus vivencias con otras realidades a lo largo de más de 20 años como divulgador puede ya verse en el teatro Coliseum de la Ciudad Condal hasta el 1 de octubre. El presentador culminará con una experiencia interactiva la noche del 2 y el 3 de octubre. Algo para quienes buscan realmente levantar el velo. Iker y Carmen se turnan sin distinción para responder a Vanitatis.

P: ¿Cómo nace la idea de crear ‘Cuarto Milenio, la exposición’?

R: La idea nace de un viaje a Nueva York, donde nos damos cuenta de que los estadounidenses de nada, de una cabeza de cartón piedra, te hacen un museo alrededor. Nos dijimos: con todo lo que tenemos en el programa, ¿por qué no hacemos algo? Admitimos que la Zona Oscura y los seres que hay dentro sí dan cierta impresión, pero también hay animales que solo se ven en ilustraciones de libros de leyenda. Es un recorrido por las ilusiones y los miedos de un niño. Creemos en lo que hacemos.

P: Las figuras y escenas aquí representadas son muy reales. Algunas parecen a punto de moverse. ¿A quién se debe el mérito?

R: Fíjate si son reales que el público deja post-it en la ropa de los chamanes, pidiéndoles favores a las figuras. Son obra de Juan Villa, uno de los últimos artesanos. Juan trabajaba con la Policía haciendo retratos robot y modelaje forense cuando se unió a nosotros. En su taller de Valladolid consigue darle vida a cualquier cosa haciendo que nuestros misterios cobren forma. Y a veces en plazos extremos: “¿Me puedes hacer el chamán con cabeza de lobo? Tenemos cuatro días”. Si pudiera, ¡me estrangularía! Juan ha conseguido en cierto monstruo tal rasgo de realidad que da verdadero miedo. Pide voluntarios para reflejar la peste en el Medievo y la gente se apunta. Está medio Valladolid con sus caras en la exposición.

P: ¿Es difícil trabajar juntos marido y mujer, tantas horas y tanto tiempo? ¿Si algo sale mal os amenazáis con brujerías?

R: Noooo, no llegamos a hacernos yuyu; llevamos 22 años juntos y estamos muy bien. Al contrario, trabajar con la persona con quien compartes la vida es lo mejor cuando te unen los mismos gustos. Nuestro trabajo y nuestra vida es lo mismo. En casa estamos cenando y mientras la niña ve Peppa Pig, nosotros comentamos los próximos cráneos que presentaremos en el programa. O yo digo que he recibido un libro sobre endemoniados y él sobre templarios. Es nuestra vida, es lo que nos gusta. Podemos estar viendo un informe sobre Murnau, creador de Nosferatu, a quien le han robado la cabeza y nos llaman de Talavera que una familia ha filmado un OVNI. Es una vida que te tiene que gustar mucho.

P: ¿Cómo se toma vuestra hija el mundo del misterio?

R: Es muy valiente. Y aún no tiene cuatro años. Viene corriendo, “Mami, mami”, jugando con una cabeza reducida de las que hacen los jíbaros del Amazonas. Naturalmente, me refiero a reproducciones que ha elaborado Juan Villa y tenemos por casa. No tiene ningún miedo. O le pone al perro encima unos cuantos cráneos (risas), juega con carteles de la película El exorcista… En una ocasión estábamos cenando en una terraza de Ibiza y sobre el cielo abierto pasó un avión, se levanta, se pone muy seria y dice: “¡Mamá, papá, un OVNI, un OVNI!”. Imaginaos la gente en el restaurante. “Esta niña está perdida para siempre si alguien no llama a servicios sociales” (risas).

P: Su nacimiento, ¿ha supuesto un cambio en vuestro modo de enfrentaros a lo desconocido?

R: La niña es como un ser prehistórico en el mejor sentido; está aún conectada con la naturaleza. Vivimos en el campo y ella tiene la costumbre de darle cada mañana de comer a una ardilla. He aprendido más que con los profesores de universidad viendo la vida a través de sus ojos; cuando viene un pájaro, ella ve un enviado del cielo. Es un asombro permanente que ha llegado a nuestras vidas. Y no podemos perderlo. Nuestra hija se llama Alma. No podía ser de otro modo.

P: ¿Cómo os conocisteis?

R: Iker y yo éramos compañeros de universidad. Pero no nos conocíamos de las aulas, sino en una fiesta que di yo en casa, por amigos comunes. Como menos te lo esperas. Además al principio no me gustó nada (risas). Él tiene una capacidad de comunicar que cuando se pone a hablar, todo el mundo se queda escuchando. Y así estaba, con todas las chicas de la casa escuchándole. Y yo pensé: “¿Y este flipao que viene aquí a por las nenas contando misterios?”. Un amigo común en la cocina, creyendo que lo conocía, me dijo: “¿Pero cómo no me has presentado antes a este tío?”. Así que comenzamos a hablar en días sucesivos y me pareció superinteresante. Comenzamos a encontrar muchos puntos en común y conectamos.

P: Imagino que os habrá sucedido que gente muy conocida os cuenta cosas como “tengo un fantasma en casa”.

R: Si pudiéramos contar todo lo que la gente nos explica… Y no solo gente común, por la calle, sino personas importantísimas. Me refiero a políticos, empresarios, financieros. Algunos nos piden ayuda. En una cena, un altísimo cargo de la etapa anterior de Cuatro nos relataba cómo, conduciendo por una comarcal, su mujer vio gente de otro tiempo colgada de los árboles. Y les sucedió varias veces; al parecer, tiene una serie de capacidades. No os imagináis. Si rascas un poco, casi todo el mundo tiene algo que contar: desde un primo que notó una presencia en una propiedad antigua o que a su abuelo se le apareció un humanoide en el campo. Un ingeniero naval, al que estos temas ni le gustaban (“Lo ve mi mujer, yo pongo el fútbol”, me decía), nos estuvo contando, aún perplejo, cómo vio un fantasma. Pero precisamente por ser muchos de estos testigos gente conocida, no podemos contarlo. Aunque daría una audiencia tremenda.

P: El caso más terrible que habéis vivido fue…

R: Ocurrió en Cataluña y nos produjo tanto miedo que no lo emitimos. Fue una experiencia que vivimos con un terror atroz, pues tenía que ver con un crimen, con una mujer que fue descuartizada hace no muchos años. No lo emitiremos nunca; lo pusimos en manos de las autoridades y nos apartamos. Hay cosas sombrías que te producen las mismas pesadillas que a cualquier otro; llegué casi a obsesionarme y creí ver a esa mujer en mi casa, en mi buhardilla. Lo comentaba con Alejandro Amenábar, que vendrá al programa a hablar de Regresión, su próxima película.

P: ¿Alguna vez habéis sentido miedo real?

R: Te contaré dos casos. Estábamos de vacaciones en Lanzarote y, como siempre, adonde sea que vayamos, nos ponemos a investigar. Aun de vacaciones. Subimos al volcán Montaña Roja, donde se dice que hay inscripciones extrañas en la caldera e incluso pilotos comerciales dicen haber visto salir luces. Sin saber por qué, nos detuvimos. Iker comenzó a ponerme excusas: no llevas calzado adecuado, hay alacranes y si te caes… A mí también algo me dijo que no debíamos subir. No era físico. Fue una sensación clarísima. Solemos hacer caso a esos mensajes invisibles. Hace años teníamos un viaje de trabajo cerrado a México, con permisos, hoteles, transportes… Un dineral. Y antes de coger el avión, ambos coincidimos. Tuvimos la sensación de que algo malo iba a pasar. Anulamos el viaje y producción casi nos mata.

Solo para fans

Iker Jiménez clausuró recientemente el programa Milenio 3 en la Cadena Ser. Dejó la radio en lo más alto, tras 14 años de éxito. “Creo que era lo mejor. Si continúas sin cambios cuando todo va bien, estás haciendo de parásito de ti mismo”, explica. Irse por la puerta grande, algo similar a lo que hizo Ferran Adrià al cerrar El Bulli. Pero el misterio no se pierde, sino que se transforma: quien quiera seguir escuchando su voz a oscuras, debe conocer el Universo Iker. Lo graba él solo, en su buhardilla. Uh.

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