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Jueves, 9 de julio de 2009

Anna Wintour no olvidará su última estancia en Milán. La temible editora de la edición estadounidense de Vogue retratada por Meryl Streep en El diablo viste de Prada ha metido el dedo en la llaga sobre la organización de la semana de la moda, desatando una guerra que aún está empezando y que puede terminar de cualquier modo.

“Más presentaciones y menos desfiles. Milán es una plaza importante, como París y Nueva York, y los americanos veníamos a ver todo lo posible, pero la debilidad del dólar hace nuestra permanencia muy costosa”, afirma de visita en la capital lombarda en declaraciones recogidas por el diario La Stampa. A Wintour no le gusta dejarse los cuartos durante una semana en una ciudad tan cara ("y tan fea", pensará ella).

La controversia acerca del modelo y la duración de la Semana de la Moda puede acabar cambiando el panorama de las pasarelas en todo el mundo, pero para empezar ha levantado el debate en Italia e incluso el nacionalismo del presidente de la prestigiosa Camera della Moda, Mario Boselli: “Sólo estoy de acuerdo con ella en una cosa”, ha declarado. Los dos coinciden en que algunos desfiles podrían ser sustituidos por presentaciones más simples, pero ahí acaba la cosa.

Wintour se ha lucido criticando la organización del desfile de Alberta Ferretti (“Es de esperar que en todos los desfiles de Milán haya una organización mejor”), cosa que no le ha gustado demasiado al encargado de organizar la principal pasarela italiana. Y no está solo: Roberto Cavalli, orgulloso, dijo en el backstage del pase de Just Cavalli que no la necesitaba en su primera fila. El único que ha parecido salir en su defensa –aunque de un modo bastante peculiar– ha sido Giorgio Armani.

Este miércoles y con la propia Wintour entre el público, el diseñador aprovechó la presentación de su participación en la exposición Superhéroes en Nueva York para decir que no entiende por qué tanta gente odia a la editora y reconoció que a él sus opiniones le eran indiferente. Inmediatamente se dio cuenta de lo que había dicho y afirmó que de hecho, le gusta. En cualquier caso, el italiano es de los pocos que parece estar de acuerdo con la editora sobre la amplitud de la semana de la moda y cambió su desfile, que solía ser el que cerraba la Milano Fashion Week, al lunes por la mañana, un día que suele estar reservado para líneas menores.

Si se supiera que Wintour es aficionada a los 'donettes' se podría comprender que le salieran tantos amigos, pero la verdad es que ella se los busca sin necesidad de nadie. Hace unas semanas, por ejemplo, aprovechó el editorial de su revista para criticar a Hillary Clinton, que había rechazado posar en la portada por miedo a la posible repercusión entre los votantes, y con bastante ironía le recomendó unos cuantos estilismos que le sirvieran como acicate en la campaña electoral. Definitivamente, Meryl Streep se quedó corta: la realidad siempre supera a la ficción.

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