La separación de Esther Cañadas y Sete Gibernau no ha sido una sorpresa para muchos. Según cuentan, la modelo y el deportista hacía tiempo que atravesaban una crisis. De hecho, hace pocos días la top fue vista en un local nocturno sin la compañía de su marido. Esther, junto con un grupo de amigos, disfrutó del ambiente festivo en conocida discoteca Up and Down de Barcelona. Esta circunstancia volvió a disparar los rumores de distanciamiento entre ambos.

Hace unos meses, un viaje profesional de Esther a Nueva York y unas fotos con un joven dieron mucho qué hablar. Todo quedó en agua de borrajas y la oficina que representa a la modelo desmintió cualquier crisis. Parece que simplemente se trataba del reencuentro con un viejo conocido y punto. Pasado el tiempo no ha habido ningún reportaje delatador, sino el cansancio producido por la convivencia.

Los motivos de la separación son un secreto, pero en este caso no ha sido la distancia. Cañadas lo dejó todo para estar al lado de Gibernau en sus últimos años como deportista de élite. Su romance se fraguó en Ibiza y, desde entonces, se hicieron inseparables. La modelo fijó su residencia muy cerca de Barcelona, en Esplugues de Llobregat, y se retiró temporalmente del mundo de la moda.

Tres años después de vivir bajo el mismo techo, la pareja decidió casarse por lo civil el año pasado. La modelo se dio el ‘sí quiero’ en la más estricta intimidad en una masía del Ampurdán. Horas después, el matrimonio decidía enviar las fotos del enlace a los medios de comunicación. Esther, durante los cuatro años de relación con Sete, ha hecho campañas puntuales de publicidad, y algún que otro viaje a Italia o Estados Unidos. El día que Gibernau anunció con lágrimas su retirada del mundo de las motos, Cañadas fue su mayor consuelo.

El segundo matrimonio de Esther ha durado una año y un mes, algo más que el primero. Cañadas y el también modelo, Mark Van Der Loo, se casaron en la Tosacana italiana y su unión no llegó al año. Por aquel entonces ambos estaban ligados a la firma Donna Karan y se especuló con que su unión formaba parte de un contrato. Al finalizar su relación con la empresa de moda americana meses después, la pareja se separaba.

Esther y Sete vivían muy cerca de Barcelona, en una casa que al parecer es del deportista. La pareja se había construido otro nido de amor en la comarca del Ampurdán. Tras la separación llegará la repartición de los bienes. Es probable que Esther abandone Barcelona, una vez finalizado su amor con Gibernau. El destino de la modelo es, de momento, otro misterio.

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