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Las juergas de de Guillermo y Enrique de Inglaterra

Las juergas de de Guillermo y Enrique de Inglaterra

@Arantxa Palacios. - 29/10/2007

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A Guillermo y Enrique de Inglaterra les gusta la juerga. Para nadie es un secreto que los príncipes ingleses, como cualquier otro joven, adoran salir a los locales de moda de la capital británica sin importarles la sangre azul que corre por sus venas. Y esto ha resultado un duro revés para su abuela, la reina Isabel II, que sigue las correrías de sus pequeños herederos en los medios de comunicación. La lista de ‘juergas’ reales es inagotable.

Ninguno de los dos perdona una reunión con amigos. La discoteca Mahiki, de ambiente tropical, es uno de los locales nocturnos favoritos de Enrique y de su hermano mayor desde que abrió sus puertas hace un año. Guillermo sólo ha sido pillado en alguna que otra borrachera sin importancia. Sin embargo, el príncipe Enrique, con su peculiar estilo de vida y sus salidas de tono, acapara siempre grandes titulares.

Su última aventura fue un juego que pudo ser letal. Según publicó el diario The Sun, el hijo de Carlos de Inglaterra fue filmado en vídeo inhalando vodka a través de la nariz. Rodeado por sus amigos, los muchachos le animaban a que respire esta bebida alcohólica para luego escupirla en una botella. Esta afición desató las iras de los activistas contra el consumo de alcohol en Gran Bretaña, ya que se considera una actividad extremadamente peligrosa.

Pero sus amigos no siempre están con él en sus correrías. A principios de año, a Enrique le pillaron de fiesta con Madonna, que bien podría ser su madre. Junto a varios compañeros del ejército, y tras un partido de fútbol, Enrique estuvo en una conocida con su amiga y su marido, el cineasta Guy Ritchie. El joven y la pareja se tomaron varios cócteles de ron y vodka. Según publicó entonces la prensa, el nieto real, muy alterado, llegó incluso a lamer una mesa en la que se había derramado una botellas de champán.

El altercado más sonado de Enrique de Inglaterra fue por culpa de la ignorancia. El joven se colocó un uniforme nazi y un brazalete rojo con una esvástica para asistir a una fiesta de disfraces. Con una copa en la mano y aspecto demacrado, fue portada de todos los medios de comunicación del mundo. Ante el revuelo formado, no le quedó más remedio que pedir disculpas públicamente por “si he causado alguna ofensa o vergüenza a alguien”.

Al príncipe Carlos de Inglaterra siempre le ha resultado difícil controlar el carácter indómito de su hijo menor. En una ocasión, le mandó una jornada a una clínica de desintoxicación para tratar su adición a la marihuana y al alcohol. De esta manera, el joven vería las consecuencias antes de que fuera demasiado tarde. Enrique calificó positivamente la experiencia, aunque no modificó su conducta. Sus consejeros están continuamente intentando limpiar su imagen, aunque la tarea es bastante ardua.

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