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Miércoles, 3 de marzo de 2010

En noviembre del año pasado, David Bisbal no daba crédito a un mensaje que recibía en su correo electrónico. Alguien le informaba que tenía acceso a su cuenta y le pedía una cantidad de dinero a cambio de no utilizar el material sensible y dejarlo en paz. La extorsión al cantante se resolvió hace unos meses con la detención en Santo Domingo de las autores del delito. (Ver ‘La extorsionadora de Bisbal era fan de Chenoa’).  

Durante ese tiempo Bisbal no comentó a sus familiares y tampoco a su novia el drama que estaba viviendo. No tenía ni idea de quien o quienes podían estar detrás de este robo tecnológico y, por lo tanto, desconocía a que tenía que enfrentarse. Siguiendo las pautas de la policía, no habló con nadie hasta que estuvo prácticamente resuelto el tema. Y fue entonces cuando se lo contó a su novia que por supuesto lo pasó fatal.

Ahora es ella, Elena Tablada, la que ha padecido en su propia carne los excesos que se cometen a través de las redes sociales de Internet. En su caso, no ha habido extorsión, pero sí un apropiación indebida de imágenes privadas. La protección de datos es un derecho y su incumplimiento un delito. Elena tiene su perfil en Facebook, donde intercambia con sus amistades información, comentarios e imágenes que no pueden ser utilizadas sin su permiso y muchos menos sacarlas fuera de ese contexto exclusivamente privado.

Y es lo que ha ocurrido con las fotos de Elena Tablada, publicadas a través de los comentarios de una noticia referida a Bisbal en la revista Fama. Utilizando unos enlaces se accedía a la vida familiar y amistosa de la joven. Nada fuera de lo normal, pero que en un momento dado han servido para hacer apostillas maliciosas de internautas identificados bajo seudónimos sobre como se divierte o con quien posa Tablada. Hay quien critica la ligereza de la gente a la hora de mostrar la intimidad en estas redes sociales tipo Tuenti o Facebook sin entender que el problema no está en “colgarlas”, sino la utilización, apropiación y manipulación indebida. Algo así como si un desconocido entrara en un domicilio y se llevara los álbumes de fotos para su divulgación.

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