Sábado, 11 de julio de 2009
El broche de Eugenia de Montijo no tiene quien lo compre
@Vanitatis.com / Efe - 18/04/2008
Las joyas no pueden responder por las idas y venidas de sus propietarios. Ellas siguen impertérritas, irradiando su belleza atemporal, y aunque sus dueños se queden sin dinero y tengan que venderlas mantienen intacto todo su encanto. Eso mismo le ocurre a un broche de la emperatriz Eugenia de Montijo, que no tiene quien le compre: la millonaria subasta de joyas históricas en la casa Christie's que debía celebrarse esta semana ha tenido que ser suspendida a la espera de que un tribunal de Nueva York decida si esa venta puede hacerse.
El joyero Ralph Esmerian era propietario de una completa colección de joyas históricas. Entre ellas, el broche que perteneció a la emperatriz Eugenia de Montijo, casada con Luis Napoleón de Francia, y que está valorada en entre 4 y 6 millones de dólares (entre 2,5 y 3,7 millones de euros). El fabuloso broche -que también perteneció a la esposa del millonario William Astor, Caroline, y estuvo en manos de esa familia durante más de cien años- fue realizado en 1855 por el joyero francés François Kramer y consiste en un lazo de diamantes, que la emperatriz usaba en sus vestidos de gala para decorar el corsé, y del que el Gobierno francés se deshizo en 1887.
Esmerian solicitó en 2006 un préstamo al banco de inversión Merrill Lynch por 100 millones de dólares para poder adquirir la joyería Fred Leighton, conocida sobre todo por ser una de las que habitualmente cede sus piezas a las celebrities para los eventos de alfombra roja. Como el empresario no tenía dinero para devolver el crédito y el banco retenía las joyas que Esmerian había entregado como anticipo del pago, Merrill Lynch acordó la venta con Christie’s.
Desesperado por evitar la venta de su colección, el joyero ha intentado paralizar la subasta en los tribunales hasta tres veces, y finalmente lo ha conseguido, aunque para ello ha tenido que declararse en bancarrota. En Merrill Lynch están satisfechos porque así se podrán supervisar judicialmente los fondos de Fred Leighton y las otras sociedades de Esmerian, aunque en la casa de subastas se tiran de los pelos. El montaje y marketing de la subasta, que recaló en Dubai, Dallas y Londres, asciende a medio millón de dólares, y eso sin contar a los compradores potenciales, que ya se encontraban en Nueva York esperando a la fecha de la venta. “Nuestra reputación está en riesgo”, ha declarado el vicepresidente de la firma, Rahul Kadakia, a Bloomberg.
Además del broche, también estaba prevista la venta de un raro diamante rosa de 14,2 quilates, engarzado en un anillo, valorado en entre 10 y 15 millones de dólares, así como otras joyas confeccionadas por René Lalique (1860-1945), Henri Vever (1854-1942) o Georges Fouquet (1862-1957), entre otros. En total, Esmerian debe unos 200 millones de dólares al banco, a Christie’s y a Sotheby’s. El joyero, que representaba a la cuarta generación de una familia consagrada al oficio, intenta al menos vender las piezas de la colección por separado para obtener algo más de dinero. Por el momento las nuevas subastas no tienen fecha.
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