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Domingo, 12 de julio de 2009

Lo dijo cantando la sinigual Terremoto de Alcorcón, que ejercía de presentadora, en un momento de la gala: Shangay empezó siendo “un fanzine poco costoso que acabó siendo la biblia del mariposón”. Las palabras de la vedé (alguien como ella se merece españolizar el tan francés vedette) resumen la historia de uno de los gratuitos más longevos de la prensa española, que este martes celebró su fiesta grande anual y acogió en la discoteca Joy Eslava de Madrid una de esas mezclas de famosos de todas los pelajes que tan bien sabe conjugar su director Alfonso Llopart.

Pasaban las nueve de la noche cuando un todo un señor con traje y paraguas como esos que tan bien pintaba Magritte (aunque sin sombrero en este caso) se quedaba mirando en medio de la calle Arenal la puerta blanca de la Joy. Era Eduardo Mendicutti, que parecía temer el momento de entrar en el sitio del que horas más tarde saldría con el moldeado torso de un efebo entre manos… aunque hecho en forja, claro, la del premio que recibió. Junto a él, una lista compuesta por personajes tan dispares como Chenoa, Fernando Tejero o Carmen Machi que fueron desfilando uno a uno y cantando las alabanzas del chulazo de turno que, sin más defensa que un boxer blanco, iba entregando las tarjetas con los nombres de los galardonados.

La ceremonia continuó y entró en ese difuso y discutible concepto que es el de ‘diva gay’. Aquí hay dos nombres que suenan antagónicos y suelen repetirse, y son los de Madonna y Kylie Minogue. Como para dar un poco de alegría a todos, las dos recibieron su musculado trofeo en esta noche. La señorita Ciccione lo agradeció con un vídeo repetido de hace dos años (lo que sirvió para un sketch surrealista de la Terremoto) y Kylie con uno bien nuevo en el que daba las gracias hasta en español. La otra gran ausencia entre los premiados, la de la cantante Rosario, fue suplida por su sobrina Elena Furiase a base de escote: del mismo lugar en el que Aznar y Marta Nebot entablaron su entrañable amistad se sacó la pequeña Flores la chuleta que su tía le había dado por si conseguía el premio.

El Euribor sube igual para gays y para heteros

Había quien esperaba ver por allí a Leire Pajín o a algún otro miembro de la directiva socialista, pero la de este año ha sido una fiesta despolitizada con la contada excepción de Carla Antonelli. Hubo alguna que otra indirecta, como la que lanzaron las actrices televisivas Fátima Baeza y Patricia Vico al recoger su premio: “Os invitamos a todos a Hospital Central... porque todavía es público” ¿Estará Vasile pensando en lanzar un reality sobre la Seguridad Social? En cualquier caso está claro: sean del signo que sean los políticos han perdido cualquier atisbo de glamour que podía quedarles y aunque nadie sepa quién es la ministra de Ciencia (Cristina Garmendia, por cierto), to’ quisqui sabe ya lo que es el Euribor. Hasta la Terremoto lo dijo remixando el éxito gayer de Hakim La muchacha turca: “El Euribor subeeee, no llega para nadaaaa”: eso es economía aplicada y lo demás son tonterías. Al fin y al cabo la crisis ha llegado incluso hasta la fiesta de Shangay y va a acabar con todo (bueno, sóoooolo a lo mejor) sin fijarse en con quién se acuesta cada uno. Crisis is in the air, everywhere you look around...

Entre vídeo y vídeo de Turquía (intercultural país patrocinador de la gala), fueron pasando por el escenario también el diseñador Carlos Díez, que dedicó su premio al dj recientemente fallecido Coco Cielo, o una vez más Eduardo Mendicutti, que fue el primero en rendir homenaje a otra persona que tampoco volverá: Leopoldo Alas. A él, que habló una y mil veces de ‘lo gay’ y de maneras tan diferentes, estuvieron dedicados los momentos más intensos de la noche, y también los aplausos más rotundos.

Pero allí había ‘tema’: aparte de los que pasaron por el escenario, el patio de butacas era un ir y venir de famosones, famosillos y famosoides que aplaudieron a rabiar cada uno de los premios y que aguantaron en medio de la pista una vez que la gala terminó y el reinado de la copa dio comienzo. Uno de ellos fue Pepón Nieto, que ni tan siquiera se fue cuando la barra libre tocó a su fin y los famosos -y los no tan famosos- se dieron a la fuga. Como él otros muchos aprovecharon para decir mil veces hola y adiós, y es que cualquier excusa es buena para ver a los viejos conocidos con los que el trabajo no te ha dejado charlar tanto como te gustaría. Algo así hizo también Octavi Pujades: El protagonista de la serie 'Lalola' aprovechó la ocasión para disfrutar de la noche madrileña junto a su mujer en compañía de unos cuantos amigos.
 
También estuvieron -aunque lo justo y necesario para saludar y despedirse- Paula Vázquez, siempre atenta, feliz con el premio y agradecida con quienes la han acompañado en su largo periplo televisivo y a quienes recuerda con cariño. Junto a ella, aunque entre el público, algunos de los concursantes de Fama y de Pekín Express. Por su parte, Marta Torné y el cantante Edu, aquel joven mulato de ojos azules que encandió a más de uno, de dos y de tres, hicieron lo propio cerca de la barra durante un corto espacio de tiempo. 

'Shhhh' (¡Resiste, Peñafiel!)
 
Otros que se quedaron al post/video de promoción/post actuación/post entrega de premios fueron los actores más jóvenes del reparto de Aída, Ana Polvorosa y Eduardo Casanova, que tiraron del permiso paternal de esta noche para conversar con Carla Antonelli y repartirse múltiples y sonoros besos. Ósculos, muacs, besitos que también otorgó por doquier nuestra simpática amiga, esa que acude a todas las fiestas y, sin embargo, no posa en ninguna porque, en realidad, nadie sabe cual es su excelencia ni su actualidad, esa 'top' que nunca llego a serlo porque, en realidad, tampoco lo pretendió. Sólo quería que se recordase su nombre y poder hablar con unos y con otros como si fuera Isabel Preysler, aunque sin bombones ni baldosas. Como diría ese hombre, Jaime Peñafiel: “Shhhh…”
 
Quienes conversaron de forma amena e incluso abandonaron juntos el local de reunión de los premios fueron Melanie Olivares y Hugo Silva que, tras unas fotos con las fans de turno, se unieron a Fernando Tejero en busca de un bar cercano al que la actriz quería acudir. Dentro del local quedaba mucha gente pero poco vip, con la casi contada excepción de Alejandro Amenábar, rodeado de los suyos pero en un lugar en que, parafraseando el título de una de esas películas a las que ha puesto música, tras la huida de los rostros conocidos y la entrada de los agregados, nadie conoce a nadie. Como en todas las discotecas...

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