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Lunes, 21 de septiembre de 2009

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Modelos de conducta erótica (II): La bella durmiente

Modelos de conducta erótica (II): La bella durmiente

María Victoria Ramírez* - 15/04/2008

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En el artículo anterior, estuvimos viendo algunos de los modelos de conducta erótica que regían el comportamiento de la sociedad española en épocas pasadas pero relativamente recientes. Siguiendo los modelos propuestos por Josep Vicent Marqués, comentamos el modelo clerical-represivo, dominante a lo largo del siglo XIX, y el burgués-tradicional, dominante a finales del XIX y principios del XX. En el presente artículo, dedicaremos unas líneas al modelo capitalista-permisivo, el dominante en la actualidad.

Los condicionantes socio-económicos que acontecieron al final de la II Guerra Mundial propiciaron la aparición de un nuevo modelo (lo que no supone la desaparición definitiva de anteriores modelos, que pueden coexistir con el nuevo), que se convirtió entonces en dominante y sigue siéndolo en la actualidad. Este modelo, capitalista-permisivo, presenta las siguientes características:

En la concepción actual, la sexualidad es considerada como una parte esencial del ser humano, sea cual sea su sexo o condición social. Pero se sigue considerando que esa sexualidad debe girar en torno al coito, para todo el mundo. Se reconoce, al fin, la existencia de la erótica femenina. Se reconoce la importancia de desarrollar una vida erótica satisfactoria y plena, tanto en el varón como en la mujer, considerándose que los encuentros eróticos son parte esencial en la convivencia y adecuación de las parejas.

Asimismo, se admite que tanto el varón como la mujer pueden sentir deseo erótico y disfrutar de su sexualidad. Ahora bien, si la mujer posee erótica no es dueña de ella, es una faceta que tiene pero que “ha de despertarle su pareja”. El papel del hombre cambia por tanto sustancialmente con respecto al modelo anterior (burgués-tradicional): se sigue valorando su supuesta “potencia”, pero ahora lo importante no es la cantidad de relaciones, sino la “calidad de las mismas”, ya que de él se supone que depende la satisfacción de su pareja y su valoración como amante depende precisamente de dicha satisfacción.

Por tanto en este modelo el varón pasa a ser una especie de “trabajador cualificado” en lo referente a la sexualidad, que se convierte en una tarea en la que además de su disfrute, ha de conseguir el máximo disfrute de su pareja.

En muchas ocasiones el placer obtenido por la mujer en la relación erótica es considerado pues como una especie de “reconocimiento” a su “pericia” y “valor como amante”. La frase de Gregorio Marañón: “No hay mujeres frígidas, sino hombres inexpertos”, es la frase que mejor represente la ideología de este modelo. Esta ideología ha traído consigo algunos avances y también algunos problemas.

Las consecuencias de este modelo ideológico, dominante en la actualidad, y los intentos por adecuarse a él en el caso de la mujer, son los siguientes:

- En este modelo, como en los anteriores, se considera que el coito debe ser el centro de la vida erótica de las parejas. Las relaciones no coitales, y sobre todo las que no incluyan estimulación de los genitales, son consideradas “poco importantes”, o no se consideran parte de la sexualidad a menos que se hagan como un camino para llegar a los genitales. Esto limita las posibilidades de muchas personas, sobre todo mujeres, que tiene una erótica menos genital y más “corporal” (más distribuida por todo el cuerpo).

- La mujer aparece como desposeída de su propia erótica. Es algo que transmiten las ideas sobre la sexualidad que se inculcan tanto a hombres como a mujeres. Esto no favorece en absoluto su conocimiento erótico. Es decir, llevada por esta ideología, la mujer se “despreocupa de su erótica”, especialmente de su erótica más genital, pensando que será su “hombre ideal” el que sabrá como despertar en ella sus sensaciones. Llevada por esta ideología, muchas mujeres desconocen sus genitales, la anatomía de los mismos y las sensaciones que producen.

- Un número considerable de mujeres no se ha masturbado nunca, o bien descubren la masturbación a edades relativamente tardías en comparación con la edad de inicio de los varones. Una vez más, la mujer “debe esperar que sea el hombre el que despierte su erótica”.

- Un número muy elevado de mujeres acude a sus primeras relaciones eróticas genitales (coitales y no coitales) sin haberse masturbado antes y sin haber experimentado orgasmos con su propia estimulación. En definitiva, desconociendo totalmente el erotismo de sus genitales. Es posible, incluso, que acuda a su primera relación coital sin haberse mirado nunca los genitales en un espejo e ignorando dónde tienen el clítoris.

- Un número elevadísimo de féminas desconocen que es más sencillo para las mujeres tener orgasmos con relaciones no coitales (que conlleven estimulación del clítoris) que con relaciones coitales.

- Muchas mujeres fingen tener orgasmos en sus relaciones coitales por temor a hacerle daño o preocupar a su pareja.

- Lo que se espera y propicia en la mujer, y lo que muchas mujeres asumen, es un rol pasivo. En la relación erótica ha de tener una actitud de espera. Ella no participa activamente en la relación erótica (con el desconocimiento que se propicia, en muchos casos tampoco sabría como hacerlo).

Esta ideología es parecida a la de la 'bella durmiente del bosque': que esperó dormida años y años a un príncipe que viniera a despertarla con un beso... Cabe preguntarse ¿qué hubiera pasado si el príncipe no hubiera llegado nunca? Pero ¿qué sucede con el varón? ¿Cuál es el papel que se le asigna actualmente en el marco de un encuentro erótico?

El papel del hombre en este modelo tampoco es agradable. Si la mujer debe adoptar un rol pasivo, y llegar a las relaciones coitales, o genitales en general, desconociendo en muchos casos su propio erotismo, el hombre en teoría debe adoptar el rol complementario: se supone que él es el experto, el que debe saber cómo y dónde y de qué forma debe hacerse todo, el que debe dirigir el encuentro erótico.

En el próximo artículo comentaremos más en detalle qué supone para el varón el modelo capitalista-permisivo, en lo que respecta a este papel de “experto” y “director” del encuentro erótico, y qué ventajas e inconvenientes le supone.

*María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga.

Asociación www.lasexologia.com

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