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Lunes, 13 de julio de 2009

Jennifer López se ha convertido en una amante de lo ajeno. Pero ella no se conforma con unas cuantas prendas de ropa como Winona Ryder en sus mejores años, ella prefiere los diamantes, que quedan mucho mejor en su caja fuerte. Según el diario New York Post, la actriz tomó prestado, y parece que más de la cuenta, una joya valorada en al menos 50.000 dólares. Además, se olvidó de avisar a sus dueños, que no están muy preocupados con la pérdida.

Al parecer, y de acuerdo con la versión del diario neoyorquino, la actriz y cantante tomó prestados estos diamantes de la joyería Robert Mouawad para asistir a una comida con un empresario de moda en Beverly Hills la semana pasada. Otras artistas que se llevaron piezas de la casa suiza las devolvieron al día siguiente, pero ni López ni ninguno de sus secretarios se pasaron por la tienda para devolver estas alhajas.

“Nosotros recibimos una llamada de su manager Benny Medina informándonos de que Jennifer se iba a quedar con las joyas”, dijo un testigo. “Jennifer puede hacer lo que ella quiera, pero una exigencia prematura podría parecer presuntuosa”, añade. Y es que al parecer no debe tener mucha intención de pagar. Además, los responsables de la empresa han confesado que “no perderán el sueño por 50.000 dólares” cuando el propietario de la cadena tiene un diamante de 50 millones de dólares.

Según el manager de la artista, las joyas no eran un préstamo, sino un regalo. Es decir, que ella llevaba las joyas a un determinado evento a cambio de que luego se quedaran en su propio joyero. Y es que considera que fue la única estrella que dio nombre y caché a la jornada. “Esto fue como si fuera un regalo”, completó el agente.

Jennifer López no ha sido la única que ha sufrido un malentendido con las joyas. En 1993, Sharon Stone se quedó con un gran collar de esmeraldas valorado en 400.000. Su propietario, Harry Winston Inc., alegó que era un préstamo para promocionar la película cuando ella dijo que era un regalo. Paris Hilton también pasó por ello. Llevó una pulsera prestada a los Oscar de 2003 que nunca apareció. Según contó, la dejó en el coche de un amigo para no perderla y misteriosamente fue sustraída.

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