Pedro Sánchez ayer adquirió finalmente la condición de líder de un bloque político con vocación de poder perpetuo, y sus socios lo reconocieron públicamente como tal
Elijan la papeleta que elijan, estarán respaldando uno de dos bloques parlamentarios prefijados, con sus correspondientes fórmulas de gobierno igualmente cantadas de antemano
He aquí de nuevo el endiablado juego de las expectativas, que transforma a los ganadores objetivos en perdedores subjetivos y viceversa, sin necesidad de que cambien los números
Las líneas de motivación del voto de cada uno de los cuatro partidos están tan claramente establecidas que parece muy improbable que puedan alterarse en las tres semanas que quedan para la votación
Se ha diseñado para Sánchez una gira mediática exhaustiva destinada a sanear en lo posible la figura presidencial de sus rasgos más oscuros, usando a fondo la técnica trumpiana del agresor disfrazado de víctima
Feijóo ha hecho lo necesario para ganar holgadamente las elecciones, que es lo que, previsiblemente, sucederá el domingo. Para permitirse el lujo de formar un Gobierno en solitario que se sostenga por sí mismo, sería preciso un milagro electoral
Mientras contemplaba el debate en Atresmedia, pensé varias veces que lo que allí ocurría era una conversación imposible entre un político adulto en plena madurez y un pandillero ahíto de poder y afectado de hidrocefalia del ego
Entre la humareda, se ha hecho más visible que nunca la corriente continua de entendimiento entre el partido de Sánchez y Vox, aparentemente antagónicos, pero comanditarios en lo estratégico
En España se ha implantado el bibloquismo porque los dirigentes políticos lo han querido así. Y solo saldremos de la ciénaga mediante una enérgica acción correctora, impulsada desde las urnas