Así no es de extrañar que en casa los baños se colapsen, las duchas sean el primer paso para mostrarnos radiantes, las miradas al espejo se hagan constantes... en fin, el cepillo de dientes y el desodorante se conviertan en los principales aliados para demostrar que, por un día, los malos ‘olores’ (y con ellos los malos espíritus) han desaparecido de nuestras vidas.

 

Las normas sociales nos demuestran, día tras día, que el primer paso para ser aceptado en un grupo es oler ‘medianamente bien’ (exceptuando las ocasiones en que, por las prisas o un despiste no reparamos en que la camiseta que llevamos era para lavar). Cuánto más importante es este aspecto dentro una pareja, sobre todo al principio de la relación cuando todo es felicidad y buenas intenciones y el aspecto físico una de las claves para atraer a los seres amados. Sin duda, un instrumento que nos ayudará a descubrir que, más allá de los besos y las caricias, hay todo un mundo de seducción y provocación que se puede conseguir con las miradas y las sonrisas.

 

 

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