Sábado, 11 de julio de 2009
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@Blanca Cano - 09/04/2008
Es un clásico que cada vez que los Príncipes de Asturias terminan un acto oficial se formen corrillos a su alrededor para saludarles y poder mantener unos encuentros informales con los invitados de la ceremonia y, en muchas ocasiones, con la presa acreditada que a diario cubre la información de la Casa Real. En esos minutos fuera de protocolo, y muchas veces con la taza de café en la mano, las conversaciones se consideran privadas, por lo que hay un pacto no escrito entre los acreditados y los Príncipes para que luego no comenten en sus respectivos medios esos detalles o curiosidades que suelen ser más del ámbito familiar que del institucional.
Las últimas gracias de las Infantas, las anécdotas de los viajes y hasta alguna foto polémica como la del famoso biquini de Letizia suelen ser objeto de esos chascarrillos. Lógicamente, durante los últimos días todos los que se han acercado a Letizia han aprovechado para felicitarle por el nacimiento de su nueva sobrina, hija de su hermana Telma.
Ante esas enhorabuenas, el único ruego de la Princesa ha sido que cuanto menos hablen de Telma será mucho mejor para ella y su familia. Es más, lo ideal sería que ni tan siquiera conociéramos cómo se llama su hermana, pero para eso haría falta más que un favor, casi una ley de mordaza, y tampoco se trata de eso.
Letizia pide silencio mediático para su hermana Telma, quien cada día lleva peor sentirse objeto de deseo por parte de la prensa. Aunque no sean familia real, los Ortiz Rocasolano tampoco son simples anónimos. Se entienda o no es el peaje que tienen que pagar por haberse casado una de las suyas con un Príncipe que algún día será Rey. Por eso, los ruegos de Letizia no siempre consiguen su fin.
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